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México D.F. Lunes 11 de octubre de 2004
Con el interiorismo, escuela creada por
ellos, expresan lo que hay en su subconsciente
A través de la pintura trascienden encierro
internos del Reclusorio Norte
SUSANA GONZALEZ G.
En el Reclusorio Norte hay una academia de pintura. Los
10 alumnos que asisten a ella, que forman parte de los 8 mil 700 internos
que hasta ayer tenía el penal, tratan de vivir su encierro como
si estuvieran en un internado o escuela de arte, pues pasan la mitad del
día encerrados en el taller, aislados del resto de la población
penitenciaria, con excepción de los fines de semana.
El maestro de pintura es Francisco Javier Tejeda Jaramillo,
relacionado con el cártel de Rafael Caro Quintero y uno de
los más de 20 coacusados por el homicidio del agente de la DEA Enrique
Camarena Salazar, pero desde que en 1985 fue encarcelado decidió
hacer de la pintura su carrera. Antes sólo había pintado
cuadros al óleo sobre terciopelo que vendía a turistas en
Tijuana, Baja California, pero desde hace tres quinquenios es responsable
del taller de pintura del penal donde fue condenado a pasar 40 años
de su vida.
"La
mayoría de quienes caen en la cárcel piensan que es una desgracia,
pero uno puede revertir eso y buscarle el mayor provecho. Para nosotros
esto es una escuela de arte, no estamos pensando en la cárcel, ni
siquiera se ve en los cuadros. Desgraciadamente no podemos salir, pero
sí podemos trabajar y, sobre todo, estudiar. Optamos por la pintura,
pero hay muchas cosas más que se pueden hacer aquí", dice
el ahora pintor, quien lo único que lamenta de su encierro es no
tener acceso a la obra de artistas como Francisco Toledo y Juan Soriano,
a los que dice admirar.
El grupo de alumnos de esa sui generis academia
de pintura cambia paulatinamente, conforme algunos alcanzan su libertad,
pero entre los actuales pupilos de Tejeda Jaramillo se incluyen dos ex
estudiantes universitarios, dos colombianos, un antiguo diseñador
gráfico y escultor, así como un par de trabajadores de rótulos
y diseño publicitario, en su mayoría acusados por delitos
federales como lavado de dinero y delitos contra la salud.
Aunque se reconoce alumno de José Hernán
(José González García, quien le dio clases desde 1990,
hasta que hace unos meses dejó de ir al reclusorio), Tejeda Jaramillo
es un autodidacta que devora cuanto libro de historia del arte y de la
pintura le lleva a prisión su esposa Sonia Avila, convertida ahora
en la principal promotora de sus cuadros, que lo mismo se exhiben dos veces
por año en galerías particulares y casas de la cultura, que
edificios gubernamentales y legislativos, tanto federales como capitalinos,
o universidades públicas y privadas.
Los cuadros de Tejeda Jaramillo han subido paulatinamente
de valor y le ayudan a mantener a su familia -"el más caro que he
vendido ha sido en 15 mil pesos, en dólares (bromea) sólo
los que hacía en Tijuana para los turistas"- y sus clientes han
dejado de ser los custodios, funcionarios o visitantes de otros presos
del penal, porque su obra comienza a colocarse en galerías particulares,
bazares o entre gente ajena al sistema penitenciario. Ahora está
en busca de un cliente para su segundo mural, inspirado en la obra Edipo
Rey y por el que, independientemente del material que se invierta, pediría
200 mil pesos, pero ofrece hacerlo gratis si se trata de un edificio público,
como ocurrió con su hasta ahora único mural, el que se ubica
en la sede de la Dirección General de Prevención y Readaptación
Social, sobre calzada San Antonio Abad, el cual, bromea, "se vería
bien atrás de donde da su conferencia el jefe de Gobierno, Andrés
Manuel López Obrador".
El interiorismo
A la par que cumple su condena, Tejeda Jaramillo se labra
un reconocimiento como pintor y, literalmente, crea su propia escuela:
"interiorismo", le llama. "Una tendencia mediante la cual el artista expresa
lo que hay en su subconsciente", con la que define su obra, pero que también
siguen sus alumnos.
Algunos de ellos se han dedicado profesionalmente a la
pintura al salir de prisión y el mismo camino pretenden seguir ahora
Luis Soberanes, de 39 años de edad, sentenciado a cinco años
de prisión porque se le encontraron varios gramos de droga; Jaime
Beltrán, sinaloense de 31 años, acusado de operaciones con
recursos ilícitos y que en la cárcel, dice, "he vivido los
mejores dos años de mi vida, porque he aprendido lo que nunca antes",
a todos los niveles, incluyendo el espiritual.
Los pupilos más jóvenes del taller son Carlos
Flores, de 26 años, quien cursaba la carrera de ingeniería
civil en el IPN cuando fue acusado de robo y privación ilegal; David
González Rodríguez, de 25 años, estudiante de Telemática
en el Tecnológico de Neza, sentenciado por lavado de dinero,
y John del Río Barreto, colombiano e ingeniero de sistemas condenado
a 13 años de prisión por delitos contra la salud.
Por encima de sus cuadros, las clases que da o los inventos
que ha realizado en el taller (como un bastidor giratorio), Tejeda Jaramillo
dice que su mayor aportación es un libro (sin editor aún),
en el que demuestra que el bastidor expandible ocasiona más de 20
daños a la tela y pintura de los cuadros, "pero todo eso se soluciona
con algo que descubrimos y que nos parece una innovación a nivel
mundial: un tablero, cuyo soporte está hecho con una hoja de triplay
donde se monta la tela".
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