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E D I T O R I A L
 

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México D.F. Viernes 26 de noviembre de 2004

 

La policía como problema

Centenares de elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) expresaron ayer su indignación contra los mandos de esa corporación por la ineptitud, la lentitud y la irresponsabilidad que exhibieron ante la captura y el linchamiento de tres de sus integrantes -dos de los cuales murieron a manos de la turba- en San Juan Ixtayopan, Tláhuac. Congregados en la base de la PFP ubicada en Coapa, los inconformes informaron que el día de la tragedia había efectivos, armas y transportes suficientes y adecuados para llegar al sitio en pocos minutos y evitar los homicidios. Esos datos anulan de manera contundente las impresentables y vergonzosas "explicaciones" de los jefes policiales federales y locales -Ramón Martín Huerta y Marcelo Ebrard en primer lugar-, quienes, para justificar su ineptitud y la descoordinación y la confusión de sus acciones han esgrimido la falta de medios, transportes y efectivos suficientes para rescatar a las víctimas del linchamiento, la orografía regional y los estrechos accesos de San Juan Ixtayopan, y hasta la densidad del tránsito vehicular en el suroriente del Distrito Federal. El mayor desmentido a los alegatos de que no había policías suficientes ni forma de trasladarlos es el hecho mismo de que el único sobreviviente fue rescatado por un pequeño grupo de efectivos judiciales capitalinos.

A la exasperación por las pavorosas disfunciones exhibidas ese día por las instituciones encargadas de garantizar la seguridad y el orden público se suma el enojo por las pretensiones de los funcionarios policiales de tomar el pelo a la opinión pública con alegatos que, por muy rebuscados que resulten, no logran ocultar la enorme responsabilidad de las secretarías local y federal de Seguridad Pública en el suceso. A la desazón que causan los argumentos cantinflescos de Martín Huerta y Ebrard se agrega el repudio por la inmoralidad mayúscula de instancias federales que desde el pasado martes han buscado convertir el linchamiento de San Juan Ixtayopan en un nuevo linchamiento mediático, político, y de ser posible judicial, contra las autoridades capitalinas.

Sin afán de minimizar las culpas del gobierno del DF por su reacción tardía y errática en este episodio, debe señalarse que los mandos de la Secretaría de Seguridad Pública federal tienen responsabilidades por partida triple: por una omisión equiparable a la de la policía de la ciudad de México; por haber enviado a tres efectivos inermes a una misión diseñada en forma oscura, chapucera, mal preparada y poco profesional, y por querer, ahora, escurrir el bulto y adjudicar los errores a la delegación Tláhuac y al Gobierno del Distrito Federal en su conjunto.

Marcelo Ebrard, Ramón Martín Huerta y José Luis Figueroa Cuevas, comisionado de la PFP, además de Arturo Muñoz y Crispín Quintero Herrera, comisarios de esa dependencia, han dado muestras inequívocas de incapacidad y su permanencia en sus respectivos cargos es insostenible. Cabe esperar que los superiores jerárquicos de tales funcionarios sopesen el riesgo político que les significaría mantenerlos en sus puestos a rajatabla y el daño que ello causaría a la seguridad ciudadana en general.

En términos más generales, el país debe cobrar plena conciencia de la necesidad de restructurar las corporaciones policiales federales, estatales y municipales, las cuales, de cara a la inseguridad, la delincuencia y la impunidad, no pueden contarse como parte de la solución, si-no como parte del problema. Un breve y no exhaustivo recuento noticioso del día de ayer, por ejemplo, arroja el siguiente saldo: tres agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI) ejecutados y otros dos desaparecidos, en Cancún; un enfrentamiento a balazos entre policías preventivos y custodios de seguridad privada, en un restaurante ubicado en el cruce de Altavista e Insurgentes, en esta capital, con el resultado de un oficial herido; una trifulca en la que se enfrentaron trabajadores petroleros y policías municipales de Ciudad del Carmen, Campeche, por un accidente vehicular menor; una riña entre judiciales estatales y pobladores de Juliantla, Taxco, Guerrero; un agente municipal de Nezahualcóyotl detenido en Coatepec, estado de México, en el contexto de un operativo antisecuestro.

Las corporaciones policiales y sus efectivos se han vuelto protagonistas de la violencia y la delincuencia, ya sea como victimarios o como víctimas, ya sea por corrupción, infiltración o, como en el caso de San Juan Ixtayopan, por mera torpeza. Por meritorias que resulten las iniciativas de saneamiento, actualización y capacitación emprendidas por funcionarios aislados, y por reconocibles que sean las trayectorias individuales de muchos agentes, la institucionalidad policial del país debe ser sometida a una restructuración profunda y de conjunto. De otra manera, tendremos que instaurar unidades especiales encargadas de cuidar a los agentes policiales y cuerpos que se encarguen de cuidarnos de la policía.
 

 
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