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México D.F. Martes 5 de octubre de 2004
René Drucker Colín
ƑEs necesario justificar la importancia de la ciencia?
En general la sociedad mexicana parece no haber avanzado mucho en entender la trascendencia de la ciencia. En esta arena de la vida nacional volvemos siempre al mismo punto de partida. La ciencia parece que siempre tiene que justificar su existencia, siempre se tiene que debatir sobre si es importante o no, si vale la pena o es justificable que se le apoye; siempre sale a la luz el argumento de que hay tantas necesidades y tantos problemas no resueltos en el país, que la ciencia no es prioridad y puede su apoyo esperar unos años más. Total, si no hay ciencia igual no nos moriremos de hambre, que a final de cuentas es lo que importa políticamente hablando.
En días pasados hemos escuchado que el gobierno federal ha vuelto a escatimar recursos a la ciencia, puesto que en la propuesta de presupuesto se presenta un recorte adicional al de los ya recortados en años anteriores. Si la intención es ahogar la ciencia, la estrategia es la adecuada, pero entonces Ƒpor qué el discurso contrario?, que la ciencia es importante, que es fundamental para el país, etcétera. ƑSerá que a los políticos la ciencia les parece una especie de "aristocracia espiritual", como señalaba Max Weber, y esto de las aristocracias no cabe en nuestro país? La verdad es que deja a uno un tanto asombrado que año tras año se tenga que, literalmente, luchar por obtener recursos del Estado para una actividad que tiene que ver con el combate a la ignorancia, pero si vamos más allá de eso, tiene que ver con el progreso de la sociedad.
Recuerdo que hace unos años fui invitado a platicar con unos legisladores y otros políticos sobre la importancia de la ciencia para nuestra sociedad y, al término de mi plática, uno se me acercó y me señaló que estaba de acuerdo conmigo en lo importante que era la ciencia, pero me aclaró "sólo la ciencia que sirva para algo". Me quedé realmente atónito ante tal ignorancia. Pero desde luego considero que ahí reside el problema. Creo que la sociedad en general coincide en que la ciencia es valiosa. De hecho, aquellos comerciantes que quieren dar legitimidad a sus productos indican que éstos han sido "científicamente comprobados", con lo cual supuestamente no debe haber duda sobre su calidad. Sin embargo, a pesar de reconocerse la valía de la ciencia, es casi imposible convencer de que a los científicos hay que darles mayores recursos y se argumenta que se debe a que están en su torre de marfil y hacen cosas que no sirven para nada. Hace muchos años, por ejemplo, en una universidad con problemas financieros, le sugirieron a un burócrata que había que recortar gastos y entre sus estrategias pensó en correr a un científico de apellido Waksman, que hacía puras tonterías, pues "le gustaba jugar con los microbios de la tierra". Unos pocos años después le otorgaron el Nobel (1952) por su descubrimiento de la estreptomicina, que pudo curar la meningitis tuberculosa y después varios otros padecimientos.
El problema de la falta de apoyo a la ciencia es que en general no se entiende que la única función de la ciencia y los científicos es generar conocimiento y esto permite que tengamos mejor información sobre cómo funciona y es el mundo en el que vivimos. Esto permea la educación y nos permite tomar decisiones más adecuadas. Desde luego, el nuevo conocimiento a veces genera mayor bienestar (no tengo espacio para discutir sobre aquel que genera malestar, i.e., contaminación, guerras, destrucción, pues también lo hay).
El punto que quiero enfatizar es que el público en general, y muchos políticos en particular, sólo ven el producto acabado de los conocimientos generados por la ciencia, pero desconocen los años de esfuerzo y trabajo y el proceso que derivó hacia el avance que en sí termina por resolver cosas. A consecuencia de esto consideran que los científicos deberían dedicarse a resolver problemas. Esto último acabaría con la ciencia, no la promovería. Si a Waksman le hubieran dicho que se dedicara a curar la meningitis tuberculosa, o a Roentgen le hubieran dejado de tarea descubrir los rayos X, ninguno habría podido hacerlo.
La ciencia no puede ocuparse de resolver problemas designados. El conocimiento científico encuentra su camino lentamente, por eso debe ser libre. Cabe desde luego en estos tiempos pensar en estrategias para fortalecer la actividad científica, como podría ser el impulso a determinadas áreas de la investigación científica cuando son estratégicas o cuando existe la oportunidad de unir científicos interesados en colaborar unos con otros para desarrollar determinado tema. Esto implica más bien procurar encontrar mecanismos que permitan estimular el potencial de generar conocimiento, no con el fin de resolver determinado problema (lo cual podría darse como consecuencia), sino para conocer mejor el mundo que nos rodea.
El día que la sociedad mexicana comprenda bien esto, quizás dejemos los científicos de tener que justificar nuestra existencia.
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