México D.F. Viernes 29 de octubre de 2004
Gustavo Iruegas
Una gran equivocación
La cuestión de las balas de goma que llevó al canciller a dar explicaciones al Congreso le ha hecho decir que "renunciar a este programa sería una gran equivocación". Con ello implica que sí hay un programa y que México sí es parte del mismo, ya que de otra manera no podría renunciar a algo en que no está involucrado.
Aunque se les sigue llamando "balas de goma", vale la pena aclarar que no se trata de los proyectiles que con frecuencia usa el ejército israelí contra los muchachos de la intifada, que son proyectiles disparados por armas de fuego regulares, que se diferencian de las ordinarias en que el proyectil es de goma y la carga explosiva es menor y en que, no necesaria pero sí frecuentemente, matan. No son tampoco los juguetes que arrojan cápsulas de pintura en los juegos de guerra llamados gotcha. Son verdaderas armas que disparan cápsulas plásticas propulsadas por aire a presión con la fuerza suficiente para causar heridas considerables. Se le llama gas pimienta, pero se trata de un gas cuyo ingrediente activo es un alcaloide llamado capsaicin, un irritante incoloro que se encuentra en varias hierbas del género de los capsicums (chiles y pimientos) y que da al chile su picor.
El gas de chile es un irritante de la tráquea y el esófago, que causa una sensación de ardor intenso y produce una hinchazón de tejidos que puede resultar fatal. Al ser afectados, los ojos tienden a cerrarse y a llorar profusamente mientras se producen dolores agudos y severos. También levanta ampollas en la piel de personas sensibles. Cuando el gas de chile es aspirado en cantidades suficientes, puede causar fallas respiratorias agudas y hasta la muerte debido a la hinchazón o a un espasmo de la tráquea. De su peligrosidad nos da cuenta la trágica y reciente muerte de Victoria Snelgrane, una joven estadunidense que asistía a un juego de beisbol y recibió en un ojo el impacto de una bala de gas disparada por la policía antimotines.
Una vez establecido que se trata de armas con capacidad de someter personas, tanto por la fuerza del impacto cuanto por los efectos que el químico produce sobre el organismo, y que las posibilidades de que su uso resulte fatal ponen en duda el carácter de "no letal" que se les atribuye, hay que analizar su incorporación como arma regular de la tristemente célebre Migra.
Lo primero que hay que anotar es que es un arma agregada a las tradicionales de mano y largas que usa la Migra. Si no fuera así, la Migra estaría reduciendo su capacidad de defensa y, consecuentemente, propiciando la resistencia violenta de las personas sobre las cuales actúa. Por consiguiente, se puede prever que los patrulleros, conocidos por su propensión a disparar contra quien resista el arresto, serán víctimas del síndrome del martillo en mano, que sostiene que quien tiene en sus manos un instrumento tiende a usarlo con más frecuencia que si tuviera que buscarlo para una necesidad específica. Alentados por la idea de que su arma no es letal terminarán acrecentando su fama de gatillo alegre. Así lo demuestran los 238 casos registrados de uso de los proyectiles de gas de chile.
La reclamación a la cancillería se basa en que se concertó con Estados Unidos el uso de tales armas. El canciller asegura que no hay tal aceptación ya que únicamente se convino un programa de capacitación y lineamientos de actuación porque hasta entonces los patrulleros actuaban discrecionalmente. No es así. La Migra es un cuerpo conocido por la brutalidad de sus acciones y no por su incapacidad organizativa o técnica. Establecida en 1924, es actualmente el brazo uniformado móvil de imposición de la ley del Departamento de Seguridad de la Patria.
Con estos antecedentes no es razonable creer que un cuerpo policiaco con tanta experiencia no tenga los programas de capacitación y lineamientos de actuación requeridos ni que necesite el consentimiento de México para dictarlos, a menos de que se trate precisamente de concertar con el gobierno de México tal capacitación para legitimar así el uso de las nuevas armas y, con ello, desmantelar las usuales reclamaciones consulares.
Acorralado por los legisladores, el canciller ha manifestado estar de acuerdo con el uso de las armas no letales porque ello ha ayudado a que en esta administración no haya emigrantes muertos por parte de la Patrulla Fronteriza y agregó que las balas de goma sólo podrían usarse en caso de que hubiera alguna agresión por parte de los migrantes, a lo que hay que agregar que esa misma restricción existe para usar las armas de fuego.
La argumentación del canciller hace evidente que no se ha comprendido el sentido del ultraje que se le hizo a México. No hay quien piense que es mejor que se dispare con un revólver que con un arma de gas venenoso, pero es peor que se usen las dos. Tampoco sería acertado pensar que el gobierno de México podría impedir el uso del nuevo armamento al gobierno de Estados Unidos. Lo que resulta ser una gran equivocación es que el gobierno de México converse siquiera con un gobierno extranjero sobre las armas que usará contra sus nacionales. Ese tema no puede ser materia de negociación, arreglo, convenio, concertación, ni nada por el estilo en ninguna circunstancia. Nunca. Jamás.
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