Usted está aquí: martes 15 de marzo de 2005 Cultura Caravaggio: un sol negro

Teresa del Conde/ II y última

Caravaggio: un sol negro

El equilibrio renacentista entre clasicismo, cristianismo, neoplatonismo, filosofía y teología arma un paradigma del que no se liberaron los artistas en el finisiglo del XVI y principios del XVII, con todo y las limitaciones, no siempre atendidas, impuestas por el Concilio de Trento, principal organismo de la Contrarreforma junto con la Compañía de Jesús.

La búsqueda de la salvación fue perseguida igual en el caso de los tres Carracci: Ludovico y sus primos Agostino y Anibale (éste fue el más relevante), que en el de ''M", con la diferencia de que los pintores boloñeses eran hombres de bien, gente decente y respetada, no por eso pintores menores.

En cambio, el lombardo encarna al artista sicópata por excelencia. Sicópata, no sicótico. El sicópata sufre intensamente y hace sufrir a los demás sin que presente personalidad escindida, como sucede con la mayoría de las formaciones sicóticas. Impulsivo incontrolado, homicida, bisexual, tránsfuga de los caballeros de Malta, ''egregio pintor en el orbe", vitoreado por príncipes de la Iglesia, el autor del ciclo San Mateo en San Luis de los Franceses poseía una precisa visión teológica que determina la índole de sus transposiciones evangélicas al realismo del siglo XVII que él abre.

Su ''verismo" lo separa de manera drástica de las vertientes manieristas, circunstancia que provocó a contrapelo la admiración de sus colegas contemporá-neos y en ocasiones el drástico rechazo de sus patrocinadores. Su genio fue, sí, don natural, pero sumado a una tenaz aplicación al trabajo, que corre pareja con la hostilidad que vertía hacia otros y hacia sí mismo. El énfasis en martirios y decapitaciones es acorde con el pensamiento contrarreformístico, como lo son los sufrimientos que se le infligieron a Jesús, ejemplificados en la exposición londinense mediante uno de los más hermosos cuadros exhibidos, La flagelación, que proviene del Museo de Capodimonte.

La pintura que en cierto modo tipifica la muestra es el David, de la Galería Bor-ghese, que agarra del pelo, con expresión tranquila, la cabeza de un Goliat todavía ''viva".

De los varios autorretratos de Caravaggio, esta cabeza es quizá el que más lo entrega, aparte de que se encuentra muy en primer término, pues David (un autorretrato retrospectivo si observamos bien) avanza la cabeza de su decapitado hacia el espectador acercándonosla con su brazo izquierdo escorzado.

El énfasis en martirios -el de San Andrés se exhibe- y decapitaciones es acorde con el pensamiento contrarreformístico y común a muchos otros artistas. Lo que distingue a ''M" es el hecho de cancelar cualquier idealismo, mas sin omitir la génesis de una retórica formulada a partir de sí mismo que recoge, se diría que por ósmosis, a Miguel Angel, Leonardo y Rafael. Esa retórica no se agota.

Se sentía víctima y verdugo, como sucede en el enorme lienzo Decapitación del Bautista en el oratorio de San Giovanni decollato de La Valletta (Malta) que no se exhibe y está firmado ''con su sangre" (pintada). El binomio pulsión de muerte-salvación mediante la creatividad no es privativo de él, pero encuentra en su persona un modelo lo suficientemente sobresaliente como para configurar un arquetipo y más si a ello se suma su amorosa inclusión de efebos y cortesanas trasladados con lujo pictórico a sus cuadros sutiles, impactantes, directos y contrastados.

La exposición acarrea filas y filas de veneradores a la National Gallery. La mayoría ignora que en ella hay una paradoja digna de mencionarse: un millonario solitario, afectado de síndrome de Tourette, junto con su esposa Roberta, es el principal financiador de la muestra. Sin él, no se hubiera llevado a cabo, como lo ha explicado, intentando omitir detalles, el director del museo: Charles Samaurez Smith.

Este mecenas, Howard F. Ahmason, es el apoyador principal de un movimiento, "Reconstruccionismo cristiano", promovido por la Fundación Calcedonia, que objeta la homosexualidad, el adulterio, la prostitución y pretende castigar estas mociones ¡hasta con la pena de muerte! Jamie Doward, un crítico británico, observa que el financiador de Caravaggio. The last years ''es (en cuanto empresario) la respuesta del siglo XXI a Howard Hughes".

La exposición, se dice, es heart stopping. No pude verla en su totalidad (estaba en proceso museográfico), pero atestigüé el silencio absoluto, las actitudes rituales y las expresiones anonadadas de los museógrafos que trabajaban en el ala Sainsbury, poco antes de la apertura.

 
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