Aborto libre y gratuito reclaman argentinas
* "Nosotras parimos, nosotras decidimos", afirman

Decenas de testimonios acerca de abortos clandestinos han comenzado a poblar el ciberespacio. Pero la acción no es al azar, forma parte de una campaña promovida por la Red Informativa de Mujeres de Argentina (RIMA) denominada Yo aborté, misma que ha empezado a sacar de los secretos las historias de estas mujeres y ha hecho públicos los detalles de un problema de salud por el que mueren miles en todo el mundo.

No pueden meter presas a todas las mujeres, dicen irónicamente. Con esta campaña buscan juntar relatos, experiencias, vivencias que sumadas, muestren la dimensión de un problema social que afecta sólo a las mujeres: "la penalización y la ilegalidad del aborto, no el aborto en sí, no el acto de interrumpir un embarazo no deseado, sino la clandestinidad, la ilegalidad, el silencio, el miedo, el sometimiento a algo no deseado, la necesidad de concretar una decisión que transcurre en nuestros cuerpos y en nuestras vidas. Ya han hablado mucho de nosotras, ya han teorizado mucho sobre lo que transcurre en nuestros cuerpos, ya nos han dicho cómo debemos sentir un aborto o un embarazo, o nuestra vida sexual, es un paso fundamental empezar a escucharnos y comprender cómo sintió verdaderamente la otra y registrar cómo sentimos nosotras mismas", dice Claudia.

Gabriela, explica que por ser de clase media tuvo médicas, anestesia y "hasta un hombre responsabilizado y contenedor a mi lado, todo un lujo"; acompañó a sus hermanas a abortar; ayudó económicamente y emocionalmente a su empleada doméstica para que también lo hiciera, pero como ésta última "es de clase baja, por enésima vez le pusieron una sonda en el cuello del útero, le dieron suficientes antibióticos pero pocos anestésicos".

Estas mujeres exigen el derecho al aborto porque "nadie puede sustituirnos en las decisiones que nos implican, que tienen relación con nuestra vida, con nuestros sentimientos, con nuestra responsabilidad como seres humanos, sin embargo, nunca fuimos consultadas, como si no fuéramos ciudadanas. En esta lucha, está en juego nuestra propia dignidad -por eso decimos que no es una simple reivindicación- sino el no ser consideradas como cosas, como seres humanos dispuestos a vivir una vida digna de ser vivida". ¡Aborto legal para no morir! exigen: "Nosotras parimos, nosotras decidimos".

Gabby anota que ella abortó en 1984 y ni siquiera podía decir que se iba a hacer un legrado, simplemente le llamaba "eso". Ella y una compañera de escuela, vivieron esa experiencia, lo hicieron "por el miedo, por no saber qué podría pasar. Por la culpa inoculada por 13 años de escuela católica apostólica romana, por ignorancia".

Su prima y Claudia, también están en la lista. La primera lo hizo a los 15 años y la segunda a los 14. "Nunca me voy a olvidar cuanto lloramos sentadas en la vereda de la casa de su abuela, ni la sensación de desesperación. Lo íbamos hacer solas, pero como nos era tan inaccesible tuvimos la brillante idea de que, a pesar del miedo, se lo contaríamos a su mamá, que se encargó de todo. De esto no se habló más. Todas/os lo saben, pero nadie lo habla".

Claudia acompañó hace dos años a una amiga a hacerse el legrado, el médico la maltrató, "la trató como basura" pero como ella no quería esperar a buscar otro/a, por no arriesgarse a pasar por eso otra vez, permitió que ese médico la atendiera. "Sentí mucho miedo porque yo la había llevado ahí. Salió todo bien, pero la marca del maltrato de ese tipo, sé que va a ser indeleble en su vida".

Otra de las amigas de Claudia se practicó un aborto, esta vez se toparon con un médico convencido de que el legrado es un derecho, incluso les sugirió que fueran 400 mujeres al arzobispado vestidas de gladiadoras romanas, levantaran la mano y dijeran: "ave cesar, las que van a morir te saludan", porque en Argentina se sacrifican 400 mujeres por año para el dios católico".

Sonia de 15 años, se angustió, junto con su novio, al saber que iba a tener un hijo/a. Su madre la llevó al médico al que ella había acudido por una situación similar. "Nunca dudé de mi decisión, de que no era el momento para tener un hijo, lo hicimos todo a espaldas de mi papá porque así funcionaba todo en mi familia... a pesar de lo convencida que estoy de mi decisión y de que las mujeres tenemos derecho a decidir cuándo y cómo tener un hijo, no hablo muy fácilmente de mi aborto".

Yo aborté clandestinamente, continúa el relato, "que es la única manera de hacerlo en Argentina. La primera vez, con un médico hipócrita de Barrio Norte, un doble moral que me reprendió por mi 'conducta'; la segunda vez, en un lujoso consultorio a tres cuadras de la Residencia Presidencial de Olivos, con una médica feminista que me pidió disculpas por el abultado precio -pero los gastos de abogados, monitoreo cardíaco...- imponían esa tarifa.

"Lo que sentí, las dos veces, fue el alivio que da poder elegir y no morir en el intento, pero hay otras mujeres, miles que no pueden hacerlo o bien lo hacen, pero pagan con su muerte. Hay otros abortos clandestinos donde no hay ni siquiera un médico hipócrita con doble moral y mucho menos una costosa médica feminista, otros dejan secuelas a 15 mil mujeres por año en Argentina, o 400 cadáveres de mujeres. Por eso creo que no alcanza tampoco con que sea legal. Además de despenalizado y legal, el derecho al aborto debe ser libre y gratuito, pero fundamentalmente para que no mueran más 400 mujeres por año", explica Andrea.

A Belén no la apoyó su pareja "me trató de asesina, de hipócrita, debido a mi compromiso con los derechos humanos, me llegó a decir que esperara nueve meses y se lo diera a él, como si los hijos fueran paquetes que se entregan. Sinceramente no me arrepiento de lo que decidí, conté con el apoyo y las condiciones necesarias, pero sobre todo, tuve la posibilidad de decidir qué era lo mejor para mí.

"Una sobrevive, pero es difícil vencer el terror que esas/os señoras/es clandestina/os inspiran, dueños de nuestra salud, nuestros cuerpos, nuestras vidas, expuestas ante ellas/os. Amigas, alumnas y adolescentes desesperadas, recurren a mí, por vieja bruja y feminista, sabedora de estos avatares.

He contenido, acompañado, prestado y dado dinero, buscado direcciones, llorado, esperado, escuchado... También luchado públicamente por el aborto seguro, legal y gratuito. Lo seguiré haciendo", explica Alejandra.

Quienes deseen escribir sus historias, pueden hacerlo en la página de Internet: http://www.rimaweb.com.ar/aborto/yo_aborte.html

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