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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 23 de octubre de 2004

DESFILADERO

Jaime Avilés

La explicable ira de los medios

Quieren vencernos, no convencernos
Deben renunciar Creel, Macedo y Azuela

SI EL VIDEO que Bernardo Bátiz presentó el lunes por la tarde no revela nada que no supiéramos -la participación de Carlos Salinas de Gortari y Santiago Creel Miranda en el complot golpista contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador-, en cambio aporta, en términos judiciales, evidencias probatorias que le dan un vuelco a la situación política del país. A partir de ahora, y en el momento que lo juzgue necesario, la procuraduría capitalina podría llamar a comparecer, como testigos o como indiciados, al ex presidente de la República y al secretario de Gobernación. Eso no es poca cosa y explica en mucho la cólera de los medios.

En esta extraña y desigual partida de ajedrez que Vicente Fox ha jugado con siete reinas dueñas de plenos poderes contra las piezas reglamentarias de López Obrador, el político tabasqueño, amenazado por los alfiles y caballos del desafuero, ha puesto en jaque a dos de esas fichas (Salinas y Creel). Pero al mismo tiempo ha colocado en situación por demás incómoda a las cinco restantes: 1) el procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha; 2) el presidente de la Suprema Corte, Mariano Azuela; 3 y 4) los senadores prianistas Diego Fernández de Cevallos y Enrique Hijo de Juan (eso significa en inglés Jackson), y 5) los medios electrónicos.

Las acusaciones judiciales directas que penden sobre Salinas y Creel proyectan su fuerza sobre las demás piezas: Macedo de la Concha ostentó su deportiva amistad personal con Carlos Ahumada antes del videoescándalo y cuando el empresario cayó preso intentó protegerlo de mil maneras, librándolo incluso del cargo de lavado de dinero; Diego fue un activo constructor del golpe mediático y el 12 de marzo defendió a Ahumada pública y airadamente en Canal 2; Azuela emitió su veredicto sobre el desafuero antes incluso de conocer el expediente; el Hijo de Juan ha secundado a todos, además de referirse a López Obrador despectivamente con singular entusiasmo, y los medios, por último pero no al final, han apoyado y promovido la conjura con una prepotencia y un cinismo que ahora sobrepasa los límites de la ignominia.

Las conclusiones no pueden ser sino gravísimas: en los tres poderes de la República -el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial-- hay funcionarios del más alto nivel involucrados en una conspiración contra el gobierno de la capital del país, contra el proceso electoral de 2006 y contra una de las más preciadas garantías de los ciudadanos, que es la que nos otorga el derecho a elegir a nuestros gobernantes.

Si queremos desdramatizar el asunto, podemos decir que detrás de Vicente Fox, Salinas de Gortari está reimplantando la "democracia selectiva" que en 1994 elevó a Ernesto Zedillo al poder y en 2000 entronizó a Fox, eliminando en ambos casos y con malas artes la alternativa que ofrecía Cuauhtémoc Cárdenas. Pero si llamamos a las cosas por su nombre no nos queda sino estremecernos ante la magnitud histórica del terrible episodio nacional que estamos viviendo: el salinismo ha metido a México en la lógica de una guerra civil.

Una pésima lectura


"Nosotros llegamos al poder a balazos y a balazos tendrán que quitárnoslo", solía decir Fidel Velázquez. Fox ha hecho una pésima lectura de esa sentencia y empieza a lamentarlo: él ascendió a la cumbre del Ejecutivo gracias a una eficaz y prolongada campaña mediática, y supone que heredará la silla a quien desee, siempre y cuando mantenga el control de los medios. Pero no: esa ingenua estrategia, condimentada con argucias legaloides, ha fracasado por completo. Después de golpear a López Obrador durante siete meses, todas las horas de todos los días, por todas las bocinas y pantallas de la radio y la televisión, la popularidad del peje de gobierno se mantiene altísima y lo aleja a muchos años luz de sus posibles competidores en las ahora improbables elecciones de 2006.

Por el contrario, y como consecuencia directa de ese inclemente atropello a la inteligencia de los ciudadanos, los medios electrónicos están como el América: en el sótano de la credibilidad. Eso explica, en muy buena medida, la iracundia que mostraron los figurones y las figuritas de la pantalla de cristal líquido ante las demoledoras pruebas que ha entregado el maestro Bátiz, sobre todo las de ese fragmento de video en el que Carlos Ahumada amenaza a René Bejarano con traspasarles a ellos -"Salinas, Creel, Televisa y Reforma"- las famosas imágenes del día cuando le llenó los bolsillos de dólares.

Pero el hecho político más relevante del video de Bátiz es que hace explícita la desesperación de Ahumada ante la actitud inconmovible de López Obrador, quien jamás consintió que se le pagara un centavo al empresario salinista, pese a las gestiones que en tal sentido hicieron Rosario Robles y Ramón Sosamontes, aparte, desde luego, del propio Bejarano. Y si algo prueba que Ahumada se vengó en efecto, es el monumental escándalo que los medios detonaron el primer día de marzo.

Los medios no pretenden convencernos: quieren vencernos, derrotarnos, aplastarnos, condenarnos a la cristiana resignación con un mensaje inequívoco: los dueños del país, a quienes ellos sirven y representan, no están dispuestos a tolerar que el pueblo ejerza su voluntad soberana y cambie de proyecto político sea cual sea el precio que deba ser pagado. Lo que no advierten es que la popularidad de López Obrador no responde a los encantos y virtudes de un político, sino al hartazgo de millones de mexicanos hundidos hasta el cuello en la pobreza, que se sienten saqueados por el PRI y estafados por las promesas del foxismo que a fin de cuentas empeoró su situación y ahora conspira para arrebatarles su derecho al voto.

Durante una gira, el día de ayer, por el estado de Chihuahua, Fox experimentó en carne propia las amargas consecuencias de la irritación popular que su irresponsabilidad está generando. La caravana de vehículos que transitaba rumbo a Ciudad Juárez fue atacada a mano limpia por empleados del ISSSTE y familiares de las víctimas del intolerable feminicidio, ante el cual no ha hecho nada, absolutamente nada que detenga la violencia contra las mujeres de aquella entidad, entre cuyos cadáveres se cuenta una niña de cinco años a la que sus verdugos violaron, acuchillaron y le arrancaron los ojos.

El "gobierno" federal está pasmado ante el desorden político que provocó y eso agrava mucho más las cosas. Santiago Creel, el insignificante charrito de Bucareli, ha creado con su incompetencia un tremendo vacío de poder, ya que es el "jefe" de la política interior y no tiene la mínima capacidad para arbitrar los conflictos, construir equilibrios, promover consensos y desactivar bombas de tiempo; al contrario, actúa sin pudor como cabeza de la banda golpista y ha desatendido por completo sus funciones. Por ello es urgente que abandone su puesto y sea remplazado por alguien que trate de hacer las paces con todos.

Destituir de inmediato a Creel es lo menos que puede hacer Fox para enderezar un poco las cosas; de igual modo, tiene que salir del gabinete Macedo de la Concha, porque la justicia que "procura" favorece la ilegalidad en muchos ámbitos. Y una decisión similar deben asumir los ministros de la Suprema Corte para quitar de la presidencia de ese organismo a Mariano Azuela: no hay otro camino para recobrar la llamada "majestad" del estado de derecho y detener la descomposición que se desborda.

La nave de la política mexicana, a merced de la peor tempestad desde 1968, está haciendo agua a babor y a estribor y sólo un timonel ciego y sordo puede no enterarse de la gravedad de las circunstancias. Si no se produce un viraje en las próximas semanas, Fox será el primero en arrepentirse.

Ahí vienen los chinos


Este desfiladero de hoy hubiese querido dedicar su espacio al examen de la crisis política que vivimos en el contexto de la crisis política del planeta. Escribir, por ejemplo, que el pasado lunes, en la sede mexicana de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el analista Enrique Dussel Peters dio a conocer un profundo estudio sobre el fenomenal expansionismo económico de China, ese gigante que después de Estados Unidos es el segundo socio comercial de nuestro país y que desde 2002 nos vende anualmente productos por más 10 mil millones de dólares. Ya habrá tiempo de volver sobre el particular.

Sin embargo, la ex diputada argentina Elisa Carrió, en un programa televisado, afirmó lo que muchos especialistas ya saben: que en los próximos 25 años China será la primera superpotencia de la Tierra, lo que marcará el fin de la hegemonía de Estados Unidos. Con gran elocuencia, Carrió hizo ver que varios países de Sudamérica -Brasil, Argentina, Venezuela, y muy pronto Uruguay, que tendrá elecciones presidenciales en ocho días-, están trabajado por una integración económica regional semejante a la de la Europa del oeste después de 1945, y de algún modo insinuó que México podría sumarse a ese proceso si contara con un gobierno opuesto al modelo neoliberal.

Tanto Dussel como Carrió advirtieron que América Latina no se está preparando estratégicamente para posicionarse ante China e India, que dentro de un cuarto de siglo dictarán la política del mundo. A la luz de estas reflexiones, pienso yo, es triste observar cómo México y sus dueños continúan enganchados a la decadencia de Estados Unidos gracias al cordón umbilical del neoliberalismo, y que detrás de la conjura contra López Obrador lo que más ardientemente desean es que el sucesor de Fox sea un títere controlado por ellos que privatice nuestro petróleo para que éste prolongue la agonía del imperio estadunidense, no para salvarnos de ésta.

Pero si usted vive en la ciudad de México, se ha levantado temprano este sábado y desea manifestar su respaldo a López Obrador y a las instituciones democráticas, acuda a las 12 horas a la Suprema Corte de Justicia de la Nación donde tres organizaciones ciudadanas -P3P, Proyecto Esperanza y Red de Jóvenes con López Obrador-, más Jesusa Rodríguez y participantes de diversas luchas sociales, pulirán la puerta de ese edificio, entregarán una carta firmada por el pueblo de México, recordarán la Guerra de los Pasteles y exigirán la renuncia de Mariano Azuela y Santiago Creel, porque en estos momentos las palabras deben decirse unidas a los hechos.

[email protected] y http://www.plandelos3puntos.org

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