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México D.F. Viernes 22 de octubre de 2004
José Cueli
La intuición, escritura interna
El interés práctico y cultural del árabe y lo judío es que llevan consigo el juego de las raíces y, en cuanto a su escritura, otras formas de aprendizaje de la intuición; porque si en hebreo faltan las vocales, en el árabe las consonantes se deforman y tienden a desaparecer según el lugar que ocupan dentro de la palabra, menciona Valensi, sicoanalista francés, quien pone como ejemplo, seguramente no casual, el hecho de que el judaísmo favoreciera por todas partes la práctica de la medicina.
Existen otras razones, pero la lectura del hebreo predispone a la percepción intuitiva de aquello que está oculto, a la lectura del signo parcial, a la captación del síntoma. Sin el hebreo, al cual se refiere a veces para sus lapsus personales y a propósito del simbolismo general, Freud no hubiera tal vez podido realizar su tentativa fundamental que consiste en obligar a un lenguaje a que revele aquello que sólo expresa a medias, aquello que revela por el mismo hecho de encerrarlo en su hermetismo intencionado, igual que el puño cerrado de un niño revela con su mismo gesto lo que él quiere encubrir expresamente. En esta línea se encontraría Jacques Derrida, el filósofo de la deconstrucción de origen judío, y que le asigna gran importancia en su develar capas a la différance, cuya ''a" no es audible y a la que me referí en el artículo anterior.
Más que rechazar, Valesi hace referencia al origen que es la concomitante de toda cultura analítica y discursiva, sin referencia a las letras ocultas, hace que el sujeto se enfrente con la oscuridad primordial que lo guía y con la que él no quiere ni puede identificarse.
Se trata con toda certeza de una dimensión original del hombre, pero no menos esencial será aquella dimensión que se encuentra en Platón, pues demuestra que al hombre, dudando entre el finalismo de la palabra y su arbitrariedad, queda referido finalmente a su propia arbitrariedad puesto que la palabra no lleva la marca del objeto sino la del sujeto que atribuye a las cosas su propio vértigo.
Si la palabra es algo arbitrario, es porque el ''legislador" platónico, una especie de inconsciente que traduce el lenguaje, confiere a las cosas que le da nombre mediante la palabra su propia pasión y su propia visión del mundo.
ƑEs el signo ausente lo que da vida al discurso?
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