México D.F. Viernes 29 de octubre de 2004
El órgano debe ser crítico e independiente
de actores políticos y económicos, señala
Sergio Valls Hernández, nombrado ministro de
la SCJN por 15 años
ANDREA BECERRIL Y VICTOR BALLINAS
Sergio
Valls Hernández fue nombrado ayer ministro de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación (SCJN), al lograr la mayoría calificada
en una primera votación en el Senado. Ante el pleno advirtió
que el máximo tribunal del país debe ser crítico,
independiente de los actores políticos y económicos y con
resoluciones ajenas al voto por consigna o conveniencia.
No fue necesario ir a segunda vuelta, ya que el acuerdo
previo entre las directivas de las bancadas priísta y panista se
concretó por la mañana, por lo que Valls Hernández
obtuvo 85 votos a favor, de 114 emitidos.
De esa forma, el hasta ayer integrante del Consejo de
la Judicatura Federal se impuso al ex canciller Bernardo Sepúlveda
Amor y al jurista Felipe Borrego Estrada y será ministro de la Suprema
Corte por un periodo de 15 años.
Antes de la sesión, por separado, las bancadas
de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional
(PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) sostuvieron reuniones
privadas en las que se discutió tanto el nombramiento del ministro
de la Suprema Corte como la ratificación del presidente de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes Fernández.
Los tres candidatos a la Corte comparecieron ante el pleno.
En su intervención, Borrego Estrada aludió a la necesidad
de reforzar la determinación de que la Suprema Corte debe ser independiente,
con autonomía financiera, con autogobierno eficaz y con la suficiente
capacidad para emprender la incorporación en su seno de un auténtico
federalismo judicial.
Señaló que es necesario volver la vista
a los poderes judiciales locales e iniciar una nueva relación con
gradualismo y cabal respeto a la madurez alcanzada, toda vez que "la reivindicación
del federalismo judicial no significa sólo reconocer la respetabilidad
de los poderes judiciales del país, ni la restitución de
las soberanías a los estados, sino el retorno a la coherencia ente
nuestras leyes".
En su turno, Sepúlveda Amor resaltó la facultad
de la SCJN de decidir las acciones de inconstitucionalidad que tengan por
objeto resolver la posible incompatibilidad de los tratados internacionales
y la Carta Magna.
Cobra así importancia excepcional, dijo, el proceso
de incorporación de un nuevo orden jurídico internacional
al derecho interno mexicano. Recordó que durante seis años
colaboró con el Senado para asegurar la concordancia entre los tratados
internacionales y la Constitución.
Transparencia
La intervención de Valls Hernández fue eminentemente
política. De entrada, recalcó la necesidad de fortalecer
la función judicial para garantizar la excelencia, objetividad,
imparcialidad, profesionalismo e independencia en las decisiones de los
jueces, magistrados y ministros.
"Los mexicanos demandan procedimientos abiertos, transparentes,
además de una Suprema Corte crítica y sujeta al escrutinio
público y académico, que dirima controversias con argumentaciones
que sean resultado de los debates jurídicos de sus integrantes."
En suma, detalló, una Suprema Corte "independiente
de los actores sociales, económicos y políticos", que se
reafirme todos los días como el órgano que asegure la vigencia
de la Constitución y sin interpretaciones "unívocas del derecho",
las cuales "son propias de los estados totalitarios".
Resaltó que las interpretaciones fáciles
"pueden desviar el sentido de la justicia". La interpretación jurídica
constitucional no es un acto colectivo, sino personal y expresado ante
un órgano colegiado. No es cuestión de intereses o emociones,
sino de conocimiento jurídico, insistió.
La interpretación jurídica "por naturaleza
debe ser ajena al voto por consigna o por conveniencia".
Luego de la comparecencia se decretó un receso
de media hora, en el cual las bancadas, por separado, afinaron el acuerdo
que aseguró las dos terceras partes de la votación a Valls
Hernández.
El dictamen, en el cual se establece que el cargo es por
15 años, se aprobó, aunque el priísta Carlos Chaurand
lo objetó, al considerar que debía ser sólo por año
y medio, el lapso que restaba al periodo del ministro fallecido, Humberto
Román Palacios.
Al final, después de que Valls Hernández
rindió protesta ante el pleno, cuando era felicitado por los senadores,
Diego Fernández de Cevallos, desde la presidencia de la mesa directiva,
trató de apresurar la sesión, y antes de que el nuevo ministro
saliera, ordenó pasar a otro tema. A su compañera de bancada,
la panista Luisa María Calderón, negó a gritos una
moción de orden que le pedía y de manera poco cortés
ordenó desalojar el recinto a todos aquellos que no fueran senadores.
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