El multimedallista asegura que nada mejor que nunca, pese a su diabetes, y que no se retira

Gary Hall dice que irá a Pekín 2008 para seguir como el más rápido del mundo

El estadunidense convivió con niños en la alberca de la UNAM, donde entrenó su padre en 1968

ROSALIA A. VILLANUEVA

Todos querían estar cerca de él. No le incomodó estar de pie o sentado para tomarse una foto o estampar su firma en playeras, gorras y hasta en trozos de papel ante la alegría que le invadió al ver la inmensa fila de niños, jóvenes y adultos que lo esperaban a temprana hora en la alberca olímpica de Ciudad Universitaria, donde su padre del mismo nombre había entrenado para ganar un par de preseas en la justa de México 68.

Es Gary Hall Jr., el nadador más rápido del mundo, quien a pesar de la diabetes tipo uno que padece anunció que seguirá compitiendo para estar en Pekín 2008, sus cuartos juegos, donde llegará con 33 años en pos de su tercer título olímpico en la prueba de 50 metros libres y no duda en batir el récord mundial de 21.64 segundos del retirado ruso Alexander Popov.

Ganador de nueve medallas olímpicas en las citas de Atlanta 96, Sydney 2000 y Atenas 2004, en pruebas individuales y relevos con la selección de Estados Unidos, Gary visitó ayer la alberca de la UNAM y presenció algunas de las pruebas del torneo de curso largo de la Acuática Nelson Vargas, la empresa que lo trajo para inaugurar este lunes la sucursal de Querétaro en su nuevo concepto Family Fitness.

Rodeado de las futuras promesas de la natación del país que gritaban su nombre como si fuera un viejo conocido, al rubio atleta de 2.02 metros de altura le invadió la nostalgia cuando se detuvó frente a la alberca y con la "V" de la victoria levantó los brazos como un tributo al escenario que su padre tanto le había platicado.

"México tiene un lugar muy especial en mi corazón, porque aquí fueron los primeros Juegos Olímpicos de mi papá y es como un sueño. Cuando se retiró y terminó sus estudios de oftalmología puso una clínica en este país y me siento emocionado de estar aquí'', dijo el nadador, quien estuvo acompañado de Luis Regueiro, director general de actividades deportivas de la máxima casa de estudios, y de Nelson Vargas Basáñez, titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade).

Padre e hijo han sido el único dueto en la historía olímpica con tres participaciones. Su progenitor lo hizo en México 68, Munich 72 y Montreal 76, mientras Gary ha competido en las tres últimas citas veraniegas, pero hace cinco años, previo a Sydney, recibió la dura noticia que padecía la diabetes más peligrosa, y aunque nadie le auguraba una vida prometedora nunca desistió y sorprendió al mundo en lo más alto del podio.

"Cuando me diagnosticaron, mi primera reacción fue de decaimiento. Pensé que era una enfermedad de gente mayor, que había descuidado su salud por años, más de los que yo había vivido: me sentía vacío.

"Por esa época los médicos le dijeron a mi padre que no fuera a Costa Rica. Empaqué mi insulina, mis agujas, mi perro y con mi novia (Elizabeth Peterson, ahora su esposa), me fui. Recopilé tanta información de mi enfermedad. El tiempo lo sentía destructivo y sólo me calmaba nadando en las aguas infestadas de tiburones, esperando lo peor''.

En Atenas 2004, el nadador nacido en Cincinnati y radicado en Phoenix, repitió la hazaña lograda en Australia al ganar la medalla en la prueba más rápida bajando su crono a 21.93 segundos, y aunque hace un par de meses había declarado que se retiraba, cambió de idea al afirmar que su meta está en Pekín 2008, porque "estoy nadando mejor que nunca'', una tarea que alternará con campañas y clínicas para ser una inspiración de millones de personas que sufren de diabetes.