Economía política de las elecciones estadunidenses | 25 de octubre de 2004 |
LOS ESTADOS DECISIVOS
Las encuestas no ofrecen indicios claros sobre el posible resultado de la votación para elegir presidente. Falta una semana para el "supermartes" y la única certeza es que el ganador lo será por estrecho margen. Víctor M. Godínez A una semana de una de las elecciones presidenciales más reñidas de la historia política de Estados Unidos, son casi nulos los indicios sobre quién será el candidato triunfador. Es de sobra conocido que la mayoría de las numerosas encuestas sobre las preferencias del electorado arroja ventajas en verdad estrechas para uno u otro de los candidatos. Se trata de diferencias mínimas que desaparecen cuando se toman en cuenta los márgenes de error de las estimaciones, de manera que aparentemente el vencedor lo será como en 2000 por escasa diferencia. No obstante, las peculiaridades del sistema electoral estadunidense obligan a considerar con cierta reserva las tendencias de la inclinación electoral de los ciudadanos, levantadas sobre una base nacional. Lo que en la mayoría de los sistemas electorales del mundo proyectaría (con la prudencia que deben ser tomados los datos derivados de las encuestas) el resultado final, en Estados Unidos sólo anticipa el sentido del voto popular, pero no necesariamente el probable desenlace del proceso. Lo que van a votar directamente los estadunidenses el martes 2 de noviembre es a los 538 miembros del Colegio Electoral, quienes escogerán oficialmente al presidente. El número de electores de cada estado es igual a la suma de sus senadores y representantes en el Congreso. Cada estado tiene dos senadores y el número de sus representantes depende de su población. El candidato que obtiene mayoría simple gana todos los votos que el estado representa en el Colegio Electoral. Sólo dos estados (Nebraska y Maine) han eliminado este procedimiento, asignando a los candidatos un número de electores proporcional al voto popular que efectivamente obtuvieron. En una elección tan reñida como la presente este mecanismo puede dar lugar a desenlaces insólitos, como en 2000, cuando el candidato con el mayor número de votos populares perdió la elección. De ahí la importancia decisiva de los llamados estados con preferencias políticas indefinidas u oscilantes. La tendencia de las preferencias electorales al inicio de la segunda quincena de octubre indica que este grupo electoralmente crítico lo forman 19 estados que representan 208 votos del Colegio Electoral. Esto supone un total de 330 votos que por diversos motivos históricos y coyunturales los candidatos en lucha creen tener asegurados. De este total, 177 sufragios, provenientes de 21 estados, se dan por descontado en favor de George W. Bush, en tanto que los 153 votos restantes, originados en 10 estados más el Distrito de Columbia, se dan por seguros para John F. Kerry. De acuerdo con lo anterior, para ganar el comicio (lo cual ocurre consiguiendo un mínimo de 270 votos del Colegio Electoral) Bush aún requiere procurarse 93 electores, en tanto que Kerry necesita 117. La evolución de las preferencias electorales en los 19 "estados oscilantes" muestra que aún no hay nada para nadie. Cada candidato encabeza las encuestas en siete estados distintos con diferencias de uno a tres puntos porcentuales, en tanto que en otras cinco entidades se encuentran empatados. Es claro que los votos que aportan estos 19 estados son preciosos para las aspiraciones de los candidatos. Pero la batalla decisiva tiende a concentrarse en los que por ser los más poblados representan mayor cantidad de electores en el Colegio Electoral. Asomémonos brevemente a las condiciones político-electorales que privan en algunos. Florida. En 2000 Bush ganó aquí la presidencia por 537 (dudosos) votos. En la lucha con Kerry hay un empate de las preferencias. Se considera que el presidente se favorece con la presencia de su hermano el gobernador, pero la extendida comunidad de pensionados que vive en el estado es mayoritariamente demócrata. Pensilvania. Es uno de los principales objetivos de los republicanos en este proceso. Al Gore ganó aquí en 2000. Ha sido el estado más visitado por Bush durante su mandato. Su base industrial fue muy golpeada por la recesión de 2001. Kerry cuenta con la influencia de su esposa, Teresa Heinz, connotada filántropa con base en esta entidad. En Filadelfia, Bush luce débil e impopular debido a la guerra en Irak. Ohio. Desde 1964 vota por el candidato que gana la presidencia. Ningún republicano ha llegado a la Casa Blanca sin triunfar en este estado, y en 2000 Bush lo hizo por un margen mínimo de 4 por ciento. Desde 2000, Ohio ha perdido 225 mil empleos. La decisión del gobierno de eliminar los aranceles a la importación de acero es aquí muy impopular. Ohio es un estado culturalmente conservador en temas como el aborto y la posesión de armas, lo que no parece favorecer a Kerry. Michigan. En los 70 y 80 fue firmemente republicano, pero desde 1992 dominan los demócratas. Desde que Bush asumió la presidencia se perdieron 200 mil empleos manufactureros. En la pasada elección presidencial ganó Gore, con el apoyo del voto negro (14% del voto popular del estado). El poderoso sindicato automotor de la entidad es ferozmente combatido por los republicanos. Nueva Jersey. Es el estado más urbanizado y con mayor densidad demográfica. En los años recientes su clase media fue atraída masivamente por los cristianos evangélicos, de cepa republicana, en temas como el aborto y el control de armas. La reciente renuncia del gobernador James McGreevey, después de admitir su homosexualidad, parece haber creado cierto ambiente favorable para Bush. Virginia. En la zona sur tienen su base dos bastiones del conservadurismo estadunidense: la Asociación Nacional del Rifle y la Coalición Cristiana, militantes de la causa republicana. La economía del estado fue muy golpeada por la recesión, pero la zona norte, con su corredor de alta tecnología, es relativamente boyante. Misuri. En los últimos 100 años ha votado por los candidatos ganadores de la presidencia, salvo en 1956. En sus primeros tres años de gobierno Bush visitó 18 veces el estado con la esperanza de retener este valioso capital electoral. Washington. Su mayor ciudad, Seattle, es la sede del movimiento antiglobalización. Está electoralmente dividido entre los liberales de las ciudades costeras y los conservadores del interior. Esto, más el hecho de que el candidato independiente Ralph Nader hará aquí una de sus mayores cosechas de votos, puede beneficiar a los republicanos. Minnesota. La última vez que ganó aquí un presidente republicano fue en 1972. Desde los 90 los candidatos independientes erosionan el voto demócrata. En 2000 Nader ganó 5% de los votos del estado, reduciendo a un apretado 2% la diferencia en favor de Gore. Arizona. Clinton es el único demócrata que ha ganado este estado desde 1948. Bush se alzó con el triunfo en 2000 con un margen del 6 por ciento de los votos. La creciente población de origen latino y la fuerte migración californiana de los años recientes podrían volcar el estado a la causa demócrata § |