México D.F. Martes 5 de octubre de 2004
Documenta la CNDH los abusos; ya existe una
recomendación para todas las entidades y la SEP
Reiterada exclusión en escuelas de menores contagiados
con VIH
Gran cantidad de segregaciones cometidas por centros
educativos públicos y privados no se denuncian ante las autoridades,
para evitar mayor discriminación de los estudiantes y sus familias
VICTOR BALLINAS
La
discriminación de niños y adolescentes contagiados con VIH-sida
en las escuelas públicas y privadas del país es más
frecuente de lo que se imagina, asegura la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (CNDH), y subraya que cuando en esos centros educativos
se tiene conocimiento de algún caso entre los alumnos, "los maestros
o directivos expulsan a los menores o les niegan la inscripción",
lo que representa una grave violación a los derechos básicos
de los estudiantes, pues se les niega el acceso a la igualdad, la educación,
la salud, la legalidad, y, en general, a recibir un trato digno.
Un ejemplo de esa realidad común en los planteles
escolares públicos y privados del país lo constituye el caso
de Alejandra, quien habita en el municipio de Ocozocoautla, Chiapas, y
fue expulsada de la primaria a la que asistía cuando tenía
siete años, al difundirse entre los maestros que "estaba infectada
con VIH-sida".
Alejandra, indefensa a su edad y ajena al mal que padece,
no entiende por qué la corrieron de la escuela. El maestro llamó
a su abuelita, mujer de más de 70 años, y le dijo que la
niña no podría ir más al centro educativo: "No sabíamos
que tenía sida, por eso la aceptamos, pero con los certificados
médicos que corroboran su enfermedad no la queremos en la institución,
para evitar el contagio de los otros niños".
La abuelita de Alejandra, de escasos recursos, vende elotes,
tamales y pozol para mantenerse y sacar adelante a dos de sus nietas, incluida
Alejandra. La madre de la niña falleció hace tiempo y las
menores pasaron al cuidado de su abuelita.
Alejandra, al saber que ya no podría ir a clases,
suplicaba: "¡Abuelita, yo quiero ir a la escuela!, ¿por qué
no me quieren enseñar, abuelita? ¡Abuelita, me porto bien!"
El llanto de la niña y su deseo de ir a la escuela
"me preocuparon y, angustiada, me sentí impotente, no sabía
qué hacer, qué decirle, porque mi niña no sabe que
tiene sida. No sabía cómo explicarle por qué no la
querían en la escuela. Qué le decía yo. Qué
hacía. No sabía", relata.
La abuela, desesperada, buscó apoyo en una organización
no gubernamental, Salud Integral para la Mujer (Sipam), para que la ayudara
a que su nieta pudiera estudiar. "No podía verla llorar, me suplicaba
que la dejara ir a la escuela y no sabía a quién recurrir".
Alejandra, al paso de los días, insistía
a su abuelita: "Me voy a portar bien para que me quieran en la escuela.
Yo quiero ir a la escuela. Quiero saber leer y escribir. Yo quiero ir a
la escuela".
Con apoyo del Sipam, y luego de tres años, la niña,
que ahora tiene 10, regresó a la escuela, pero no fue aceptada en
la misma institución de la que fue expulsada. Ahí "insisten
en que la menor no puede tomar clases", pese a que hay una recomendación
de la Comisión Estatal de Derechos Humanos que solicita la inscripción.
Debido al esfuerzo de Sipam y otras organizaciones de
la sociedad civil que han denunciado el caso, se logró que Alejandra
fuera admitida en otra escuela. No obstante, la menor ha sentido el rechazo,
el estigma, pero pese a esas adversidades insiste: "quiero estudiar".
En todo este proceso, la abuela no ha revelado a Alejandra
la verdad. "No sé que decirle y lo único que se me ocurrió
fue explicarle que no la recibían en la escuela porque se enfermaba
continuamente y porque tenía que hacer constantes viajes para ser
atendida."
Una vez que la niña fue admitida en otra escuela,
en la que también sufrió rechazo, se agravó su estado
de salud. Fue necesario atenderla y ella ha insistido en ir a la escuela
aunque esté enferma. "Parece intuir que si se queda en casa por
su enfermedad ya no regresará a la escuela", por eso insiste en
que se le mande a estudiar.
Este caso fue uno de los cuatro que se presentaron a la
CNDH como queja y con la exigencia de las organizaciones civiles de que
ese organismo emitiera una recomendación general a los gobiernos
estatales, del Distrito Federal y a la Secretaría de Educación
Pública (SEP), para que no ocurrieran más casos como el de
Alejandra.
El 8 de septiembre pasado la CNDH emitió la recomendación
general número ocho y en esta ocasión La Jornada detalla
pormenores de la investigación y algunos de los casos que la produjeron.
A partir de esos cuatro casos, el de Alejandra, en Ocozocoautla,
Chiapas; Jazmín, en Acapulco, Guerrero; Adriana en el Distrito Federal,
y el de otra menor -de la que se desconoce su nombre-, en Querétaro,
la CNDH abrió su indagatoria.
Los resultados de la misma fueron reveladores de la situación:
"la CNDH constató la existencia de un número importante de
reportes en toda la República, en los que las autoridades educativas
han discriminado y estigmatizado a menores y adolescentes contagiados con
el VIH-sida".
La CNDH -como resultado de su investigación- "tuvo
conocimiento de que las autoridades educativas han realizado acciones violatorias
de los derechos humanos de los menores, al expulsarlos de los planteles
escolares por su condición de salud o negarles el servicio educativo
por la misma razón. Incluso han dado a conocer entre la comunidad
escolar el estado de salud de los estudiantes contagiados, lo cual ha generado
que éstos y sus padres sean discriminados y estigmatizados en el
ámbito escolar y por la sociedad".
La investigación de la CNDH va más allá
de este diagnóstico, pues afirma que las autoridades educativas
también han violentado, por omisión, los derechos humanos
de los menores que padecen VIH-sida, al permitir y tolerar la discriminación,
la estigmatización y los prejuicios en el ambiente escolar, tanto
en instituciones públicas como privadas, por parte de alumnos y
padres de familia.
"Esto impacta a los menores en la manera en que se perciben
a sí mismos y provoca en algunos casos depresión, falta de
autoestima y desesperación. Esta omisión de las autoridades
permite que se arraiguen en la sociedad mitos en torno a la enfermedad
y a las personas que la padecen", señala la recomendación
general número 8 enviada por la CNDH a los 31 gobernadores, al jefe
del Gobierno del Distrito Federal y al secretario de Educación Pública.
En la recomendación general número 8 se
sostiene que "se han presentado pocas quejas de discriminación a
menores en las escuelas por padecer VIH-sida; sin embargo, la investigación
revela que la denuncia de esta grave violación a los derechos de
los menores se ve obstaculizada por el miedo a la estigmatización
y discriminación que sufren las víctimas".
La CNDH asegura que la actitud de las autoridades atenta
contra un importante conjunto de derechos fundamentales de los niños
y adolescentes, protegidos por el sistema jurídico nacional y los
tratados internacionales que México ha signado: "El derecho a la
igualdad, a la educación, a la legalidad, al trato digno, a la protección
que la condición de menor requiere, el derecho a la confidencialidad
y a la privacidad".
Ricardo Hernández Forcada, director del Programa
VIH-sida de la CNDH, dice a La Jornada: "la expulsión de
niños y adolescentes de escuelas públicas y privadas es una
práctica reiterada, y no aislada, en todo el país. Logramos
documentar varias decenas de casos, pero esto no quiere decir que fueron
todos los que han ocurrido: existe una cifra negra, porque los padres muchas
veces no denuncian las violaciones a los derechos humanos por miedo a la
discriminación que se hará de ellos y su familia".
Se han documentado casos en el Distrito Federal, Chiapas,
Guanajuato, Jalisco, estado de México, Michoacán, Yucatán,
Veracruz, Chihuahua, Guerrero y Querétaro, fundamentalmente. Este
es un problema que se da en casi todas las entidades, asevera Hernández
Forcada, funcionario de la CNDH encargado de la investigación de
expulsiones de menores o adolescentes de sus escuelas por ser portadores
de sida.
Hernández Forcada sostiene que lo importante de
que la CNDH haya emitido una recomendación general-que fue solicitada
por organizaciones civiles ante los casos que ocurren en las escuelas-
es que se debe convertir en un motor para generar medidas preventivas y
que la situación no se repita, porque "es una práctica intolerable,
y es doblemente grave en el caso de los menores portadores de VIH-sida,
porque no saben cómo defenderse. La situación de los niños
no debe ser de privilegio, sino de atención a su condición,
eso es lo que demandamos".
No existe ninguna justificación para estas expulsiones
y tratos discriminatorios. "Es escandalosa la cantidad de situaciones distintas
que se presentan de discriminación en menores contagiados con VIH-sida.
Hay una población estimada en el país de entre 5 mil y 6
mil menores con ese padecimiento, y hay que prevenir para que no se registre
ni una expulsión más por este motivo".
Cuestionado sobre la carencia de cifras concretas sobre
la cantidad de menores expulsados de sus colegios por padecer sida, Hernández
Forcada dijo que "hay una cifra negra que debe ser muy alta, pero los padres
tienen miedo a presentar queja o denuncia porque hay una actitud generalizada
de rechazo a enfermos de sida, y lo que los padres tratan de hacer al no
presentar queja es proteger a sus hijos. A cualquiera le duele que sus
hijos sean discriminados, y este rechazo injustificado hace mayor ese dolor".
Para su investigación la CNDH solicitó a
todas las comisiones estatales de derechos humanos que le remitieran las
quejas que tuvieran o los expedientes abiertos sobre casos en concreto,
y "la verdad se recibió mucha información de organizaciones
civiles, de médicos y de maestros sobre estos casos. Esto no sólo
es indignante, sino intolerable", concluyó.
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