BAJO LA LUPA
Rebelión en la granja nuclear: Norcorea pone de cabeza a Bush
Ejecuta Pyongyang sutil juego peligroso
NORCOREA PROCLAMO POSEER armas nucleares, y que se retiraba de las negociaciones hexapartitas (las dos Coreas, China, Rusia, Japón y Estados Unidos) como medida de "autodefensa", debido a que Estados Unidos deseaba "asfixiarla" (Le Monde, 11 de febrero). El anuncio es más extraño en cuanto Norcorea nunca ha realizado prueba nuclear alguna. Philippe Pons, del rotativo francés, pregunta: "¿Es Norcorea una potencia nuclear?", dando pie a la especulación de que se puede tratar de un bluff. El espectacular anuncio tomó desprevenidos a los halcones bushianos, en particular al muy tóxico John Bolton (de despedida), todavía encargado de los asuntos nucleares en el Departamento de Estado y especialista en fraudes electorales en Florida.
LAS REACCIONES DE los participantes en las negociaciones hexapartitas han sido variadas: Rusia, en silencio sepulcral; China, muy lacónica, se manifiesta por el retorno al diálogo (Diario del pueblo, 11 de febrero); Corea del Sur, exageradamente emocional, se muestra en "estado de choque" (Wired, 11 de febrero), y Japón, que cada vez se acerca más a los lineamientos bélicos del caduco bushismo unilateral, amenaza con un mayor boicot (The New York Times, 11 de febrero), a todas luces inoperante.
PHILIPPE PONS, DE Le Monde, describe correctamente que al bushismo le salió el tiro por la culata: al desear aislar a Norcorea en las negociaciones hexapartitas, Estados Unidos, con su belicismo global, acabó por aislarse a sí mismo al desear imponer su unilateralismo en la mesa donde China, Rusia y Corea del Sur deseaban un reacomodo más flexible, del que no distaba mucho Japón, pese a las brutales presiones anglosajonas. Tampoco hay que sorprenderse de que el bushismo texano desconozca el arte de la diplomacia, y que ahora coseche las tempestades por los vientos que sembró.
EL ANUNCIO NO debió haber sorprendido a Estados Unidos, cuyos servicios de inteligencia desde hace 10 años daban por descontado que Norcorea poseía alrededor de ocho bombas nucleares, lo cual es susceptible de trastocar radicalmente la geopolítica en el noreste asiático. Pero una cosa es poseer una bomba nuclear y otra es poder colocarla en un misil balístico para su lanzamiento. Existen posiciones encontradas en referencia a la posesión de misiles balísticos por Norcorea. Daniel Pinkston, del Centro de Estudios Antiproliferativos, con sede en Monterey (California), asegura que Norcorea posee la capacidad de golpear todo Japón, incluida la base estadunidense en Okinawa. Desde India, una potencia mediana nuclear, Sudhir Chadda afirma que "Norcorea y Pakistán poseen bombas nucleares, pero carecen de sistemas precisos de lanzamiento, que China no les proporcionó" (India Daily, 11 de febrero). Pero, ¿a quién le interesa la "precisión" en caso del lanzamiento de bombas nucleares, que de todas formas causaría estragos mayúsculos? A juicio de Chadda, China armó a Norcorea y a Pakistán para poner en jaque a Corea del Sur y a India.
HASTA DONDE NOS quedamos, los dirigentes de Norcorea son terrestres, y en forma insensata los mendaces multimedia anglosajones (valga la redundancia) los caracterizan como venidos de otra galaxia y cuyo régimen se encontraría al borde del colapso provocado por una hambruna masiva: "Los norcoreanos comen peor que los cerdos", aduce Jeremy Kirk (Asia Times, primero de febrero), con una tonada ya muy desgastada. En Norcorea tienen un mínimo de dinero para comprar los libros del genial estratega chino Sun Tzu, por lo que no se cansan en pedir legítimas "garantías a su seguridad" de parte de Estados Unidos que, al contrario, en la fase aciaga del bushismo unilateral, la colocó en la trágica lista del eje del mal junto a Irak e Irán. Ahora su estatuto denigrante ha sido diluido al rango de "puesto de tiranía" por Condi Rice.
EN VISPERAS DEL periplo europeo de Baby Bush a Europa y su crucial cumbre con el zar ruso Vladimir Putin, Norcorea elevó el tono retórico, cuando el bushismo unilateral hace agua en Irak y colisiona con China en referencia tanto a las presiones brutales para revaluar el yuan como a la amenaza del Congreso estadunidense de propinar un castigo de 30 por ciento de aranceles a las mercancías chinas. Norcorea desea negociaciones bilaterales, que Estados Unidos desecha en forma absurda. Así las cosas, la verdadera prueba de fuego será cuando Pyongyang cruce el Rubicón de realizar una prueba nuclear, que desencadenaría una carrera armamentista nada conveniente en la región y que orillaría a Japón, Taiwán y Corea del Sur a dotarse de armas similares y a China a maximizar la puja de sus armas nucleares. El anuncio norcoreano se gestó también en vísperas del aniversario 63 de su líder máximo, Kim Jong Il, quien le pasaría la batuta de mando a su hijo, lo que perpetuaría su dinastía (World Tribune, 11 de febrero).
¿SE APROVECHA magistralmente Pyongyang del momento en que el bushismo se encuentra enfrascado en una confrontación de amenazas con Irán para erradicar su proyecto nuclear? ¿Apuesta al declive vertiginoso del dolarcentrismo unipolar de Estados Unidos, que dejaría castrado al bushismo en la mesa hexapartita? Stratfor (10 de febrero), centro de pensamiento texano-israelí vinculado a los intereses de la petrocracia anglosajona, considera que Rusia intentará asumir un papel mediador activo, con el fin de "redefinir sus propias relaciones con Estados Unidos" y "eliminar la fuerte presión geopolítica que ejerce Washington sobre Moscú" en su periferia cercana. Rusia estaría preocupada por la posibilidad de un conflicto militar en sus fronteras del Lejano Oriente y "estaría convencida de que Norcorea no está recurriendo al bluff. Los servicios de inteligencia de Rusia siempre sostuvieron que Norcorea dispondría de entre cuatro y seis bombas nucleares" y es muy posible que las haya duplicado el año pasado: "Moscú está tan preocupada de que un ataque militar de Estados Unidos sea tan inminente, que las fuerzas militares rusas fueron puestas en máximo estado de alerta en el Lejano Oriente sin haber notificado a su población (...) Si Estados Unidos ataca a Norcorea, el conflicto, que puede ser nuclear, podría desparramarse a las fronteras rusas. Y si las fuerzas de Estados Unidos ocupan Norcorea, Rusia quedaría también rodeada en su flanco suroriental". El mensaje de Stratfor es muy claro: a Rusia le conviene someter a su aliado norcoreano antes de que el bushismo aniquile el incipiente nuclearismo de Pyongyang.
EL BUSHISMO UNILATERAL, además de insistir en que Pyongyang se ha aislado todavía más, se ha confinado en su postura de minimizar la nuclearización norcoreana que, a su juicio, ha encajonado a China, país anfitrión de la mediación hexapartita (Keith Bradsher, The New York Times, 10 de febrero). Jim Bencivenga, de The Christian Science Monitor (10 de febrero), ejercita el recuento de reacciones en la prensa regional y concluye que China puede ser forzada a apretar las tuercas económicas al régimen de Kim Jong Il, a quien califica de "impredecible". China se ha pronunciado sin equívocos por la desnuclearización de la península coreana y favorece un abordaje de "compromiso gradual". La prensa de Estados Unidos y la de Japón parecen haberse sincronizado en que Norcorea se ha vuelto un "aliado embarazoso", que puede llevar a China a una confrontación con Estados Unidos.
LA PRENSA ANGLOSAJONA en general, que epitomiza The Sydney Morning Herald, asegura que Norcorea cometió un "grave error de cálculo" sobre las reacciones chinas. En contrapunto, Aidan Foster-Carter, experto en asuntos norcoreanos de la británica Universidad de Leeds, asevera que Norcorea -que acaba de recibir en muy buen talante a dos congresistas de Estados Unidos- lleva a cabo un "prolongado juego sutil" para maximizar sus cartas negociadoras; un juego muy riesgoso que empieza a irritar a China (Asia Times, 12 de febrero). Por su parte, Bruce Klingner, de Intellibridge Corp., con sede en Washington, aduce que Norcorea realizó su provocativo anuncio para redituar la atención en la península coreana y con el fin de prevenir las presiones chinas" (Asia Times, 12 de febrero).
EL COMUN DENOMINADOR de todas las interpretaciones resalta el carácter enigmático del anuncio norcoreano. John Feffer, especialista en asuntos coreanos, fustiga la "confusión de la política de Estados Unidos en relación con Norcorea", así como su obsesión en el "cambio de régimen" (Foreign Policy in Focus, 9 de febrero), mientras Ben Johnson y Gordon Cucullu imploran "no culpar a Bush", la postura del Partido Demócrata, que pide regresar a la fase de las negociaciones clintonianas y que derivó, a juicio de los autores, en el nuclearismo norcoreano que ganó 10 años de tiempo (Front Page Magazine, 11 de febrero). Gordon y Cucullu exigen una "respuesta severa" de parte de los "visionarios" (sic) Bush y Condi Rice.
DESPUES DE QUE el bushismo unilateral fue desnudado en su invento sobre las armas de destrucción masiva en Irak, Pyongyang puso de cabeza todo el abordaje de Washington respecto a la desnuclearización de Irán y Norcorea (Le Monde, 10 de febrero). Selig Harrison, del Center for Internacional Policy, con sede en Washington, quien acaba de describir el fracaso de la "gestión de la crisis" en la península coreana por el bushismo (Foreign Affairs, enero/febrero de 2005), reconoce que Estados Unidos "se encuentra en una mala posición" y "necesita con urgencia una nueva estrategia". Pues ni tan "nueva"; con sólo regresar a un mejor abordaje diplomático y a los lineamientos que había legado Clinton -quien había tenido éxito en congelar los planes nucleares de Norcorea a cambio de estímulos integrales (el famoso "acuerdo marco" de 1994)- podría bastar para reanudar las negociaciones hexapartitas que tomen en cuenta a los otros participantes, así como para emprender en paralelo, y en forma "creativa", una negociación bilateral (en secreto relativo) que normalice las relaciones y que justamente había formulado el candidato presidencial perdedor John Kerry durante su debate con Baby Bush. Pero, ¿cómo se puede pedir "creatividad" a un oso en una cristalería diplomática?