Usted está aquí: lunes 21 de marzo de 2005 Mundo Bolton en la ONU: qué buen chiste

Molly Ivins

Bolton en la ONU: qué buen chiste

A ustin, Texas. Debo confesarlo: subestimé lamentablemente el sentido del humor del gobierno de Bush. Nombrar a John Bolton embajador en Naciones Unidas: ¡fiu, qué festín de carcajadas! Hilarante estratagema, deliciosa jugarreta, gran inicio de comedia.

A Bolton se le conoce por arrogante, descolorido, moralista y alegador, y detesta la ONU. En otras palabras, el diplomático perfecto. Hablando de comedias, ¿la gracejada hubiera sido la mitad de buena si el presidente no acabara de regresar de una gira por Europa, durante la cual aseguró a nuestros aliados que está ansioso por mejorar la cooperación internacional? Allá dijo a los europeos que estamos abriendo una nueva página y que ahora no queremos más que consultas, cooperación y ser los mejores amigos. Y luego nombra embajador ante Naciones Unidas (ja, ja, ja) a Bolton, quien conserva una granada de bronce en su oficina para mostrar cuán orgulloso se siente de que lo llamen granadero.

"Yo no doy zanahorias", ha dicho Bolton, queriendo decir que es un tipo de puro garrote. Intimidación, fanfarronería, amenazas. El halcón entre halcones, el favorito de los neoconservadores. Es un saludo de un solo dígito al organismo mundial.

Su desprecio por la ONU es notorio. "No hay Naciones Unidas", dijo una vez. "Cuando Estados Unidos da un paso al frente, la ONU tiene que seguirnos. Si ir con ella sirve a nuestros intereses, lo haremos. Y si no, no." Una porra a las consultas internacionales y a la consideración para todos.

El economista conservador Jude Wanniski escribe: "¿Se da cuenta el presidente Bush de que escoger a Bolton es un escupitajo al rostro de la comunidad diplomática global?" Pobre Wanniski, otro de esos tipos que no captan el sentido del humor de Bush. ¿Por qué creen ustedes que Bolton fue nombrado subsecretario de Estado para el control de armas? ¿Porque apoya el control? No sean ingenuos: se opuso al Tratado Antiproyectiles Balísticos, y su versión de cómo intentar detener la proliferación nuclear es en verdad cautivadora.

Los Angeles Times la describe así: "Se enfrenta a algunos países que según supuestas evidencias intentan adquirir armas nucleares o biológicas, y luego trata de persuadir a los aliados de apoyar los esfuerzos de Washington por aislarlos. 'John Bolton no siente ningún reparo por su radical prescripción para hacer frente a la amenaza de proliferación nuclear', señala Joseph Cirincione, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. 'El principal problema es que no ha funcionado en ninguna parte.'"

Bolton ha enfurecido a Norcorea e Irán, que no son lugares precisamente estables, pero los moderados ganaban terreno en este último país. Ese es el mismo genio que aseguró que Fidel Castro emprendía un programa de armas biológicas, afirmación que de inmediato desmintieron los demás funcionarios del gobierno.

En 2003 testificó ante el Congreso que Siria desarrollaba armas de destrucción masiva y amenazaba a toda la región. Esta declaración provocó una muy comentada "revuelta" de analistas de inteligencia estadunidenses, quienes insistieron en que ninguna evidencia respaldaba semejante aseveración. Lástima, todo esto dio a Bolton una muy desafortunada reputación en cuanto a veracidad. (Una de las reglas cardinales de la comunidad de críticos es que jamás acusamos a nadie de ser un mentiroso: sería de mala educación.)

Bolton aboga por el reconocimiento diplomático de Taiwán, el cual sería "la demostración de liderazgo estadunidense que la región necesita y que mucha de su gente espera". Esto, a pesar de que China ha amenazado en reiteradas ocasiones con ir a la guerra sobre ese mismo tema. Pero vaya, ¿a quién le importa China?

El antiguo patrón de Bolton, Jesse Helms, de Carolina del Norte, dijo que aquél era "el hombre que me gustaría tener a mi lado en el Armagedón", donde según los mitos se llevará a cabo la batalla final entre el bien y el mal. Dada la versión de "diplomacia" que practica Bolton, podemos adelantar la fecha del encuentro. Bush de seguro puede derrotarlos.

A propósito, Bush es precisamente un tipo que pondría un montón de cabilderos de la industria del carbón y la madera a cargo del Departamento del Interior. Ah, eso ya lo hizo. Luego colocaría en el Departamento del Trabajo a puros lambiscones de las grandes empresas. Ese Bush, vaya tipo más divertido.

La política exterior de este gobierno me hace pensar en un jugador de ajedrez que no ve más allá de la próxima jugada. Invadamos Irak, país que no sólo no nos ha hecho nada, sino ni siquiera es amenaza para nosotros, y seremos recibidos con vivas y flores, ¿cierto? ¿Insurgencia? ¿Guerra civil?

¿Líbano se prepara a sacar a patadas a los sirios? Bravo, les dije que llevaríamos la democracia a Medio Oriente. Pero, ¿quién quedó a cargo? ¿El Hezbollah, dicen? ¿Qué es eso?

© 2005, Creators Syndicate Inc.

Traducción: Jorge Anaya

 
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