México D.F. Sábado 30 de octubre de 2004
Adaptación para títeres de la obra cervantina
El Quijote y su escudero recorren la comunidad tzotzil de Romerillo
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
San Cristobal de las Casas, Chis., 29 de octubre. Como toda buena fiesta inspirada en la figura de Cervantes, no podía faltar en esta ciudad, sede del tercer Festival Internacional Cervantino Barroco, una representación teatral de Don Quijote.
Por ello el Caballero Andante y su fiel escudero Sancho Panza se han aparecido estos días por los Altos de Chiapas en forma de guiñol, y la tarde de ayer pasaron por la comunidad tzotzil de Romerillo, municipio de San Juan Chamula, en busca de entuertos que desfacer.
Decenas, quizá cientos, de niños, niñas, jóvenes, mujeres y algunos hombres casi llenaron el amplio galerón-auditorio de la primaria bilingüe Josefa Ortiz de Domínguez para presenciar esa puesta de teatro infantil adaptada por Alejandra Sofía.
Dirigida por Pablo Moreno, Don Quijote es parte del repertorio de la Compañía Carlos Ancira, que además trajo a este festival la singular obra La casa de los deseos, "teatro para ciegos" en el que los no invidentes son vendados de los ojos para introducirse al universo teatral propuesto.
Pese a algunos problemas de eco para captar los diálogos y un murmullo constante, sobre todo de niños inquietos, puede decirse sin embargo que la representación de Don Quijote en el Romerillo fue toda una experiencia de cruce de culturas y de sorpresas recíprocas.
No toda la obra de Don Quijote es en guiñol, pues la actriz Gloria Dorador aparece fuera del teatrillo como eficaz narradora y una simpática Dulcinea, quien al final de la obra, rodeada de jóvenes y niños y sin dicidirse a abandonar su caracterización, comenta a La Jornada:
"La intención es que la misma Dulcinea también pueda contar varios momentos de la larga y compleja historia y hacerla accesible, además de interactuar con el público e invitarlo a que lean la novela."
Y Gloria-Dulcinea destaca un aspecto importante de esta versión:
"Aquí don Quijote no muere y al final sigue quijotizando, luchando y triunfando en contra de las injusticias. Queremos que el público se sienta un Quijote en la vida y que luche contra sus propios molinos de viento, sus propios gigantes, sus miedos."
Para Gloria Dorador, la experiencia en Romerillo fue "excepcional y motivadora", pues dice que durante la escenificación la gente, muy interesada, hacía comentarios en tzotzil sobre la puesta.
"Este público aún conserva la capacidad de asombro y su ingenuidad, ya perdida en buena parte de los niños de la zonas urbanas, incluso en San Cristóbal de las Casas."
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