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BRASIL NO CREE EN LA MANO INVISIBLE 25 de octubre de 2004

La confrontación entre Brasilia y Washington en el ámbito de la negociación del Area de Libre Comercio de las Américas está siendo aprovechada por la nación sudamericana para defender la visión de que rechazar los términos que buscan imponer los países desarrollados significa preservar los instrumentos de los gobiernos para mantener la soberanía y la capacidad de emprender políticas públicas.

Paulo Braga, Buenos Aires

La gallina tiene una gran idea para crear una asociación empresarial e invita al cerdo a que participe. Quiere hacer una alianza para que los dos vendan huevos con tocino. El ave discurre con entusiasmo sobre las posibilidades de éxito y el mercado potencial para el producto, muy apreciado por los estadunidenses en el desayuno. El cerdo coincide en que sería un gran negocio, pero contesta que, para que el joint venture sea viable, "tendré que morirme". A lo que la gallina contesta: "en las iniciativas exitosas alguien siempre tiene que perder".

La fábula fue relatada a finales del año pasado en el Congreso brasileño por el embajador Adhemar Bahadian, que comparte con el estadunidense Peter Allgeier la presidencia del proyecto del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Ilustra el grado de concesiones que, según la interpretación de Brasil, Washington intenta lograr de los países del hemisferio en el proceso negociador.

bahadian adhemarBahadian ilustra cómo las posiciones negociadoras del Mercado Común del Sur (Mercosur, formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y de Estados Unidos (EU) se distancian, el diálogo se empantana y está casi paralizado. Otro factor es la elección de noviembre en EU, luego de la cual se verá sí es posible tocar intereses del poderoso lobby del supersubsidiado sector agropecuario estadunidense.

Sin concesiones en agricultura, el Mercosur se niega a aceptar un acuerdo amplio, que resulte en una apertura significativa de sectores como servicios, inversiones y compras gubernamentales. Pero sobre todo preocupa al bloque el intento de Washington de incluir en el ALCA reglas de protección a la propiedad intelectual que terminen por limitar la capacidad de cada nación en temas como las políticas de salud pública.

Por otra parte, alcanzar un acuerdo comercial entre el bloque sudamericano y la Unión Europea (UE) a fines de este mes es considerado casi imposible. En septiembre, ambos lados intercambiaron ofertas que sólo se pueden denominar "mejoradas" en la jerga diplomática. El ofrecimiento de cada uno significó un retroceso frente a lo que se habían comprometido a ceder de manera informal.

Mientras los defensores del libre comercio critican la posición negociadora del bloque liderado por Brasil y creen que con ello se pueden estar desechando oportunidades históricas, Bahadian considera que, en el caso del ALCA, rechazar los términos de los países desarrollados significa sobre todo preservar instrumentos para mantener la soberanía y la capacidad de emprender políticas públicas.

Según él, el ALCA "fue perdiendo sus objetivos originales, transformándose en una propuesta desequilibrada y, en muchos aspectos, perjudicial no sólo para los proyectos de desarrollo nacional, sino también para la meta de alcanzar el libre comercio en la región".

En un reciente discurso ante altos cargos de las Fuerzas Armadas brasileñas, el embajador afirmó que por presión de los países ricos "el proyecto fue diseñado para eludir la liberalización comercial en sectores esenciales, como la agricultura, y a limitar la capacidad de acción del Estado en áreas como las políticas de inversión, derechos de propiedad intelectual y compras gubernamentales".

Consideró que durante la negociación iniciada en 1994 ­cuando se lanzó la idea de crear una zona de libre comercio desde Alaska hasta la Tierra del Fuego­ fueron gradualmente abandonadas u olvidadas "agendas de fomento social, de infraestructura y de apoyo financiero". En las negociaciones se comprobó que no existía intención de ofrecer a los países en desarrollo más que "la oportunidad" de abrirse comercialmente.

Mientras el estancamiento del ALCA por ahora no ha generado grandes colisiones entre los países del Mercosur, quizás lo mismo no se podrá decir si el acuerdo con los europeos fracasa. Los miembros de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, dejan sus cargos el 31 de octubre, y será difícil que la incapacidad de lograr un acuerdo no sea vista con decepción.

"El acuerdo con la UE sería fantástico para sostener la integración del Mercosur, que vive uno de sus momentos más difíciles", dijo al diario económico brasileño Valor el profesor Alfredo Valladão, director de la cátedra Mercosur del Instituto de Estudios Políticos de París. Valladão considera que el pacto obligaría a una mejora institucional del bloque sudamericano, que tendría que cumplir pendientes, como la armonización de reglas, normas y políticas económicas. En contraposición, el fracaso podría despertar diferencias dentro del bloque y entre sectores productivos de cada país.

En cierta medida ello ya se reflejaba en los últimos días de septiembre pasado en las críticas del sector agropecuario, pues sin el acuerdo se pierden oportunidades de inserción en Europa por resistencia de otros sectores a liberalizarse.

"Estamos protegiendo las industrias y ese no es el sentido de este tipo de acuerdos", criticó Raúl Roccatagliata, coordinador del Instituto de Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina, la más importante entidad local del sector agropecuario. Para él, la oferta del Mercosur fue "poco seria" y su contenido reflejaría la falta de consenso dentro del bloque y el éxito de sectores industriales en sus intenciones de limitar su apertura para evitar la competencia.

Roccatagliata señaló al lobby de las industrias locales de autopartes, calzado y textiles, que ampliaron o preservaron su protección contra la competencia europea en comparación con la oferta hecha anteriormente por el Mercosur. Mientras en Brasil las críticas se concentran en que las autoridades locales decidieron acortar sus ambiciones de apertura en el sector industrial por limitaciones de su principal socio, en Argentina la acusación es de que el país, que lanzó una fuerte apertura en servicios e inversiones en los 90, dejará de obtener ventajas por la necesidad de acompañar la posición negociadora brasileña.

"La imposibilidad de un acuerdo reforzará los sectores del Mercosur que consideran que el bloque se ha transformado en factor negativo", expresó Valladão. Según él, si ello ocurre habrá un deterioro en el Mercosur que podría resucitar la rivalidad entre Brasil y Argentina. Dicho escenario no representaría una amenaza de conflicto militar, a diferencia de las hipótesis de conflicto que imperaban en los regímenes militares de ambos países en los 70, pero sería factor de riesgo para la estabilidad política y económica del Cono Sur  §

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