México D.F. Viernes 29 de octubre de 2004
El colorado Guillermo Stirling, destruido
electoralmente por el mal gobierno de Batlle
Seré presidente de Uruguay si hay segunda vuelta,
asegura el blanco Jorge Larrañaga
Cuatro de las cinco empresas de sondeos anticipan el
triunfo de la fórmula Vázquez-Nin
Las encuestas dan a la izquierda entre 51 y 54% del
electorado en comicios del domingo
STELLA CALLONI ENVIADA
Montevideo, 28 de octubre. En el último
día de campaña electoral cuatro de las cinco em-presas de
sondeos anticipan el triunfo en la primera vuelta de la fórmula
Tabaré Vázquez-Rodolfo Nin Novoa, candidatos a la presidencia
y vicepresidencia de la izquierdista alianza Encuentro Progresista-Frente
Amplio-Nueva Mayoría (EP-FA-NM), lo que significaría un acontecimiento
político en este país y en América Latina.
A partir de esta medianoche se impondrá la veda
política y todos deberán llamarse a silencio, aunque la fiesta
está en las calles.
En 179 años de vida institucional la izquierda
ganará por primera vez en la historia nacional, y las encuestas
dan el apoyo de entre 51 y 54 por ciento del electorado, lo que aseguraría
la primera vuelta.
Debido
a los términos de la situación y el descenso asombroso del
gobernante Partido Colorado, al que se adjudica entre 9 y 10 por ciento
de los sufragios, y también el piso electoral que parece tener el
Partido Nacional (Blanco), que oscila entre 26 y 32 por ciento, todos los
periódicos y semanarios que aparecieron hoy hablan ya de un triunfo
seguro para la coalición política de la izquierda uruguaya.
De hecho, ya está asegurada la mayoría de
EP-FA-NM en el Congreso, aun si hu-biera que participar en una segunda
vuelta, lo que, de concretarse, obligaría a los dos partidos tradicionales
a pactar con los que hasta hace muy poco tiempo veían como una sombra
lejana.
A ninguno de los dos candidatos de los partidos tradicionales
les gusta aceptar esta realidad, pero es evidente que en las últimas
horas han cambiado su lenguaje. En breves encuentros con este periódico
han mencionado la necesidad de que "sea quien sea que triunfe debe contar"
con los otros partidos políticos para encarar las consecuencias
de la crisis y los cambios necesarios.
El candidato del Partido Blanco, Jorge Larrañaga,
reconoce que las consecuencias de la crisis económica "sin precedentes"
que azotó al país en 2002, llevó a los uruguayos a
sentir la incertidumbre y a perder la credibilidad y la esperanza.
"Hemos experimentado una terrible pérdida en todos
los aspectos y en desarrollo humano y capital social, y todo esto ha de-jado
consecuencias que afectan el futuro, abriendo las puertas a la marginalidad
y una exclusión nunca vista aquí", señaló.
Aunque en sus discursos trata de alentar a sus seguidores
a hacer un máximo esfuerzo, con la esperanza de llegar a la segunda
vuelta, Larrañaga parece haber entendido que ésta es otra
circunstancia.
Así lo dejó ver cuando habló de que
el país "esta sumido en una crisis estructural, cuya profundidad
parecían no ver los go-biernos de los últimos años".
Es por esto que plantea también, obligado por la
magia de la palabra "cambio" que es por estas horas eslogan casi común
a to-dos, que "estas situaciones no pueden superarse con los mismos elementos
del pasado, y esto indica además que Uruguay no puede ya esperar
otra crisis que siga haciendo re-troceder al país. Nadie lo soportaría".
El programa originario ha sufrido cambios en función
de un mejor acomodamiento dadas las circunstancias planteadas por el avance
indetenible de la alianza izquierdista, cuyo núcleo central es y
ha sido el Frente Amplio, nacido en 1971.
Ahora Larrañaga llama más al "consenso"
general sin "extremos" ni polarizaciones duras, porque "para que verdaderamente
existan los cambios necesarios en estos momentos se debe contar con el
apoyo y el sustento de los más de 3 millones de uruguayos. Y de
todos los políticos".
Su frase fuerte, hoy por hoy, es marcar que "las grandes
cosas no se hacen en contra sino en favor", después de haber probado
caminos de confrontación que no sirvieron para cambiar el rumbo
definido por el electorado uruguayo.
Larrañaga dijo a La Jornada que espera que
las encuestas difundidas estén equivocadas, y tras señalar
que confía en estos nú-meros, sostuvo que que si hay una
segunda vuelta él será presidente.
Candidato solitario de la guerra fría
Se podría decir que el candidato más solitario
en estas elecciones es Guillermo Stirling, del oficialista Partido Colorado.
Aparece pagando los platos rotos del go-bierno errático
de Jorge Batlle, y también el descrédito en que ha caído
el ex presidente Julio María Sanguinetti, en desesperada ca-rrera
por instalar esquemas de la guerra fría en un país
decidido a luchar "la guerra contra el hambre" y a recuperar algo de todo
lo que se perdió en las últimas décadas.
Stirtling dijo que llamó a su programa "revolución
del centro a partir del concepto de que no hay nada más auténticamente
revolucionario que la democracia", aunque no admite las frustraciones de
las llamadas democracias del mercado.
"Nosotros, en nuestro partido, queremos recordar que tenemos
una muy larga historia y hemos tomado Uruguay en momentos políticos
duros, como en 1985, cuando de-bimos enfrentarnos a lo que dejaba la dictadura,
no sólo en las heridas de un pueblo que no salía de su dolor,
sino en la alta cifra de pobreza y una inflación desbordada. To-do
esto había cambiado el rostro del viejo Uruguay", afirmó.
Stirling rescata otros momentos, como a finales de los
años 90, donde -a pesar de que existen datos que hablan de una realidad
distinta- señala que hubo una "muy importante recuperación",
y rechaza las críticas sobre las políticas de aquellos años.
Admite que ha buscado los caminos para recuperar la credibilidad
en su partido, pero en su análisis de errores siempre trata de poner
a salvo las gestiones coloradas.
"Nosotros -dijo- somos los que tenemos más claras
las reglas del juego y la posibilidad de dar seguridad jurídica
a inversores, y conjuntamente llevar adelante políticas sociales
que puedan garantizar el crecimiento con justicia".
Para muchos electores, "su revolución del centro"
terminó siendo un juego "desesperado" de palabras, y hay sectores
colorados que exigen desde ya un paso al costado de los responsables de
la crisis partidaria.
Por estas horas sus voces suenan más bajas y saben
que deberán actuar rápidamente para recuperar algo del espacio
político perdido.
|