|
México D.F. Jueves 21 de octubre de 2004
La rabia y la ignorancia
En
la nueva andanada de ataques contra el jefe del gobierno capitalino,
Andrés Manuel López Obrador, por el hecho de que la Procuraduría
General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF, que encabeza Bernardo
Bátiz) haya dado a conocer un video más en el que se documentan
los nexos del empresario corruptor Carlos Ahumada con Carlos Salinas de
Gortari y Santiago Creel Miranda, destacan las sorprendentes declaraciones
del propio Creel y del procurador general de la República, Rafael
Macedo de la Concha, en las que descalifican la ecualización realizada
por peritos de la PGJDF de la pista de audio de la cinta. Creel Miranda,
mencionado por Ahumada como uno de los que habrían de ser "informados"
en caso de que el Gobierno del Distrito Federal no cediera al chantaje
del propio empresario de origen argentino, llegó al exceso de sugerir
que podría acusarse al procurador capitalino del delito de alteración
de pruebas. Macedo de la Concha, por su parte, habló de una "prueba
editada" y "manipulada". Ambos coincidieron, casualmente o no, con el propio
Ahumada, quien en una carta enviada a varios medios aseguró que
la grabación fue "recortada, manoseada, manipulada y supereditada"
(sic).
Tanto si hablan por ignorancia como si lo hacen por mala
fe, es preocupante -porque se trata nada menos y nada más que del
secretario de Gobernación y del procurador federal- que ambos funcionarios
confundan, o aparenten confundir, la técnica de ecualización,
que permite limpiar, aclarar y restablecer el sonido de una grabación
defectuosa, con una maniobra de adulteración y falsificación.
La debilidad del alegato fue puesta en evidencia por el
propio Macedo de la Concha, quien hubo de admitir que la dependencia a
su cargo tiene desde hace varios meses en su poder una copia del video
divulgado el lunes por Bátiz, copia que, por razones que no quiso
o no pudo explicar, no ha sido sometida por los técnicos de la PGR
a un trabajo como el que realizaron los peritos de la Procuraduría
capitalina. En declaraciones por separado, la fiscal especial para la Atención
de Delitos Electorales, María de los Angeles Fromow Rangel, reconoció
que agentes del Ministerio Público Federal se limitaron a realizar,
por ineptitud, omisión o negligencia, un trabajo de "transcripción"
que sólo arrojó "frases sueltas e incongruentes", y ofreció
"tratar de ver que nuestros peritos hagan lo posible para aislar el sonido".
En suma, la PGR empezará ahora a hacer la misma tarea que realizó
en su momento su contraparte capitalina y que, según las ironías
de Creel, fue llevada a cabo mediante "milagros" y con "ecualizadores mágicos".
Más allá de las tribulaciones de los funcionarios
federales por superar el trance difícil en el que se colocaron desde
el momento en que decidieron participar en la conspiración de golpeteo
político-mediático contra López Obrador, y de que
Creel sea capaz de descubrir sospechosismos en la ecualización
pericial de una banda sonora, es revelador que la virulenta reactivación
de esa campaña de aniquilación política (y mediática,
y judicial, y presupuestal) se produzca cuando surgen los primeros indicios
sólidos de la participación de Salinas de Gortari en el operativo.
Y es que, a la luz de los amagos chantajistas de Ahumada, no sólo
se hace evidente la existencia del complot que denunciara en su momento
el jefe del gobierno capitalino, sino que también se pone de manifiesto
la alianza vergonzosa entre el foxismo y el salinismo para adulterar los
escenarios de la elección presidencial de 2006: los enemigos acérrimos
de antaño, el panismo democratizador y el priísmo beneficiario
y promotor del fraude electoral, parecen haberse convertido en los conjurados
del presente. Es comprensible la rabia que suscitan en el grupo gobernante
las revelaciones sobre esa relación inconfesable porque, de confirmarse,
anularán la única virtud que aún se concedía
al foxismo, que era su compromiso con la alternancia democrática.
|
|