México D.F. Lunes 1 de noviembre de 2004
Diversidad de costumbres rodean la misma fiesta
de los espíritus en Chiapas
Sin derechos, los tzotziles que no rindan homenaje
a sus muertos en estos días
ELIO HENRIQUEZ CORRESPONSAL
San Cristobal de las Casas, Chis., 31 de octubre. Con
distintas costumbres, pero con el mismo concepto, los indígenas
de los Altos de Chiapas festejarán el Día de Muertos este
primero y dos de noviembre. Campanas, velas, flores, alimentos, incienso
y rezos no faltan en casas y panteones de todas las comunidades indígenas
durante estas fechas en que las almas visitan a sus familiares.
Investigadores
del Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas (Celali)
explican sobre la costumbre en algunas comunidades. Los indígenas
le llaman el k'in ch'ulelal que significa "la fiesta de los espíritus".
"Para los tzotziles de Chenalhó el Día de
Muertos es la ocasión para recordar a los difuntos, honrar su memoria,
ofrendarles alimentos, bebidas, lo que les gustaba en vida; es una recepción
a los espíritus que según nuestra tradición no mueren,
sino velan por los vivos", afirma Enrique Pérez López, director
del Celali.
Señala que entre los tzotziles el sentido de celebrar
el Día de Muertos va más allá de la festividad en
sí, pues tiene una connotación de pertenecia. "Para la comunidad,
alguien que deja de celebrar el Día de Muertos empieza a ser un
extraño, a no ser reconocido, a ser ignorado y su ausencia durante
la festividad lo priva de derechos, como heredar o tener cargos comunitarios."
En Oxchuc, de habla tzeltal, la celebración se
sigue la costumbre maya de sepultar a sus muertos en sus casas. "No hay
panteones comunales, sólo en la cabecera para los mestizos; los
indígenas entierran a sus muertos junto a su casa", explica la investigadora
María Leticia Pérez Sánchez, nativa de ese lugar.
Xuno López relata que en su municipio, Tenejapa,
el 5 de cada octubre los habitantes limpian los caminos reales por donde
pasaban sus antepasados para que su alma no encuentre obstáculos
al regresar.
En Tenejapa la levantada de las cosechas coincide con
el Día de Muertos, por lo que a ambos hechos forman parte del k'in
ch'ulelal. Además "todo mundo regresa a sus parajes para prepararse
y recibir el chulel (alma) del familiar", comenta el investigador.
Entre los tzotziles de San Juan Chamula existe la creencia
de que durante el k'in ch'ulelal deben encenderse muchas velas,
"para que las almas no se pierdan, pues el mundo de donde vienen está
a oscuras", comenta José Alfredo López Jiménez, originario
de ese municipio.
Relata que el 2 de noviembre desde temprano -en muchos
lugares la fiesta principal se celebra el primero- cientos o miles de nativos
pasan a tocar las campanas del templo para llamar el alma de sus familiares
y luego se dirigen al cementerio para encender velas y compartir los alimentos,
como carne de res ahumada con repollo, tamales, refrescos y posh
(aguardiente de caña). Se cree que en el antiguo templo de San Sebastián,
ubicado junto al panteón de la cabecera municipal, "está
la entrada al inframundo".
Otra creencia es que si no participan en la fiesta de
los espíritus éstos "se pueden enojar provocar la muerte
de un familiar".
Entre los indígenas zoques, único grupo
autóctono de Chiapas que no desciende de los mayas sino de los mixes,
la celebración tiene algunas variantes. Nicolás Velasco Díaz,
de Pantepec, explica que en esa zona sólo se come carne de guajolote
y de gallina en caldo. "La res se come sólo dos días antes,
pues por el olor de ese alimento los muertos no podrán llegar a
la casa, aunque en vida les haya gustado." Además, el altar y la
comida se se conservan ocho días, "que es cuando las almas regresan
al lugar de donde vinieron. Es más importante ir al panteón
en ses tiempo para ir a encaminar el alma".
Enrique Pérez López afirma que cuando en
Chamula el primero y dos de noviembre caen en sábado y domingo la
fiesta se alarga hasta el tres, pues existe la creencia de que por ser
días inhábiles las almas no pueden regresar al sitio de donde
vinieron.
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