Homenaje a 30 años de su muerte
Rosario Castellanos desafió la ausencia de la mujer en la cultura
mexicana
Aleyda Aguirre
A 30 años de su muerte,
estudiosos y estudiosas de la obra de Rosario Castellanos afirmaron
que ella es probablemente la escritora mexicana más importante
después de Sor Juana Inés de la Cruz.
Plantearon también que todavía hay que seguir "buceando"
en la obra de la escritora pues con sus ensayos la poetisa hizo diversas
aportaciones a las letras mexicanas: "Ella fue una pensadora muy
importante para México y nunca se limitó, era una intelectual
muy completa y profunda, sin esta parte de su obra: sus artículos
periodísticos, la visión sobre Castellanos quedaría
incompleta".
Rosario describe vívidamente su importancia como mujer en el
mundo, antes de emprender el oficio de escritora, dice Andrea Reyes,
investigadora estadunidense y cita: "Escribo porque yo, un día,
adolescente, / me incliné ante un espejo y no había nadie.
/ ¿Se da cuenta? El vacío. Y junto a mí los otros/
chorreaban importancia". Ella misma manifiesta su propia importancia,
señala la investigadora.
Empieza a escribir ensayos en revistas literarias en 1947 cuando todavía
es estudiante universitaria. "A través de su escritura,
el uso de la palabra, Castellanos desafía la ausencia de la mujer
en la cultura y se sitúa como una pensadora mexicana, con el
inalienable privilegio y derecho a opinar" puntualizó Reyes,
durante el Coloquio internacional en homenaje a Rosario Castellanos
a 30 años de su muerte, organizado por el Programa Interdisciplinario
de Estudios de la Mujer del Colegio de México (PIEM) y el Fondo
de Cultura Económica (FCE), mismo que congregó a especialistas
de diversos países del mundo.
Castellanos tuvo que luchar contra el machismo, ella fue una "mujer
excepcional, dentro de una sociedad que limita la participación
de su población femenina y desprecia sus habilidades, es una
contradicción que permea su conciencia y su obra entera",
expuso Reyes, quien agregó que la ensayista es sin duda "una
de las mentes más lúcidas del mundo literario mexicano
del siglo XX".
La también diplomática, abundó la investigadora,
es parte de la vanguardia del feminismo, no sólo en México,
sino a nivel mundial: "Nadie en este país tuvo, en su momento,
una conciencia tan clara de lo que significa la doble condición
de mujer y de mexicana, ni hizo de esta conciencia la materia misma
de su obra". En 1950, sus tesis feministas coinciden con las de
Simone de Beauvoir, precisa Reyes.
En el coloquio, que duró tres días, se habló de
la sensibilidad de la escritora para visibilizar y denunciar la opresión
en que viven las y los indígenas; de la actitud feminista a favor
de los derechos humanos de las mujeres. Se anunció también
que con motivo de las tres décadas de su fallecimiento, el FCE
publicó sus obras completas y pronto inaugurará una librería
que llevará su nombre. Asimismo, pronto saldrá a la luz
una colección titulada: Mujer de palabras: artículos rescatados
de Rosario Castellanos, editado por el Consejo Nacional de la Cultura
y las Artes (Conaculta).
Elena Urrutia, impulsora del homenaje, dijo que Castellanos ''Era una
mujer que traía de alguna parte la alegría, pese a su
soledad y a su apariencia débil y frágil". Gabriel
Guerra Castellanos, hijo de la autora de Balún Canán,
expresó que aún está pendiente resolver las principales
preocupaciones de su madre: la discriminación hacia los indígenas
y las mujeres.
Hace 30 años, un 7 de agosto de 1974, Rosario Castellano, quien
creía que en el mundo había ''otro modo de ser humano
y libre'' falleció electrocutada en un accidente doméstico
en Tel Aviv, donde era embajadora de México, desde donde enviaba
textos literarios y ensayísticos.
Dolores Castro, amiga de Castellanos, agradeció a la que también
se desempeñara como periodista, la disciplina que le dio para
escribir y coincidió con la investigadora Carmen Galindo en que
la narrativa de Castellanos posee un gran lirismo.
El escritor Carlos Monsiváis elogió el lenguaje "probadamente
literario" de Castellanos y su actitud propositiva ante el entorno
social chiapaneco, caracterizado por el racismo; la combinación
poética de la angustia con el sarcasmo, la piedad, la sorna y
la falta de devoción.
En tanto Carlos Montemayor propuso una reinterpretación narrativa
de la dramaturga, quien también fuera maestra de la Facultad
de Filosofía y Letras, y convocó a mirarla como una escritora
de la opresión y condición femenina humana y no como escritora
de novelas indigenistas: "Ella hablaba de la condición de
la mujer, del sometimiento, la sumisión, el dolor y la marginación,
pero también de su poder, de su capacidad de fabulación.
El bosque del indigenismo quizá no ha dejado ver el árbol
del mundo femenino recreado por ella".
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