México D.F. Domingo 5 de diciembre de 2004
JAZZ
Antonio Malacara
Héctor Infanzón/ Impulsos (*)
PORQUE EL JAZZ no está ni debe estar al
margen de la historia; pero mucho menos bajo el yugo de la historia.
EN EL PRINCIPIO fue la creación de los temas,
que fueron brotando de la nada a manera de impulsos. Héctor se dejaba
guiar por la música misma y la consola lo registraba. Después
se los fue aprendiendo para poder "regresar" e improvisar sobre ellos.
Por lo mismo, esta noche no va a tocar lo que aparece en el disco, pero
es algo más o menos parecido.
HACE
APENAS CUATRO años, afirmábamos que uno de los absurdos
más grandes en la historia del arte y la cultura era que Héctor
Infanzón tuviera un solo disco en el bolsillo. Claro, se trataba
de un soberbio compacto a piano sólo donde ya el maestro nos mostraba
algo de su propia cosecha, además de recrear algunos de los grandes
clásicos del jazz De manera personal.
APARECIO ENTONCES, HACE cuatro años, Nos
toca. Las cosas parecían estar cambiando. Las sinrazones y las
cerrazones de los administradores de la cultura en México (o mejor
dicho, de aquéllos que administran los dineros públicos destinados
al arte y la cultura) parecían en vías de extinción.
Luego entonces, el jazz mexicano, en general, y el Cuarteto de Héctor
Infanzón, en particular, despegaban a toda síncopa.
POR OTRO LADO, el de la mal llamada "música
culta", en mayo de este 2004 estrenó su primera obra sinfónica:
Paseo y fuga hacia el mar, con la Orquesta Filarmónica de
Acapulco, misma con la que hace dos años había estrenado
Concierto para trío de jazz y orquesta. En el mismo rumbo,
grabó dos piezas para quinteto de cuerdas y piano con el grupo Raíces,
y está ya en plena talacha para presentar Concierto para clavecín
y piano, al lado de la clavecinista Eunice Padilla.
HOY, PARA TERMINAR este ajetreado 2004, llega Impulsos,
álbum doble que desata 25 temas propios, 25 nuevos motivos para
improvisar y colorear el tiempo. Se trata de una nueva aventura en solitario.
Se trata de la pasión y la página en blanco del teclado al
servicio de la creatividad y al servicio de la irredenta melomanía
con que todos nosotros y todos ustedes celebramos la vida.
ES UN VIAJE al fondo del ser, donde el inmenso
poder ecléctico de éste lo lleva, y a nosotros de refilón,
a un encuentro consigo mismo, con el jazz nuestro de cada día y
con esas raíces poco menos que inasibles a las que todavía
llamamos mexicanidad.
¿POR QUE?, PORQUE en todas y cada una de
las piezas de este disco encontramos, a veces sólo insinuadas, pero
en otras más con absoluta nitidez, las cadencias y los sabores y
los olores del son huasteco... o el abajeño o el jarocho, procesados,
trabajados, fusionados, pues, en los códigos y los acentos del jazz.
NO SE TRATA, por supuesto, de ponerse collares
de tunas o pulseras de amaranto para "mexicanizar" la universalidad de
esta música. Este es sencillamente un ejercicio, un genial ejercicio
de imaginación y de hallazgo con uno mismo, sin caer en folclorismos
faciloides o recetarios nacionalistas.
EL DISCO MANTIENE un impresionante despliegue de
líneas melódicas salidas del fondo del mar, sin que por ello
podamos hablar, ni de perfil, de un jazz meramente melódico; el
maestro hace gala constante de sus portentosas construcciones armónicas,
de su filin, de su inteligencia, una inteligencia sui generis
que no se detiene demasiado (o casi nada) a pensar en lo que sigue.
Sencillamente se deja ir. La técnica lo respalda y una desbordada
imaginería le ilumina los pasos.
HECTOR INFANZON Y el mestizaje de su música
saben que para honrar y celebrar nuestras más antiguas y hondas
tradiciones, no hay como apostar siempre a la vanguardia.
(*) FRAGMENTOS DEL TEXTO leído durante la
presentación oficial del disco Impulsos, el 27 de noviembre,
en el Anfiteatro Simón Bolívar de la UNAM.
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