México D.F. Sábado 23 de octubre de 2004
La necesidad de júbilo no fue satisfecha por Fabiola de la Cuba ni el break dance
En la Alhóndiga y Los Pastitos faltó la chispa para prender al público joven
ANGEL VARGAS ENVIADO
Guanajuato, Gto., 22 de octubre. Había sido mucho para un grupo de chavos: ''šChido su Siempre en domingo!" Y en fila, de uno en uno, los cinco se retiraron de la Alhóndiga de Granaditas, entre aburridos e indignados. El espectáculo musical de la peruana Fabiola de la Cuba no logró convencerlos.
Tampoco en la explanada de Los Pastitos, dos horas más tarde, el público joven terminó de conectarse con el break dance a cargo de un grupo de bailarines sudafricanos. Si no fuera por la necesidad de júbilo y el espíritu de fiesta imperante, la velada hubiera pasado de noche.
Poca sorpresa, escasa emoción, muchos momentos de tedio y de falta de chispa fue la tónica de los dos espectáculos realizados anoche en ambos foros, los más importantes que se tienen al aire libre, dentro de la versión 32 del Festival Internacional Cervantino (FIC).
Recorrido sonoro por tres regiones
Memorias del alma fue el título del programa presentado por De la Cuba en la histórica Alhóndiga, una especie de recorrido sonoro, según explicó al principio de su actuación, por las tres regiones culturales de su patria: la costa, la selva y los Andes.
Con entallado vestido que resaltaba su alta y curvilínea figura, la cantante se esforzó en enganchar con la concurrencia, que en primer momento desbordaba la Alhóndiga y se entregó incondicionalmente, pero luego vino el desánimo y abandonaron el lugar.
El espectáculo prometía al principio, cuando un grupo de bailarines, disfrazados con atuendos de origen inca, se valió de antorchas encendidas para sus ejecuciones.
Sin embargo, eso fue lo más vistoso por parte de los danzarines, que en adelante, por más cambios de vestuario que realizaron, se mostraron sin coordinación y muy acartonados. De a tiritito parecieron amateurs.
Lo más rescatable fue acaso la voz y la presencia escénica de la cantante peruana, así como el trabajo de sus músicos, que dieron muestras del repertorio tradicional de Perú, en arreglos contemporáneos, además de incluir temas propios.
Pero no fue suficiente. Acaso la mejor imagen para describirlo es que pareció uno de esos programas musicales que con frecuencia transmiten las televisoras públicas.
Lo visto en Los Pastitos, en tanto, acaso refleja esa especie de decadencia que experimenta la programación cervantina de espectáculos callejeros, en este año.
El espectáculo Desde el corazón de Africa no logró encender del todo al joven público que medio pobló la explanada. Pobre asistencia en relación con espectáculos de años anteriores.
No sólo eso: ni las danzas zulú, ni el tap con tenis, ni la danza con botas de hule que ofreció el grupo de bailarines sudafricanos tuvieron la suficiente capacidad para sorprender.
No fue algo fuera de lo común como se esperaba de los artistas. Gran parte de su actuación puede verse en las calles de casi todo pueblo mexicano.
Si algo valioso hubo, además de la excelente participación de los bailarines, fue la confirmación del alcance universal del break dance y géneros similares.
Decenas de chavos, cierto, gritaron, ovacionaron las evoluciones de los artistas, pero fue más como mero elemento catártico y ánimo de jolgorio.
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