México D.F. Lunes 11 de octubre de 2004
Les Ballets de Monte-Carlo presentó la
versión del coreógrafo francés de La Bella Durmiente
Renueva Maillot la danza clásica
FABIOLA PALAPA QUIJAS ENVIADA
Guanajuato, Gto., 10 de octubre. Fantasía
en movimiento. Formas y colores renacieron en la danza clásica de
la obra La Belle, del coreógrafo francés Jean-Christophe
Maillot.
Cuento de hadas que sacude la mente del espectador; pesadillas
en tonalidades de grises advierten que el mundo se transforma y cambia
ante el deseo. Les Ballets de Monte-Carlo, considerada una de las mejores
compañías del mundo, renueva la pieza clásica de La
Bella Durmiente del bosque, de Charles Perrault.
Sueños, realidad y magia convergen en la obra de
Maillot representada en un foro con vistas inclinadas y elevadas, así
como una pantalla. Las posiciones estilizadas y sincronizadas de los cuerpos
de los bailarines regalan poesía visual acompañada por la
música original de Pytor Ilyich Tchaikovsky.
El colorido y las formas circulares en el escenario contrastan
con la coreografía de Marius Petipa: personajes con vientres voluminosos,
cabello de colores y sombreros de hadas con bolitas.
La adaptación de Maillot, galardonada en 2002 como
el mejor montaje escénico del mundo durante la entrega de los Nijinsky
en Mónaco, es uno de los espectáculos centrales de la versión
32 del Festival Internacional Cervantino.
La gracia y la sensualidad de la primera bailarina adentro
de una enorme burbuja muestra lo frágil que puede ser el ser humano
ante la fuerza de los demás, que tratan de mancillar su interior,
en este caso de una mujer.
La fuerza de sus movimientos y la elegancia en el manejo
de los brazos hacen de su cuerpo un monumento. El silencio en el foro deja
al descubierto el respirar de los bailarines, que continúan con
la función sin mostrar agotamiento. Todo un ejercicio de respiración
practican entre cada acto.
Los trazos de los movimientos de unos cuerpos estéticos
ocultos en trajes asombrosos y modernos atrapan la mirada del espectador,
mientras la música los conduce al castillo de la realidad, de ese
mundo gris, transgredido por el mal.
Al ver una brillante ejecución, se olvidan las
horas previas a cada función: maquillaje, peinados y todo el ritual
que realizan los bailarines para mostrar lo majestuoso que suele ser el
ballet clásico de una agrupación vinculada al Principado
de Mónaco.
La expresión de los artistas coreográficos
denota los sentimientos del director, que recupera la esencia del cuento
original de Perrault, aquella historia de amor entre la Bella (Bernice
Coppieters) y El Príncipe (Chris Roelandt). Los anhelos de Maillot
irrumpen en la mente del espectador mediante la evolución de La
Belle, que se presentó este fin de semana en el Auditorio del
Estado. La visión del autor refleja la búsqueda del ser para
sobrevivir en una sociedad moderna que se consume ante el poder.
Como en todo final feliz, la bella y el príncipe
terminan su historia con un largo beso que trasciende hasta la pantalla,
para indicar que vivieron felices en su reino.
Les Ballets de Monte-Carlo renació en 1985, en
Mónaco, como una nueva compañía de ballet gracias
al apoyo de la princesa Carolina de Hannover. Su repertorio está
integrado por las creaciones de Jean-Christophe Maillot y de obras de coreógrafos
como George Balanchine, Karole Armitage, Lucinda Childs, Nacho Duato, William
Forsythe, Jirí Kylián, John Neumeier y Twyla Tharp.
Sobre estas líneas, los integrantes de Les Ballets
de Monte-Carlo se preparan en los camerinos para su función en la
fiesta del espíritu. Abajo, un momento de la obra FOTOS MARIA
MELENDREZ PARADA
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