Usted está aquí: miércoles 23 de marzo de 2005 Ciencias Empresa de EU distribuyó "por error" maíz transgénico durante cuatro años

El hecho generará interrogantes en los importadores de alimentos: especialista

Empresa de EU distribuyó "por error" maíz transgénico durante cuatro años

Se repatieron cientos de toneladas del grano, con una modificación que no ha sido autorizada por el gobierno estadunidense

La compañía utilizó un gen de la bacteria Bacillius thuringiensis

JOSE GALAN

La compañía estadunidense Syngenta distribuyó "por error" durante cuatro años un tipo de maíz genéticamente modificado sin la aprobación de las autoridades de salud de ese país. La edición en línea de la revista Nature -una de las publicaciones científicas más influyentes del mundo- afirmó que, a pesar de que se considera a este tipo de maíz "seguro", el hecho de que haya sido vendido "accidentalmente" por años levanta serias dudas sobre la manera en que las firmas de biotecnología controlan sus actividades.

Esta empresa modificó una especie de maíz con un gen de la bacteria de tierra Bacillus thuringiensis (bt), insertado en el grano para actuar como pesticida. Syngenta tiene permiso de las autoridades estadunidenses para vender una variedad del grano transgénico llamado bt11, que según la revista ha sido utilizado con éxito por varios años en Estados Unidos y otros países. Por ejemplo, se trata de una de las primeras especies de maíz transgénico aprobadas para consumo humano en la Unión Europea, y quizá sea uno de los primeros alimentos transgénicos aprobados para su cultivo en esa región del mundo.

Alegan que es sano

Pero entre 2001 y 2004, Syngenta produjo y distribuyó "sin advertirlo" varios cientos de toneladas de un maíz llamado bt10, con una modificación genética diferente que hasta ahora no ha sido aprobada por las autoridades estadunidenses. El hecho fue descubierto a finales de 2004, y científicos estadunidenses sostienen que el maíz bt10 -que difiere del bt11 por unos cuantos nucleótidos en una sección del gen que no califica como toxina proteínica-, y llegaron a la conclusión de que no constituye una amenaza ambiental, sino un producto sano para la alimentación.

"Lo que hace de esto algo único es que el maíz bt10 y el grano bt11 son físicamente idénticos, como lo son también sus proteínas", dijo a la revista Nature Jeff Stein, a cargo de asuntos legales de Syngenta, cuya sede está en Research Triangle Park, Carolina del Norte.

Sara Hull, portavoz de la compañía en Washington, agregó que, tras descubrir la situación, Syngenta "de inmediato" informó del error a los inspectores del gobierno. Según ella, esto demuestra que el sistema funciona "como debería". Otros funcionarios de la firma sostuvieron que la cantidad de bt11 liberada era muy escasa. Sólo fueron sembrados alrededor de 150 kilómetros cuadrados en cuatro años, lo que para la empresa constituye sólo 0.01 por ciento de todo el maíz sembrado en Estados Unidos en ese periodo.

Sin embargo, Michael Rodemeyer, director de Pew Initiave on Food and Biotechnology, un centro de investigación con sede en Washington, afirmó que la liberación del bt10 refleja la ausencia de un amplio sistema de monitoreo sobre productos genéticamente modificados dentro del programa de abastecimiento de alimentos en Estados Unidos. "Esto generará interrogantes en los gobiernos que importan comida de Estados Unidos sobre la calidad de los controles ejercidos por nuestras propias autoridades", dijo. "Y proporcionará munición a los críticos de los organismos genéticamente modificados (OGM), y quizá inclusive proporcione alicientes a otros países para buscar variedades sin alteraciones genéticas".

Se responsabilizan de cosechas

Syngenta descubrió el error cuando uno de sus fabricantes de semillas, que pretendía utilizar las semillas de maíz en experimentos de cultivo de plantas, le informó que la semilla no era bt11. Luego, la firma notificó a la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y al Departamento de Agricultura, que son responsables conjuntamente de aprobar las cosechas genéticamente modificadas. Los inspectores y la empresa se han visto involucrados durante meses en la discusión sobre lo que deben hacer para reparar el error, y cómo y cuándo hacer llegar la información al público.

Inclusive, funcionarios de la Casa Blanca han participado en estas "delicadas conversaciones", en parte debido a que Estados Unidos y la Unión Europea están engarzados en una fiera disputa comercial sobre las duras reglas europeas para determinar el flujo de OMS, y si son científicamente necesarios o no. Los funcionarios de Syngenta rechazaron proporcionar la lista de los países que "accidentalmente" recibieron la semilla bt10.

 
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