En Chiapas es más grave robar una vaca que desaparecer una mujer
Hechos y no discursos se requieren para acabar con violación a derechos de niñas y niños indígenas: Figueroa


En ocho meses, han aparecido violadas y asesinadas 10 mujeres en Chiapas, se tiene testimonio de jovencitas migrantes centroamericanas, primordialmente de Guatemala, que han tenido que "esterilizarse" antes de salir de su país, porque "sabían que las iban a violar en el camino".

Lo anterior, fue denunciado por Martha Figueroa del Grupo de Mujeres de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, durante su intervención en el Foro sobre niñas y niños indígenas, organizado por las Comisiones Unidas de Asuntos Indígenas, Especial de la Niñez, Adolescencia y Familia, a propósito del XV aniversario de la adopción, por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de la Convención de los Derechos del Niño.

Al hablar de las niñas indígenas de Chiapas, expuso que sus derechos humanos y sexuales son violentados, pues a la fecha, sigue siendo delito más grave "robar una vaca que desaparecer a una mujer, ya que esto es considerado un delito menor llamado rapto" explicó.

Las mujeres y en especial las niñas indígenas, aseveró, siguen siendo las únicas "castigadas" pues cuando se abusa de ellas, como en el caso de una joven indígena que recientemente dio a luz en la calle y su hijo murió, la sociedad la trató como "hiena". "En Chiapas existe una situación de conflicto armado en el que hay casos de niñas violadas y cuando se atreven a denunciarlo, son investigadas, peor si se embarazaron... Se abusa de ellas en las zonas marginales y se están exportando niños y niñas para la violencia sexual en los estados turísticos de nuestro país".

Aunado a ello, los usos y costumbres de las comunidades continúan violando los derechos de las mujeres, pues todavía las jovencitas son obligadas a contraer matrimonio. En Chiapas, aseguró, la muerte materna es uno de los problemas de salud pública más apremiantes de la entidad. Se necesita, dijo, mayor información, compromiso, presupuesto y "voluntad política en hechos y no sólo en discursos, cifras y ponencias para cambiar esa situación", indicó.

A la fecha, sigue siendo delito más grave en ese estado fronterizo, "robar una vaca que desaparecer o violar a una mujer". Los y las niñas indígenas, comentó, viven explotación, autoritarismo y violencia, a consecuencia de la "guerra que persiste en la entidad" desde 1994 cuando tuvo lugar el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Los y las niñas indígenas de Chiapas, puntualizó, son receptores de terrorismo, amenazas de muerte, torturas, desaparición, violaciones y desplazamientos.

Informó que sus traumas sicológicos son minimizados, se les discrimina y señala como "lombricientos" a la hora de determinar sus afecciones síquicas. La militarización, continuó, ha acrecentado la prostitución infantil y las enfermedades de transmisión sexual, así como la violencia intrafamiliar.

La información con la que se cuenta, relacionada con la situación de las y los niños indígenas, expuso Figueroa, es de 1997, se ha dejado siete años sin actualización, sin embargo, a través de encuestas, dijo, es posible saber que los 3 millones de niños y niñas indígenas, -11 por ciento de la población- tienen serias deficiencias en cuanto a su crecimiento.

Un gran número de niñas indígenas, se dijo en el foro, pierde muchas horas de su vida en acarrear agua a sus comunidades y en las actividades domésticas, lo que les resta tiempo para acudir a la escuela y realizar labores de esparcimiento, propias de su edad, asimismo, viven en condiciones de pobreza, marginación y padecen fuerte retraso nutricional.

Asimismo, los padres siguen pensando que ellas no deben recibir educación porque no la necesitan, o son alejadas de las escuelas "por los abusos sexuales que se cometen en contra de ellas por parte de los maestros".

Por su parte, la titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez, informó que cerca de la tercera parte de los niños y niñas indígenas de 5 a 9 años -405 mil-, presentan retraso en talla y estatura, sobre todo en los estados de Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Puebla, Guerrero, Hidalgo, Quintana Roo y Campeche. Tienen de ocho a 12 veces más riesgo de contraer enfermedades infecciosas y son más propensos a padecer enfermedades crónico-degenerativas.

Se estima que las y los niños desnutridos pierden entre el 12 y el 15 por ciento de su potencial intelectual, empiezan a trabajar desde muy temprana edad en sus comunidades, en campos agrícolas, en la albañilería o en el trabajo doméstico. El 65 por ciento de los y las niñas/os indígenas, entre cero y cuatro años, viven en municipios con tasas de mortalidad infantil muy alta, donde se presentan de 35 a 67 fallecimientos anuales por cada 1000.
De cada tres niños/as que no van a la escuela, dio a conocer Gálvez, dos son indígenas; de cuatro mujeres sin instrucción primaria, tres son indígenas. En el año de 1997, el trabajo infantil ascendía a 348 mil niños/as indígenas: el 50.4 por ciento lo hacían ellos y 49.6 por ciento ellas, con un mínimo de 15 horas semanales, quienes contaban con edades que iban de los 6 a los 14 años, dio a conocer Oscar Fernández del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). Asimismo, nueve de cada diez niños y niñas indígenas que desempeñan actividades económicas no reciben ningún pago por su trabajo.

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