Mañana se presenta en El Pasagüero para celebrar sus 51 inviernos o sus "15 años al revés"
Estoy retomando ese salvaje que fui, afirma Jaime López
Descarta que esté viviendo un resurgimiento; "la música no es para turistas", dice el cantautor
PATRICIA PEÑALOZA
Oscuro y apasionado, el cantautor tamaulipeco Jaime López, avecindado desde los 16 en el DF, termina un año de festejar sus 50 de vida y de presentarse con asiduidad y buena afluencia dentro de un ciclo al que varios llaman su "renacimiento en los escenarios", para comenzar otro más, sus 51 inviernos, sus "15 al revés", como él dice, ofreciendo un cálido concierto que promete arropar corazones y orejas, este viernes 28 en El Pasagüero (Motolinia 33, Centro. 22 horas, 100 pesos).
Jaime representa menos edad; luce alegre, optimista, como hace años no se le veía. En entrevista, es inasible. Toma la grabadora cual diván para autoanalizarse; no aterriza las preguntas que se le hacen: es tal su naturaleza volátil, fugitiva. Mas, dueño de lo que quiere expresar, toma por asalto la cinta para hacer de ésta la tribuna de sus denuncias político-sociales. Entre otras cosas, llama a recuperar la vida nocturna como combate a la represión que implica la falta de espacios para el diálogo, la música, la lectura, y sobre todo para el encuentro sexual: a su decir, "el acto político por excelencia".
Un tipo a todo dark
-ƑEs posible hablar de un "resurgimiento" de Jaime López, o es una ilusión para neófitos?
-Más bien logré algo difícil en este país: combatir la intermitencia en cuanto a presentaciones, tomando en cuenta que mucho lo tienes que inventar. Lo bueno es que ha habido interés en los foros y en quienes hacen el esfuerzo de ir, en estos tiempos de "San Juan Autista", o sea, de Internet y walkman... Muchos preguntan que dónde andaba, pero siempre he estado aquí. Entonces, o la gente no se movía mucho, o yo andaba en el lugar erróneo. Y bueno, cumplí 50 años, y no es que la edad me determinara, pero dije: ya es hora de tener regularidad, lo cual jode, pues uno tiende a la depresión, pero el trabajo hace que salgas más rápido. De modo que, si cerré bien el año pasado, debo empezar bien el nuevo.
-Hablo de que se siente algo nuevo en ti, algo emocional. Como que algo bueno te animó a salir del hoyo...
-Sí, špero del Odio Funky (exitoso disco que grabó en 1994 con José Manuel Aguilera)! Justamente el disco cumplió 10 años, y Aguilera y yo acabamos de grabar un nuevo disco que se va a llamar No más héroes por favor, el panteón ya se llenó. No sé cuándo saldrá, está en el "limbo-rock"... Y pues, a lo mejor dices algo que no había pensado. A veces uno se dedica a cosas muy "dark" y se vuelve uno un tipo "a todo dark". Vives ambientes que parecen medievales, oscuros, pero para mí fueron siempre mi elemento. Nací en la frontera en una década de muchos congales, eran parte de nuestra cultura. Mi bagaje no viene de una casa de cultura, sino de las cantinas y los congales. Mucho tiempo no supe si los homosexuales y lesbianas, a los que llaman freaks, era lo anormal; sentía que yo era el anormal por no ser gay, teporocho, junkie o prostituto; de hecho aún me siento muy fresa, comparado con todos ellos, que "me dieron patria". Me gusta esa combinación de extremos que soy, aunque mucho tiempo me empeñé en estar del lado-culto de la luna. Recientemente me ha dado por ofrecer mi claridad, aunque "metabólicamente" hablando, me ha costado volver a gozar la luz; esto es, la luz de las personas, las miradas, los cuerpos. Sí la apreciaba, pero estaba polarizado, tendía más a la noche, que también es mi elemento. Hoy busco encontrar ese punto medio entre cordura y locura, sobriedad y ebriedad, letra y música. Creo más en el equilibrio porque he estado en los extremos.
-ƑSentías que si te ibas al otro extremo te afresabas, perdías identidad?
-No, sentía que me desequilibraba, aunque desequilibrado ya estaba. Yo tenía eso desde niño. Llegué al DF a los 16 años, de un clima diario de 30 grados; acá me moría de frío. He vivido entre el trópico y el polo. Entonces, apenas empecé a gozar realmente de esa combinación de elementos... Como dice una de mis canciones, voy del calor al frío fácilmente. A mostrarme y ocultarme. Mi problema es que a veces me quedo en uno solo de los extremos. Lleva tiempo, pasión y esfuerzo combinar ambos. Creo que eso es lo que me pasa. No sé si sea por la edad.
Volviendo al bruto que fui
-ƑCómo podrías definir el momento artístico en que te encuentras? Porque pasaste por la época en que pudiste ser una "estrella" impulsada por la industria disquera, pero luego vino la decepción y te encerraste. Luego has salido poco a poco otra vez...
-Muchos de esos malos momentos los acepto como errores, pero no del todo, pues un tango se baila entre dos; los otros también tuvieron su responsabilidad. Yo he sido un solista involuntario, siempre he querido hacer grupos, pero quienes han tocado conmigo se han dedicado a otra cosa, y cuando quieren volver se torna difícil. Y es que la música no es para turistas: hay gente que antes de los 20 o 30 tiene la inquietud por la música, la pintura, la poesía, pero en algún momento hay que decidir si será tu carrera o vocación... Ahora, antes de los 20 eres la joven promesa, todos te celebran tu creación, después ya no.
-No me parece. Las nuevas generaciones gustan respetar a los músicos de más de 30, 40 o 50; ahí están los Rolling Stones, el Buenavista Social Club; la cantante de los Yeah, Yeah, Yeah y Peaches, que tienen más de 30, o qué tal Debbie Harry...
-Bueno, es que en México la adolescencia dura hasta los 50, y se da mucho lo retro... špero lo retrógrada! (risas). A mí de niño siempre me emocionó la gente más grande. Yo creo que eso está volviendo porque en un tiempo se creyó en esa engañifa de "desconfía en alguien de más de 30'', pero al llegar a los 30, decías "desconfía de alguien menor", lo que creaba una brecha generacional que veo como un "mal innecesario". Hoy día para mí es difícil convivir con todas las edades que he tenido, sin caer en ser retrógrada. Yo sigo cayendo en ese lugar común tan agradable: aún albergo mucho del niño que fui. Tiene mucho que ver con lo que soy ahora.
-ƑSientes haber retomado partes puras, en bruto, de tu infancia?
-Sí, mis partes más salvajes, en bruto... Estoy volviendo al bruto que fui (risas). Digo, hablando como de caballos: le llaman brutos a los que no están domados. Y yo he sido un tipo domesticado, he sido educado por mis padres, mi entorno, la escuela, y hasta por las mujeres. Así, de pronto surge ese caballo bruto, ese potro que soy todavía; lo interesante es ahora ver cómo puede convivir con el animal domesticado. Lo padre es tener 50 años y aún tener ese potro bruto. También regresar a ese semental que ya no vas a ser muy pronto. Así, volviendo a mi relación con la industria... en realidad no estoy decepcionado, tal vez ellos se decepcionaron de mí. Como dije, el baile es entre dos: no les echo la culpa. Dejaron de bailar y no me di cuenta, o a veces me creí demasiado y me quedé bailando solo en la pista.
Contra la represión, cantinas
El creador de La primera calle de la soledad toma aire para cargarse de enjundia: "A mí me tocó en los 70 y 80, el verdadero post-68. Pero yo nunca vendí la derrota del 68. Muchos la han vendido, y muy bien. Porque fue una derrota, eso fue. Yo estuve entre quienes nos tocó dar la cara luego de esa derrota. Tuvimos una formación distinta: nos cerraron un café de reunión, pero no se abrió otro, cuando había que crear: šsi se cerraba uno, se debían abrir dos!
"Creo que es así como se debe contestar a la represión: con lugares de solaz y esparcimiento, donde haya refuego verdaderamente político, pues éste se da desde las relaciones más íntimas. Tu relación política empieza desde el sexo. Creo que es la relación política por excelencia: encontrar otro cuerpo te libera de ti mismo, del cual vuelves a ti mismo mejor o peor".
Con voz ronca y ajada, prosigue: "Si luego del 68, en vez de aceptar la llamada 'apertura democrática', el 'nuevo cine mexicano', peñas para la izquierda o CCH's para encauzar a los marxistas perdidos, se hubieran generado cantinas, cafés, editoriales de libros y música, tendríamos otro ambiente social, cultural, político. Buenos ejemplos son países como Argentina, Brasil, España. En el País Vasco podrán acabar con la ETA, pero no con una cantinita etarra, que está tolerada porque han peleado por ella; Ƒo por qué a pesar de Franco, en España se cerraban los bares hasta las tres de la mañana? Porque son parte de su cultura. Los argentinos, que siempre están en crisis, Ƒpor qué generan tanta música y vida nocturna? Brasil, que sufrió un régimen militar, Ƒpor qué responde con tan buena música?
"En cambio aquí, a cualquier cosa le llaman espanto. Lo que aquí ha pasado es que los militares se han civilizado y los civiles se han militarizado. Los militares por lo menos están ubicados, uniformados y hasta políticamente controlados, mientras que ahora cualquier civil, o narco-civil, tiene armas de uso exclusivo del ejército, y no está controlado. Acá nos queremos inventar que realmente hubo una represión como en otros países sudamericanos, pero más bien la tenemos de otra manera, más sutil, que entre otras cosas se expresa en una represión de la vida nocturna. Por ello, al cantar en solitario, y no poder formar un grupo por razones más políticas que artísticas, me he visto convertido en un activista político involuntario".
Sexo, desierto y humor
-ƑCómo se traduce toda esta forma de ver las cosas, en tu trabajo musical? ƑProcuras el subversivo encuentro sexual entre tu canto y el público?
-Pues sí, se da de manera espiritual... Aunque yo crecí en un ambiente muy sexual, agradablemente promiscuo. Una fortuna de llegar a los 50, es que soy consciente de que después de regarla tanto, apenas empecé a tener ciertos logros. Incluso en mi voz se ve reflejado: antes era más gutural porque me estaba estrangulando con mi propia voz; era un suicida, buscaba matarme cantando. ƑEn qué momento pasé a cantar más desde el fondo? Pues tras las revolcadas. Y grabando discos. Aunque esa es una expresión algo muerta: te quedas retratado, y luego quieren que cantes sólo como grabaste. En vivo tienes que estar arriesgando; aquí viene la parte política: el riesgo. Sé que muchas veces parezco apolítico, un pasotas, pero no es así. Ahora hasta para hacer tu guerrilla te dan becas.