359 ° DOMINGO 7 DE NOVIEMBRE DE 2004

Elecciones en Tamaulipas
Votar bajo
el signo del narco

ALBERTO NAJAR /MIGUEL ALEMAN, TAMAULIPAS

La Caja de Pandora se abrió en Sinaloa, cuando dos candidatos panistas asistieron al funeral de El Ceja Güera, narcotraficante asesinado en el penal de La Palma. Pero la onda expansiva llegó hasta Tamaulipas, donde la política y el narcotráfico, especialmente en la zona fronteriza, hace tiempo siguen rutas paralelas

 
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Enfrentamiento entre narcotraficantes y
efectivos militares en Nuevo Laredo,
en agosto pasado
Fotografía: Cuartoscuro
ENTRONAS, VARIAS MUJERES se burlan del candidato priísta a diputado local, Servando López Moreno, cuando titubea al presentar a su esposa. "No le tengas miedo", gritan mientras sus compañeras festejan la ocurrencia.

La reunión, abundante en porras, aplausos, globos y banderines, parece un típico mitin de campaña del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero no lo es. Entre la multitud destacan decenas de mujeres que presumen gruesas cadenas, anillos y aretes de oro, algunos con abundantes incrustaciones de brillantes. Hay quien luce sobre el pecho una medalla dorada de 15 centímetros de diámetro en forma de sol con rubíes y diamantes para simular una cara.El evento es vigilado desde afuera del salón por un grupo de sujetos malencarados que no pierden detalle de los asistentes, la pistola apenas disimulada entre la camisa y el cinturón piteado.

Media hora antes no estaban allí. Se aparecieron porque escucharon en la radio local al candidato priísta a la gubernatura, Eugenio Hernández Flores, hablar sobre el narcotráfico en la región.

"Lo vamos a combatir con fuerza y coordinación entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad civil", jura. "Aquí en Miguel Alemán la gente ya sabe quiénes son los que probablemente utilizan dinero de actividades que no son aprobadas por la sociedad".

La declaración es parte de la polémica desatada por dos candidatos panistas de Sinaloa que participaron en el funeral de Miguel Angel Beltrán Lugo, El Ceja Güera, y cuya onda expansiva llegó hasta la campaña electoral de Tamaulipas, pero en Miguel Alemán palabras así no pasan desapercibidas.

Y es que en estas tierras el narcotráfico es asunto de todos los días.

Horas antes del mitin del tricolor una partida de soldados confiscó 400 kilos de mariguana que un par de traficantes pretendían cruzar a Texas, a pesar del operativo militar implementado desde hace varias semanas en la región.

Lo curioso es que el decomiso fue a unas calles del lujoso salón Milennium donde el candidato se encontró con mujeres priístas, y que según versiones de algunos vecinos se construyó con ayuda de Gilberto García Mena, El June, ex brazo derecho del capo Osiel Cárdenas Guillén.

Nada raro en la zona ribereña de Tamaulipas, donde hace varios años la política y el crimen organizado cruzan sus caminos.

En la pasada contienda por la gubernatura abundaron las denuncias por el presunto financiamiento de traficantes locales a las campañas políticas –incluida la del actual gobernador Tomás Yarrington–, o de que participaron personajes vinculados al narcotráfico, como el candidato del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) a la alcaldía de Nuevo Laredo, Luis Lauro Barrera Ramírez, acusado de ser el contador de los hermanos Ortiz Medina, líderes de una banda local de narcotraficantes.

Ahora el panorama no es distinto. En agosto pasado el precandidato del PRI a la alcaldía de Méndez, Rafael Barrientos Carranco, fue ejecutado por haber vendido una carga de mariguana contaminada con disel.

Y en Miguel Alemán, Rosa Ysela Corro Acosta, candidata suplente a la presidencia de Miguel Alemán por la alianza Unidos por Tamaulipas –integrada por Convergencia y el Partido de la Revolución Democrática (PRD)–, fue arrestada el año pasado durante varios días por la Procuraduría General de la República (PGR) como parte de las investigaciones contra su esposo, el ex alcalde de esta localidad, Raúl Antonio Rodríguez Barrera, El Chupón, quien a su vez es candidato a diputado local por la vía plurinominal por la misma coalición. Ocupa el noveno sitio en la lista.

Rodríguez Barrera es el mismo personaje que apareció fotografiado en una fiesta con El June, y al que la organización Reporteros Sin Fronteras señala de estar involucrado en el homicidio de un periodista local.

También se le asocia con una banda de traficantes de mariguana detenida en Texas a principios de este año, varios de cuyos integrantes fueron colaboradores suyos en la presidencia municipal, de 1999 a 2001. Por si fuera poco, El Chupón es un priísta disidente. El 18 de octubre apareció en un mitin del candidato aliancista a la gubernatura, Alvaro Garza Cantú, a quien dijo respaldar por ser honesto y desinteresado.
 
 
Alvaro Garza Cantú
Fotografía: Pablo Martínez Borrego
"No le debo nada al PRI porque le rescaté un municipio que estaba en manos de la oposición", declaró a un diario local. "Cuando el partido se cierra y no escucha a la gente que los ha llevado a ocupar cargos de elección popular, lo menos que nos pueden quitar es la dignidad".

Quien sabe si el cambio de bandera le permitió conservarla, pero lo cierto es que desde el año pasado El Chupón vive semiescondido en su hotel en Pharr, Texas, a cinco millas del puente internacional.

Desde allí mantiene la atención en los comicios, algo que no inquieta al candidato aliancista. "Finalmente la campaña a gobernador camina viento en popa. No afecta a la campaña, no hay por qué mezclar las cosas", justifica Garza Cantú.

Usos y costumbres

En la frontera chica al tráfico de drogas se le conoce como el negocio, y a quienes se dedican a esta actividad, especialmente del cártel del Golfo, se les llama la gente. Son términos de uso común. En Reynosa basta mencionar que se es gente para que los policías de tránsito perdonen las infracciones viales, sobre todo si el detenido trae walkie-talkie, el principal medio de comunicación en el negocio.

La gente controla los embarques de droga desde Matamoros hasta Miguel Alemán, cobra derecho de piso a pateros (así se les conoce a los polleros) y robacoches, y palomea (autoriza) a comandantes y jefes de grupo de las policías estatales y municipales.

En tiempos de campaña, reconoce un antiguo operador político del PRI, la gente también controla la propaganda y las visitas de los candidatos a ciertas partes de la zona ribereña, especialmente las rutas del trasiego de droga.

"Hay lugares donde no se puede entrar sin permiso o te llevas un buen susto", explica el operador. "Eso pasa en pueblos como Guardados de Abajo, donde agarraron a El June, o en Miguel Alemán donde operan Los Zetas".

No es tan grave, aclara, sobre todo entre los aspirantes a alcalde que, en la zona ribereña, suelen ser personas conocidas. "A los diputados les cuesta más trabajo; si te fijas nunca hacen campaña solos, siempre los acompaña el candidato a presidente municipal".

Es claro que existen candidatos favoritos, y se nota en la cantidad de propaganda, barbacoas, camisetas, vasos y gorras de beisbol que ofrecen. De hecho, en Miguel Alemán como en Reynosa, Río Bravo, Camargo y Díaz Ordaz, la creencia entre los priístas, dice el antiguo operador político, es que el operativo implementado por la Policía Federal Preventiva (PFP) en la frontera chica tiene objetivos adicionales a la lucha contra el narcotráfico.

Se trata de aislar a la gente de las campañas.

Quien sabe si fue así porque, al menos en los municipios ribereños del Bravo, el despliegue de propaganda –especialmente del PRI– raya en lo escandaloso: en algunos lugares, como el camino del aeropuerto Lucio Blanco a Reynosa, hay un promedio de 20 pendones del tricolor por cada uno del Partido Acción Nacional (PAN). La proporción aumenta al comparar la campaña de Unidos por Tamaulipas.

"Son miles de pendones y cientos de espots en radio y televisión, eso no lo pueden pagar los candidatos de su bolsa", advierte Garza Cantú, mientras que el aspirante panista a la gubernatura, Gustavo Cárdenas, completa: "Solo hay dos formas de pagar ese derroche, con recursos del gobierno estatal o con dinero del narcotráfico".

Garza Cantú dice que en la precampaña el candidato del tricolor gastó más de 5 millones de dólares, y en lo que va de la contienda oficial la inversión supera los 20 millones de billetes verdes. Sabe de eso: el candidato aliancista, hasta hace unas semanas militante del PRI, fue uno de los contendientes en la batalla que ganó Hernández Flores.

Este año, de acuerdo con el Instituto Estatal Electoral de Tamaulipas, las prerrogativas entregadas al PRI fueron de 23 millones 759 mil pesos, alrededor de 2 millones de dólares. Y el tope de campaña para la elección de gobernador es de 46 millones de pesos : 4.2 millones de dólares.

Ante las acusaciones el candidato priísta exige pruebas. "Son estrategias de campaña, acusaciones que son de palabra y sin sustento", afirma Hernández Flores. "Todos los recursos que uso en mi campaña tienen nombre, apellido y son de gente de trabajo y prestigio que cree en el proyecto".

Nadie sabe, nadie supo...

Los vecinos de Miguel Alemán recuerdan con nostalgia la campaña para alcalde de Antonio Rodríguez Barrera, El Chupón.

En todos los eventos había barbacoa, carne asada y regalos, además de que en los mítines de los fines de semana se rifaban automóviles. Participar en el sorteo era sencillo: bastaba con presentarse al evento y recibir un boleto con 10 oportunidades para ganar.

Los cálculos de la oposición de entonces dicen que El Chupón se gastó por lo menos un millón de dólares en su campaña, una cantidad exagerada para los 25 mil habitantes que, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, tiene el municipio.

Valió la pena.

Gracias a esa inversión el ex subdelegado de la PGR en Tamaulipas y antiguo agente de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), recuperó para el PRI la alcaldía que estaba en manos del blanquiazul y al mismo tiempo pudo acercarse al núcleo de la gente, con quien hizo buenas migas.

Muestra de ello es que el director de Seguridad Pública durante su gestión, Zeferino Peña Cuéllar, es actualmente el responsable operativo del cártel del Golfo en Tamaulipas y, según la PGR, es uno de los principales líderes de Los Zetas.

Tal relación le costó a El Chupón la salida del PRI, cuyos ex compañeros lo hicieron a un lado cuando trató de influir en la selección del candidato a la alcaldía de Miguel Alemán. Hasta hizo predicciones: el seleccionado, dijo en febrero pasado, debería salir de los grupos Lucha Social, Unidad Revolucionaria o bien, de Unidad Cívico Democrática.

No le hicieron caso, y entonces se acercó al grupo que apoyaba la postulación de Garza Cantú como candidato a la gubernatura por el tricolor. Cuando el tampiqueño perdió la contienda interna y emigró a la alianza PRD-Convergencia, Rodríguez Barrera mantuvo su lealtad, lo cual le permitió impulsar a su esposa –y a él mismo– como candidatos en la presente contienda.

Cómo se incorporó a la campaña es un misterio. De acuerdo con el presidente de Convergencia en Tamaulipas, Ricardo Conde Sánchez, la propuesta se negoció entre la dirección del PRD y Amigos de Alvaro, la plataforma civil del ex priísta.

Pero el presidente del sol azteca, José Antonio Leal, dice que a El Chupón y su esposa los propuso el candidato a gobernador, algo previsto en los términos pactados en la alianza electoral.
 
 
 
Eugenio Hernández Flores
Fotografía: /La Jornada
Pero Garza Cantú se lava las manos. "Fue una propuesta de la comisión ejecutiva del PRD y Convergencia y... pues allí están".

Nadie sabe, nadie supo, pero Rodríguez Barrera y su familia se colaron a la contienda electoral. ¿Conocían los partidos y el candidato a gobernador sus antecedentes?

Juran que no. "El partido nada más sabía que fue presidente municipal", afirma el dirigente perredista. "No tengo el gusto de conocerlo", añade Ricardo Conde, de Convergencia.

Y Garza Cantú concluye: "Desconozco situaciones irregulares en ese sentido, pero no veo problema por ese lado".

Las razones del voto

Mientras la gente y los candidatos vinculados a ella atienden el proceso electoral, la Casa Blanca declaró a la frontera chica de Tamaulipas como zona de riesgo.

La razón, explicó el cónsul en Nuevo Laredo, Michael Yoder, es que al menos una decena de estadunidenses han sido secuestrados en las ciudades fronterizas, y al menos uno de ellos, Gerardo Contreras, permanece desaparecido.

No son los únicos, reconoce el presidente del Centro Empresarial de Reynosa, Antonio de Saro Martínez, quien de plano dice que los habitantes de esta región, y en especial los extranjeros que trabajan en las maquiladoras o las empresas que participan en el proyecto de la Cuenca de Burgos, literalmente viven "en arraigo domiciliario".

"Además de las ejecuciones y los pleitos entre narcos, tenemos a la policía en contra de los ciudadanos", afirma. "Los ministeriales, agentes de tránsito, los preventivos, cualquiera te detiene, vacía tus tarjetas y luego pide rescate a la familia. Eso pasa mucho con los ejecutivos extranjeros, a ellos les pegan tres o cuatro veces a la semana".

Lo más grave, añade, es que los empresarios han debido enfrentar solos el problema, pues el presidente municipal de Reynosa, Serapio Cantú Barragán, se niega a hablar con ellos.

"El de este municipio es el único consejo ciudadano de seguridad pública que no funciona en todo el estado, eso te da una idea de lo poco que le importa al alcalde la inseguridad", lamenta. "Por eso aquí es muy posible que pierda el PRI".

Y sí. Hasta la semana pasada las encuestas locales otorgaban una ventaja de cuatro puntos al candidato panista a la alcaldía, Francisco García Cabeza de Vaca, sobre el priísta Humberto Valdéz Richaud.

Más allá de los números, la alerta del gobierno estadunidense y la queja de los empresarios son una muestra de la influencia que la violencia desatada por el crimen organizado tiene en el proceso electoral. Y la culpa, dicen los candidatos de oposición, es del actual gobierno del estado.

"No se puede entender el crecimiento de la delincuencia sin la colaboración de las autoridades", afirma el panista Cárdenas Gutiérrez. "No hay voluntad para resolverlo, al contrario, el mismo gobierno lo provoca".

Ejemplos sobran, añade el panista. El año pasado un grupo de policías ministeriales en activo secuestraron y asesinaron al empresario regiomontano José Antonio Cervantes Espeleta, pero a pesar de comprobarse la participación de los agentes "el gobernador mantuvo seis meses en el cargo al procurador (Francisco) Cayuela Villarreal".

Otro ejemplo fue el espionaje a la campaña del panista a cargo del ex agente ministerial José Guadalupe Peña Jasso, detenido cuando grababa conversaciones telefónicas del equipo blanquiazul.

–¿Qué tanto va a pesar en los electores el clima de violencia?

–Yo creo que va a ser decisivo, la gente ya identificó a los responsables de provocarla, el gobierno del PRI y sus candidatos.

Quién sabe si sea cierto. Según encuestas de diarios capitalinos y de la empresa Consulta Mitofsky, el candidato del tricolor Eugenio Hernández cuenta con el respaldo de 57.9% de los electores tamaulipecos.

Gustavo Cárdenas tiene un 21.4% de apoyo, mientras que Alvaro Garza cuenta apenas con seis puntos en las mediciones.

Es igual, dice el empresario De Saro Martínez. "Ahorita los mañosos (delincuentes) están tranquilos porque Tamaulipas está lleno de federales, pero nomás que se vayan vas a ver cómo se desatan", lamenta. "Y hasta ahora, de los candidatos no he escuchado ni una sola propuesta concreta para combatirlos".


Sicarios en la frontera chica: la vida en Zeta

 
Fotografía: Notimex
Con tanto militar en rondines por el pueblo, en estos días permanece cerrado, pero el resto del año abre hasta muy entrada la noche.

Es el restaurante Sol y Luna, Meet Bar, un sitio que parece un antro cualquiera con jardineras y ventanales amplios con vidrios tipo espejo.

Pero no es así. Lo que hace diferente al negocio son sus clientes más asiduos, los Zetas, ex militares de elite y guardianes del cártel del Golfo. Allí van con frecuencia, acompañados de decenas de guardaespaldas.

Tiene gracia. Desde el año pasado la Procuraduría General de la República (PGR) y el Ejército mantienen operativos permanentes para cazar a ese grupo –en el último se capturó a Rogelio González Pizaña, El Kelín, en Matamoros–, pero los sicarios se divierten en el Meet Bar, ubicado a menos de 100 metros del puente internacional de Miguel Alemán, un sitio permanentemente vigilado por agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP), la Agencia Federal de Investigación (AFI), soldados y policías fiscales.

Y ninguno, hasta ahora, parece haberse dado cuenta de las fiestas de los Zetas.

Sus andanzas son conocidas en la frontera chica, la cual controlan sin problemas, a pesar de los operativos policiacos. Hasta dividen el territorio: El Lasca, por ejemplo, es el dueño de la plaza de Nuevo Laredo, mientras que Z-14 y El Hommer se encargan de Miguel Alemán, población que se mantiene como el refugio principal de los gatilleros.

Aquí realizan la mayor parte de sus tratos, a la luz pública y sin problemas, como en la colonia San Germán, el estacionamiento de la tienda La Argentina, el billar Frontera o el Meet Bar Sol y Luna.

No hay problema, cuentan por lo bajo vecinos de esta población, porque el grupo tiene el apoyo de la policía municipal, a la que se conoce como polizetas, en el caso de los preventivos, o transizetas, los agentes de tránsito. La tarea de los policías es informar de cualquier movimiento extraño.

Esta red policiaca, sin embargo, no es el único apoyo para este grupo, pues desde el año pasado se les han unido decenas de personas a quienes se conoce como los Zetas Nuevos, y que van desde asaltantes de negocios, vendedores de droga al menudeo y adictos, hasta delincuentes peligrosos como Flavio Segueda, uno de los 10 más buscados por la policía de Texas, acusado de los delitos de asalto, amenaza terrorista, secuestro y homicidio.

La ficha policiaca de Smiley Segueda, como se le conoce en la frontera, dice que pertenece a la mafia mexicana, está armado, tiene carácter violento y es "sumamente peligroso".

Por eso los Zetas hacen y deshacen en la zona ribereña donde todos, desde pateros (polleros), robacoches, yonqueros (propietarios de deshuesaderos de automóviles), cantineros, contratistas y hasta indocumentados deben pagar derecho de piso.

Y quienes critican en público la inseguridad sufren las consecuencias, como ocurrió con el ex alcalde Raúl Antonio Rodríguez Barrera, los propietarios de periódicos locales, yonques y restaurantes como Tequila Hot Rock y Las Guacamayas, en Ciudad Mier.

A todos les quemaron sus propiedades.

Además de cobrar impuestos, los sicarios protegen decenas de tienditas (sitios donde se vende droga al menudeo) en toda la zona ribereña, organizan carreras de caballos y peleas de gallos clandestinas en el rancho Las Bugambilias, que perteneció a Edelio López El Yeyo –a quien Los Zetas ejecutaron porque, desde Miguel Alemán, trabajaba con el cártel de Juárez– y hasta instalaron un negocio de lavado de autos que funciona las 24 horas del día, donde también se vende droga.

En los ratos libres los Zetas Nuevos se dedican a asaltar negocios o robar los autos y camionetas que más les gusten.

En los últimos meses el grupo se ha especializado en secuestros no sólo de narcotraficantes enemigos, sino prácticamente contra cualquiera que tenga unos dólares. Es una actividad binacional, pues los levantones se realizan incluso en ciudades del Valle de Texas como Roma y Río Grande; para estas operaciones les ayuda el Smiley Segueda.

Así es la vida en territorio Zeta, una región donde ni siquiera los operativos militares más extensos han logrado recuperar su control.

Lo único cierto en estas tierras es el miedo a los levantones, a los cuernos de chivo o a morir quemado entre los restos de sus propiedades.