366 ° DOMINGO 26 DE DICIEMBRE DE 2004
 
En busca del
idioma universal
 

Cuando tenía 13 años llegó a sus manos un libro de frases en inglés y esperanto; a los 15 adquirió un curso completo, y hoy, 36 años después, Jorge Luis Gutiérrez Galván sigue convencido de las bondades del "idioma internacional"
 
 
Gutiérrez Galván. Esperantista
JORGE LUIS GUTIÉRREZ GALVÁN ES DE ESAS personas con las que uno puede hablar muchas horas. Es un hombre alto, blanco, de cabello cano y agudo sentido del humor. Periodista de profesión, egresado de la ENEP Acatlán, hace traducciones para una agencia que da servicios a los diarios The New York Times y Le Monde.

Trabajó para varias editoriales (como redactor, corrector, diseñador y traductor). Estuvo dos temporadas distintas (1985-1989 y 1992-1997) en Excélsior. La segunda, como subjefe de la sección internacional. Lo dejó por la verticalidad de las órdenes. "Un día (Andrés) Barrenechea, el director, me llamó porque había puesto en el adelanto algo sobre Lady Di que no le gustó. Le dije: ‘Estaba en los cables, pensé que...’ No me dejó terminar: ‘Usted no está aquí para pensar’."

Vive en Cuernavaca desde hace cinco años con su hijo Jorge Luis (estudia diseño) y Lucas, su gato. Su hijo Mario estudia música en el DF. La casa está en el boscoso camino de la carretera vieja, donde, según él, vive como rico, sin las preocupaciones de los ricos. Pero acepta que extraña cada vez más la convivencia con periodistas, pues su trabajo es casi todo por Internet.

–¿Por qué lo dejaste?

–Porque estaba harto de la gente. Yo, como esa frase de los setenta, quiero a la humanidad, pero no a los hombres –dice, muerto de la risa.

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Tenía 13 años cuando llegó a sus manos un libro de frases en inglés y esperanto, el idioma creado por Lejzer Ludwik Zamenhof en 1887. Cuando cumplió 15 se compró un curso (un libro con casete) y conoció a la comunidad esperantista. Entre 2001 y 2003 presidió la Federación Mexicana de Esperanto. "La crítica más común es que el esperanto no tiene cultura histórica, pero, ¿para qué? Piensa en lo absurdo de una reunión donde participan japoneses, suecos, alemanes, franceses y todos hablan en inglés; el esperantista va a un Congreso y se entiende con gente de 60 países".

El esperanto, dice, se creó pensando en que un país no dominara a otro por medio del lenguaje. Luego se fue "por un camino más utópico": que todos pudiéramos comunicarnos con la misma lengua.

–¿El esperanto es una buena idea que fracasó?

–Eso dicen... (Pero) no. No ha habido ni la intención de discutir el tema en Naciones Unidas. Tampoco un rechazo oficial. El Papa, por ejemplo, en su mensaje de año nuevo saluda en esperanto.

Para que el esperanto funcione, dice, debe haber una cultura de respeto hacia lo distinto. "Ahora que hay un movimiento altermundista, el esperantista puede encontrar asideros, porque el esperanto es alternativa. Fíjate nada más en el Foro Social: muy antiimperialistas, pero todos hablan inglés. ¿Qué alternativa propones si de entrada, con el lenguaje, te doblegas al sistema imperante?"

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A mediados de los noventa, fue a la reunión anual de la asociación de editores de diarios, en Washington. "El del The New York Times dijo que estaban probando la página web. Regresé con la idea de trabajar con Internet".

En Excélsior estuvo dos años más. "Me sentía atrapado. Querían cosas absurdas, como que regresara de mi casa a las 11 de la noche para hacer una traducción. Renuncié".

"El error de Regino (Díaz Redondo)", dice ahora, "fue apostar la vida del periódico al PRI. El día que The New York Times publicó que (Manlio Fabio) Beltrones y (Jorge) Carrillo Olea tenían nexos con el narco, mandé la nota en el adelanto. El director me mandó llamar y me dijo que eso era un ataque contra México, que lo borrara del sistema."

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Hace unos años, al salir del cine, un hombre se le acercó y le planteó una operación matemática. Ante su desconcierto, el hombre aclaró: "¿No que muy Einstein?" Jorge Luis usaba el cabello largo y amarrado en una coleta. Poco después se lo cortó: "Hay cosas que un día te pesan y debes irte quitando". Lo que no se quitó es el gusto por la filosofía ocultista, que descubrió hace 30 años cuando conoció la escuela de Ivanovicht Gurdjieff. Antes estuvo en la Gran Fraternidad Universal (GFU). "Estaba muy joven", dice, a modo de explicación. El ocultismo, sin embargo, influyó en su percepción del mundo, en la creencia de que hay un orden y leyes que rigen todo. En la GFU fue tesorero, maestro de yoga y subdirector del centro de astrología, que estudió con el afán de encontrar elementos en contra. En 1976 se salió y no regresó hasta 1994, cuando tomó un curso de reiki.

–Está de moda lo esotérico...

–El problema es que uno busca hacer magia, controlar las cosas. Y todo efecto tiene su contraefecto. Para mí el valor de estas cosas es que uno las haga como método de autoconocimiento.