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México D.F. Lunes 1 de noviembre de 2004
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Agandalles a perpetuidad
DE AQUEL DECRETO sin consenso pero efectista del jueves 26 de febrero de 2004, por el que el Gobierno del Distrito Federal decretó para sus poseedores la perpetuidad del derecho de apartado, al retorno a la subdesarrollada y voluntariosa normalidad taurina impuesta por la empresa de la Plaza México, transcurrieron exactamente ocho meses, aunque no de diálogo serio, responsable y dispuesto entre las partes.
LOS CONSABIDOS CHANTAJES del intocable operador de los Alemán fueron: cierro la plaza, no doy novilladas, las doy a última hora luego de montar una grotesca manifestación taurina en el Zócalo, amenazo a ganaderos y matadores, sustituyo al representante de estos últimos y, en malsano derroche de ilegalidad, niego el canje del derecho de apartado a las personas "que han hecho una guerra infame contra la empresa, tope en lo que tope y se llegue a donde se llegue", es decir, al artículo 43 fracción segunda de la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos en el DF.
EL PRINCIPAL ERROR de los asesores taurinos del gobierno capitalino al recomendar el precipitado decreto de perpetuidad, fue suponer que los tenedores de derechos de apartado deseaban ser defendidos por la autoridad, cuando desde siempre han aceptado lo que la empresa en turno les ofrece, inclusive sin cumplirlo, así como ignorar que infinidad de poseedores renuevan anualmente sus tarjetas sin asistir a ningún festejo de la temporada. ƑPor qué? Porque los derechos de apartado valen miles de pesos si no es que millones, y la dichosa perpetuidad, lejos de beneficiar devaluaba esa inversión de años.
OTRA COSA HABRIA sido si, además de proteger a los tenedores de derecho de apartado eximiéndolos por dos temporadas consecutivas del compromiso de canjear sus tarjetas, sin perderlas, se hubiese obligado a la empresa a anunciar, como condición para poner a la venta el derecho de apartado, los carteles completos de las 12 primeras corridas. Con ello, la renovación del derecho de apartado estaría sujeta a la calidad de lo ofrecido y no al antojo de un apellido.
DE ESPAÑA VENDRAN los mismos y además otros inéditos como Capea hijo, Matías Tejela y Salvador Vega. De México los de siempre, pero lo peor es que dejarán de venir, por la sacrosanta voluntad de la empresa, jóvenes promesas como Ignacio Garibay, Israel Téllez, Antonio Bricio o Arturo Velázquez Talín, entre otros.
EL COLMO DE los agandalles a perpetuidad de tan fantásticos empresarios vuelve a ser el desfile de mansos a que nos tienen acostumbrados, con dos novedades: el regreso, por exigencia de El Juli, del satanizado hierro de San Martín, y el debut de la ganadería de Brito, propiedad de Patricio Slim. Pero José Julián Llaguno, Cerro Viejo, Piedras Negras, Atenco, Los Encinos, Jaral de Peñas, Corlomé, La Joya, Santa María de Xalpa, Huichapan, De Haro o Zacatepec, ni sus luces. Pertenecen a otra dimensión del arte de criar reses bravas, muy lejos de la frivolidad adinerada de estos falsos promotores de la fiesta de toros de México.
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