México D.F. Martes 5 de octubre de 2004
Florecen servicios financieros no bancarios en Argentina
Las cooperativas de crédito
regresaron hace poco a la intermediación financiera y el Banco Central
ya las reglamentó para fomentar los pequeños créditos
Empresas grandes y pequeñas se inclinan cada
vez más por nuevos instrumentos y técnicas
Economist Intelligence
Unit /The
Economist
El colapso del sistema bancario argentino y el cierre
de los mercados financieros mundiales a los prestatarios locales que siguió
al incumplimiento de pago de la deuda pública y privada en 2002,
han conducido al nacimiento de un vibrante mercado financiero no bancario.
Protesta de piqueteros realizada en agosto pasado
frente al Ministerio del Trabajo, en Buenos Aires, en demanda de mejores
oportunidades de empleo y más programas sociales FOTO REUTERS
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En
ausencia de líneas de crédito bancarias convencionales, compañías
grandes y pequeñas se inclinan cada vez más a nuevos instrumentos
y técnicas, como fideicomisos, valores a corto plazo (VCP), descuento
de cheques y títulos mercantiles, y cooperativas de crédito.
Muchos inversionistas institucionales e individuales, cuyos ahorros quedaron
atrapados en el sistema bancario cuando las autoridades congelaron depósitos
en 2001, también compran estos nuevos instrumentos.
Los fideicomisos fueron creados por una ley de 1995, en
principio para financiar la industria de la construcción, pero rara
vez se les usó hasta fechas recientes. Su principal atractivo es
que los activos ofrecidos en garantía por las partes se separan
de los personales y se asignan a un proyecto específico, y por tanto
están fuera del alcance de otros acreedores en caso de que el deudor
sea sometido a concurso o quiebra.
Cuando los prestatarios son empresas pequeñas y
medianas, las garantías pueden ser aseguradas por Sociedades de
Garantía Recíproca (SGR), cuyos miembros, en su mayoría
firmas grandes, actúan como ''protectores'' proporcionando garantías
financieras, técnicas y comerciales. Mediante su participación
en estas sociedades, estos ''protectores'' aseguran que el crédito
llegue a sus pequeños proveedores y clientes. Los fideicomisos también
permiten asegurar las cuentas por cobrar (por ejemplo, por tarjetas de
crédito) como forma adicional de garantía.
Las cadenas de minoristas, entre ellas Garbarino (Argentina)
y Falabella (Chile), han emitido varias series de fideicomisos con tales
garantías. También compañías grandes los usan
para financiar parte de sus operaciones. La AES estadunidense emitió
12 millones de dólares para financiar importaciones de carbón
con el fin de operar una de sus plantas de energía. En Brasil, Petrobras
prepara una emisión más grande para financiar la terminación
de un importante oleoducto en el norte del país.
Aparte de los fideicomisos financieros, otra práctica
creciente son los fideicomisos operativos, en los cuales los prestatarios
entregan sus materias primas al fideicomiso y éste obtiene los fondos
para completar la producción. Este mecanismo es usado por exportadores:
una vez que el producto se embarca, el deudor transfiere las cuentas por
cobrar al fideicomiso, el cual paga los intereses y el principal a los
inversionistas, y devuelve el remanente a los deudores, con lo cual concluye
el arreglo.
No es sorprendente que la cantidad de fideicomisos emitidos
haya crecido exponencialmente. Hacia fines de este año se estima
que totalicen unos 800 millones de pesos (275 millones de dólares),
cinco veces más que en 2003. Este monto corresponde sólo
a fideicomisos de oferta pública, la mayoría por conducto
de la bolsa de valores de Buenos Aires. Se cree que la cantidad de emisiones
privadas asciende al doble.
Los departamentos de finanzas de firmas de auditoría
como KPMG y Deloitte & Touche tomaron temprana delantera en organizar
las emisiones de fideicomisos, pero a últimas fechas también
han entrado en el mercado bancos de inversión y boutiques
financieras.
Valores a corto plazo
Las SGR (hay cerca de una docena) también promueven
valores a corto plazo como nueva forma de financiamiento para clientes
pequeños y medianos. Los VCP son bonos que pueden emitirse hasta
a un año, en pesos o dólares y, como llevan la garantía
de la SGR, representan menores costos para el emisor (un 10% anual a la
fecha), lo cual es mucho menos oneroso que las líneas convencionales
de la banca. Las SGR también garantizan la negociación de
cheques de pago diferido, por lo regular de corporaciones grandes como
la española Repsol-YPF o la argentina Techint. Tanto los VCP como
los cheques diferidos se enlistan normalmente en la bolsa bonaerense, lo
cual proporciona liquidez a los inversionistas.
Piqueteros enmascarados avanzan hacia la Plaza
de Mayo en una marcha realizada en noviembre de 2003 para reclamar más
subsidios sociales y el fin de los procesos judiciales contra unos 3 mil
de sus militantes FOTO AFP
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El
ingreso más reciente a la intermediación financiera no bancaria
es el de las cooperativas de crédito. En agosto pasado, el Banco
Central reglamentó su creación para fomentar créditos
pequeños y micro. De hecho, estas cooperativas florecieron durante
décadas en Argentina. Hacia el decenio de 1960, más de mil
poseían más de 12% de los depósitos totales del sistema
financiero y desafiaban el dominio de los bancos tradicionales. Sin embargo,
fueron proscritas por la junta militar que se adueñó del
poder en 1966.
Las nuevas reglamentaciones permiten a las cooperativas
recibir depósitos sólo de sus miembros, a nivel municipal
y por un máximo de 12 mil pesos (4 mil dólares). Pueden otorgar
préstamos (también sólo a miembros) hasta por 50 mil
pesos (16 mil dólares). Deben contar con un capital mínimo
de un millón de pesos (320 mil dólares). No se les permite
emitir cheques, pero pueden girar letras de cambio que circulan entre los
socios para depósitos y retiros y no entran en el sistema nacional
de compensación bancaria.
Medidas de alivio temporal
Los mecanismos financieros no bancarios han surgido en
Argentina en respuesta a una necesidad y en un contexto de escasez de crédito
bancario normal. Pero en general son medidas de alivio temporal y no sustituyen
a un sano sistema bancario. De hecho, satisfacen sólo una fracción
de la demanda de crédito y, según algunas encuestas, 60%
de las empresas del país se ven orilladas a autofinanciar sus actividades.
Ello constituye un gran impedimento a la inversión y es un importante
motivo de preocupación en el panorama económico del país
a mediano y largo plazos.
Si bien estas creativas técnicas son testimonio
del tradicional ingenio financiero argentino, lo que el país necesita
en realidad para su salud económica a largo plazo es un regreso
a una estructura de servicios financieros que funcione con normalidad,
una reducción dramática en la percepción del riesgo
crediticio y un retorno del acceso a los mercados financieros internacionales.
FUENTE: EIU / INFO-e
Traducción de textos: Jorge Anaya
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