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México D.F. Viernes 29 de octubre de 2004

Elementos de la PFP contuvieron a campesinos que intentaban entrar a la sesión del CGIAR

Protestas contra los transgénicos rubrican reunión agrícola mundial

Jesusa Rodríguez advierte sobre la repercusión de las semillas modificadas en la cultura nacional

Pretende el gobierno que ingrese 5% de gramínea alterada en cada cargamento importado, acusan

JAIME AVILES

Quinientos afiliados a la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA) asediaron ayer por la mañana el hotel Sheraton de avenida Juárez, mientras en el cuarto piso del edificio el secretario de Agricultura, Javier Usabiaga, presidía la cuadragésima reunión del Grupo Consultivo Internacional en Investigación Agrícola (CGIAR, por sus siglas en inglés), al mismo tiempo que, en el lobby, Jesusa Rodríguez pronunciaba un dramático discurso en contra del maíz transgénico, rodeada por agentes de seguridad que intentaban acallarla con música punchis-punchis a todo volumen.

Vestida de blanco, sosteniendo un elote de maíz cacahuatzintle en la mano derecha y una mazorca pintada de verde fosforescente en la izquierda, la comediante y comediógrafa explicaba a gritos, para que la escucharan los hombres de negocios reunidos en corros aquí y allá, que "si los mexicanos permitimos la entrada del maíz transgénico, tal como lo quiere el gobierno de Vicente Fox, nuestra cultura nacional será destruida".

Afuera, para tratar de abrirse paso entre las nutridas vallas de granaderos de la Policía Federal Preventiva que resguardaban la zona, los militantes de la UNORCA arrojaban decenas de tortillas envueltas en sacos de plástico y blandían doradas cañas de maíz, exigiendo que la voz de los productores del campo mexicano también fuera escuchada por Usabiaga y los hombres de negocios procedentes del mundo entero, quienes discutían la propuesta gubernamental foxista, según la cual podrá ingresar a México cinco por ciento de maíz transgénico en cada cargamento de importación de esa tradicional gramínea.

Los riesgos de la técnica

"¡Es una trampa!", clamaba Jesusa en el lobby. "¡Es una trampa que oculta intenciones muy perversas! El maíz se reproduce mediante el polen, y si entra el transgénico lógicamente contaminará a nuestras variedades nacionales, se mezclará con ellas y entonces la empresa Monsanto, la trasnacional más poderosa en el ámbito de la agricultura mundial, podrá cobrar regalías a los campesinos mexicanos por sembrar semillas patentadas".

Esto, añadió la actriz, "ya está sucediendo en Europa, en Asia, en Australia y en Nueva Zelanda. En Argentina, por ejemplo, todos los cultivos de soya están contaminados por transgénicos y esa variedad es tan maligna que no permite que el agua de riego se trasmine a los mantos freáticos. ¡No vamos a permitir que esto ocurra en México!", aseguró.

El maíz del continente americano, continuó explicando, "nació hace más de 6 mil años en los valles de Tehuacán y Oaxaca; no era como hoy lo conocemos. Sólo había siete variedades originales y fue la mano del hombre, la sabiduría de los campesinos prehispánicos, la que, a base de experimentación y error, en un proceso ininterrumpido a lo largo de varios milenios, creó las incontables variedades del maíz criollo que hoy conocemos y que pueden ser reducidas a solamente dos o tres si permitimos la invasión del transgénico".

Este, exclamó agitando el elote de cacahuatzintle, ''¡es una obra de arte creada por la humanidad!, y ésta -levantó el elote fosforescente- es en lo que quieren convertirla aquellos que, únicamente para enriquecerse con dinero fácil, están dispuestos a destruirlo todo, ¡incluso a la humanidad misma!", subrayó con énfasis.

Ante el desconcierto del personal de seguridad del hotel -nervioso por momentos debido a que afuera, en la calle, se intensificaba el forcejeo entre campesinos y granaderos-, Jesusa continuaba predicando y cada vez más personas se detenían a escucharla. Entonces, para reducir el impacto de su voz, alguien ordenó que el solitario cantinero de un bar aledaño al lobby, desierto a las 11 de la mañana, pusiera a todo volumen un aparato de sonido que vomitó una excrecencia de música techno.

Para apoyar a Jesusa, que se estaba cansando de gritar, Carlos Chávez Reyes, activista de la Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas, la remplazó en el uso de la palabra enarbolando otras dos mazorcas fosforescentes. Y dijo que "ha llegado a tal grado la insensatez de la nueva economía mundial que el litro de agua que bebemos es ya más caro que el litro de gasolina''.

Granaderos que desgranan

Después de hora y media de tenaz desobediencia civil, y luego de elevar, siempre a gritos, reiteradas peticiones para que Usabiaga les permitiera el acceso a la reunión de la CGIAR, los activistas estaban a punto de retirarse cuando se les apareció un representante de la dirección de Atención a Grupos sociales de la Secretaría de Relaciones Exteriores para escuchar sus demandas.

Jesusa le reviró: "Que venga Melba Pría (futura embajadora de México en Cuba); yo sé que ella está aquí. Dígale que venga a invitarnos porque la voz de los campesinos mexicanos también debe ser escuchada". Pero como, al cabo de un buen rato, esta gestión tampoco prosperó, los solitarios defensores del maíz natural colocaron sus mazorcas de transgénico sobre la gigantesca S de la alfombra del Sheraton, y salieron a la calle, donde ahora sólo quedaban los granaderos, a quienes Jesusa prosiguió arengando:

"¡Gracias, compañeros, gracias por apoyar nuestro movimiento. Yo sé que dentro de ese uniforme ustedes también son campesinos. Y sé que cuando eran chiquitos, sus papás los mandaban a desgranar maíz, por eso ahora son granaderos!", y ante tal ocurrencia muchos uniformados soltaron con disimulo una sincera carcajada, mientras vestida con harapos y sosteniendo una cartulina ininteligible, una mujer desgreñada se desgañitaba al denunciar con fiereza: "Nuestros niños están ahogados en las aguas negras, ¡queremos agua limpia para nuestros niños!". A esas alturas, los militantes de UNORCA ya se habían retirado a sus autobuses.

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