Usted está aquí: martes 15 de marzo de 2005 Cultura Gigantesco Arbol de la vida contra el desdén oficial por el arte vivo autóctono

''¡Nunca más un México sin indígenas!'', rúbrica del ritual realizado en el Zócalo

Gigantesco Arbol de la vida contra el desdén oficial por el arte vivo autóctono

Si el gobierno federal apoyara esa creatividad, habría una industria cultural importante, expresó la directora del espectáculo

Participaron casi 500 personas de todas las edades

CARLOS PAUL

Ampliar la imagen Aspecto del espect�lo desarrollado por 39 comunidades ind�nas para conformar una pir�de multicultural en el Z�o FOTO Luis Humberto Gonz�z

''¡Nunca más un México sin los indígenas!'' fue la rúbrica de una festiva y colorida pirámide multicultural, conformada por diversas danzas, música y cantos de 39 comunidades indígenas, que se levantó el pasado domingo a mitad del Zócalo, para configurar un gigantesco Arbol de la vida y celebrar así, precisamente ese día, la fundación de Tenochtitlan.

Ceremonia-ritual-espectáculo en la que participaron cerca de 500 personas entre niños, jóvenes, mujeres, hombres y ancianos indígenas.

En México, expresó María Alicia Martínez Medrano, quien encabeza el Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena y directora de ese espectáculo, los gobiernos federales han sido descuidados, analfabetos y discriminadores del arte vivo indígena.

Decenas de danzantes y músicos que se convirtieron en cientos, comenzaron desfilando alrededor de la estructura piramidal, construida ex profeso como escenografía para esta singular representación, tapizada con sombreros, petates, sarapes y ofrendas, y en cuya cúspide se encontraba la figura de una diosa maya de la fertilidad.

Rotando por cada uno de los costados de la pirámide se hacía oír y ver la música, el canto, la danza, el arte, la raíz viva original de mayos, yaquis, seris, yoremes, rarámuris, huicholes, nahuas, mazatecos, matlatzincas, amuzgos, purépechas, otomíes, tehuanos, zapotecas, chatinos, mixes, chontales, mazatecos, mixtecos, triquis, tzetzales, tzotziles, choles, mames, tojolabales, mayas, zoques, popolacas, totonacas y huastecos, entre otros.

En su fluir ascendente sobre la pirámide, el escenario se transformó en un abigarrado y palpitante mosaico artístico, cuya diversidad y colorido resaltaban aún más la originalidad y riqueza cultural de cada una de las agrupaciones indígenas que se dieron cita en este encuentro, en el que también, al costado oeste de la pirámide, se presentó el ágil y espectacular juego purépecha llamado Uárhukua.

Envueltos por el aroma del copal, cientos de niños, mujeres y hombres del color de la tierra, con sus resplandecientes ojos negros y franca alegría; vestidas ellas con sus faldas de colores y algunos de ellos portando pantalón de manta, sombreros o paliacates; entre ofrendas, rezos y bendiciones, entre flores de cempasúchil, girasoles y coloridas banderas de papel picado, y al ritmo diverso de sonajas, chirimías, tambores y caracoles, así como de violines, flautas, guitarras y cascabeles, paulatinamente configuraron en el ombligo del mundo y ante los más de 2 mil espectadores, un hermoso, festivo y monumental Arbol de la vida, una impactante pirámide multicultural humana, cuya representación cobró un alto sentido simbólico, para demostrar que sus tradiciones y arte permanecen y continúan como expresiones vivas.

Somos un país multiétnico

''¡Nunca más un México sin los indígenas!", fue el grito con el que finalizaría esta ceremonia de ceremonias, expresado por la organizadora del espectáculo, María Alicia Martínez Medrano.

La idea, reiteró Martínez Medrano al terminar el espectáculo, es solicitar a las autoridades correspondientes que este tipo de rituales se presenten en conjunto cada año, pero con la participación de cada vez más pueblos indígenas.

''Esta vez participaron 475 personas, aunque queríamos traer a mil 200, pero no fue posible. Ahora, por ejemplo, participaron de Oaxaca 90 personas, con la representación de sus 16 culturas; de Sinaloa y Sonora, más de 80, de Yucatán, 78, de Quintana Roo, 23 y así de estados como Chiapas, Veracruz, Chihuahua, etcétera.

''Tenemos que recordar -concluyó la creadora escénica- que somos un país multiétnico y que si se apoyara su creatividad, eso sería una industria cultural muy importante, pero el gobierno federal es muy ignorante y no reconoce nuestros orígenes.

''Es sorprendente que países como China, Japón, Grecia, Australia, Brasil, Cuba o Corea tengan un arte igual de milenario como el nuestro, que lo presuman y hayan hecho una industria de ese arte originario."

 
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