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México D.F. Lunes 27 de septiembre de 2004
La libertad definió mi vida desde la
infancia, dice la luchadora social argentina
Fanny Edelman; 70 años de militancia comunista
que marcaron el siglo XX
STELLA CALLONI/I CORRESPONSAL
Buenos
Aires, 26 de septiembre. Su rostro fresco y su mirada azul, cargada
de antiguas dulzuras, como su hablar pausado, no parecen coincidir con
la historia de esta mujer de 93 años, que durante 70 años
de militancia comunista vivió y participó de los mayores
acontecimientos del mundo en el siglo XX. Fanny Edelman, nacida en 1911,
se integró a la militancia muy joven, es miembro del Comité
Central del Partido Comunista Argentino (PCA), secretaria de la Federación
Internacional Democrática de Mujeres (Fedim) y voluntaria en la
Guerra Civil Española, entre otras actividades. En aquellos años,
compartió días con María, la admirada militante de
sus historias, cuyo nombre conoció mucho después: Tina Modoti.
Fue impactada por la belleza, fuerza y personalidad de Dolores Ibarruri,
la Pasionaria, y la modestia y honestidad de Antonio Machado y tantos
otros nombres imposibles de incluir en esta entrevista. Figuras que siguen
desfilando ante sus ojos y su prodigiosa memoria.
Como debía ser, la entrevista comienza con el nuevo
episodio de la increíble leyenda en que se ha convertido la vida
y la muerte de Eva Duarte de Perón, "Evita" para los millones que
la amaron.
Seguramente que la legendaria Evita no pudo imaginar nunca
que el sudario que cubrió su cadáver, llevado y traído
en una saga de odios, amores y muertes, haya estado casi 10 años
escondido y custodiado en la sede del PC de Argentina, un partido enfrentado
al peronismo en su tiempo.
"En un sótano, disimulado entre cajas y libros,
el tan preciado símbolo para sus seguidores fue mantenido oculto
y rodeado por el secreto. Para nosotros mantener el sudario de Evita y
defenderlo de caer en manos de sus feroces enemigos, fue un tema de solidaridad.
La historia de lo que sucedió con Evita y su cadáver muestra
lo que luego fue la dictadura. La desaparición de ese cadáver,
en un esquema de acciones tan perverso y retorcido, aún asombra
al mundo. Se mantuvo así el secreto absoluto y sólo dos personas
nuestras sabían del sudario y otros objetos escondidos. Incluso
esto salió a luz pública no por nosotros, sino por una información
que llegó desde afuera, cuando ya habíamos puesto todo en
manos de sus dueños naturales", relata Fanny pausadamente.
El empresario peronista Mario Rotundo, solicitó
ayuda en 1994-95, ante el temor de que el sudario y otra cantidad de objetos
que pertenecían a Eva Perón le fueran arrebatados y robados
por los hombres del ex presidente Carlos Menem (1989-1999). Intermediarios
entre Rotundo y Jorge Kreynes, dirigente del PC, fueron el abogado Eduardo
Barcesat y Carlos Imiscoz dirigente ya fallecido del movimiento de jubilados.
-Esta historia parece seguir la increíble saga
de la vida de Evita. Usted era muy joven cuando el primer gobierno de Juan
Domingo Perón. ¿Cómo recuerda todo aquello?
-Yo estoy estudiando a fondo la figura de Eva. Ella tuvo
una influencia extraordinaria. Su condición de clase y la situación
de haber sido hija ilegítima, como se decía antes, su odio
a la oligarquía, el hecho de que su familia sufriera tantas humillaciones
por parte de una clase que había humillado a los pobres siempre,
marcó su vida y su acción. Ella creó la rama femenina
del peronismo, y aunque todo tenía un tono autoritario, se realizaron
trabajos sobre reivindicaciones concretas: vivienda, salario, protección
a la infancia, lo que provocó un movimiento nacional muy significativo.
La virtud de Eva fue trabajar sobre la falta de conciencia política
de una gran masa humana que ingresó por primera vez al trabajo.
Al desarrollarse la industria liviana, millones de trabajadores tuvieron
un trabajo por primera vez viviendo también bajo un régimen
de asistencia social. Yo no me atrevería a hacer definiciones profundas
sobre el fenómeno del peronismo. Hay mucho que estudiar todavía.
Decir que el peronismo era nazifascista era una caracterización
muy gruesa. Había elementos sí y nosotros creemos que había
una concepción muy autoritaria, no se podía aceptar disenso.
Por nuestra parte también hubo posiciones extremas sin profundización
del tema. Fuimos víctimas de persecución y eso nadie lo puede
negar, pero esto fue modificándose con el tiempo. En el último
periodo y tercer gobierno de Perón (1973-1974) antes de su muerte,
todo había cambiado tanto que tuvo un ministro comunista, José
Bel Gelbard, quien rompió el bloqueo a Cuba y envió automóviles
y créditos.
-¿Qué la llevó a ingresar en su juventud
al Partido Comunista?
-Cuando era muy joven me golpeó muy fuertemente
ver la película El acorazado Potemkin. Mi padre era rumano
y mi madre rusa y habían salido huyendo de los progroms zaristas.
Ellos no eran políticos, sino libre pensadores, más bien
anarquistas. Mi madre nos dio una gran libertad y esa confianza marcó
mi vida. Yo quería estudiar medicina pero en esos tiempos sólo
los varones estudiaban y las mujeres estábamos en segundo plano.
Entonces estudié música en el Conservatorio Nacional para
componer, pero todo se truncó. Vivimos un tiempo muy difícil,
de gran precariedad económica. Viviendo en Buenos Aires -yo nací
en Córdoba- comencé a relacionarme con artistas y escritores
en el barrio, y a través de ellos conocí a mi compañero
Bernardo Edelman, del Partido Socialista (PS). Bajo su influjo comencé
a militar.
-¿Cómo vivió el golpe de Estado del
año 30?
-En esos momentos no pude dimensionar lo que significaba
el golpe de Estado del general José Evaristo Uriburu, quien destituyó
al presidente Hipólito Irigoyen. Pero había sucedido ya la
movilización militar contra una gran huelga ferroviaria en 1917
y la represión y matanza de los obreros en lo que se llamó
la Patagonia Trágica y los metalúrgicos de Vasena Incomunicado
con el pueblo que lo había elegido, Irigoyen cayó ante el
golpe militar fascista que inauguró 50 años de golpes de
Estado. La resistencia popular no cedió entonces, alentada por la
crisis económica. Las medidas represivas de Uriburu marcaron la
vida del país hasta ahora.
-¿Esto marca los antecedentes para lo que vendría
después?
-Sin esta historia así rápidamente contada
no se puede entender todo lo que vino después. El PC había
logrado editar el periódico Bandera Roja y su director Héctor
Agosti estuvo detenido entre 1934 y 1937. En ese entonces fue importante
la existencia de Socorro Rojo, organización comunista de nivel internacional
de solidaridad con los presos políticos y gremiales y allí
conocí a Alcira de la Peña, emblemática dirigente
comunista, y otros, y comencé a visitar las cárceles y a
los familiares de los presos, reuniendo dinero para las familias. Con el
ingreso a Socorro Rojo estuve cerca de las luchas obreras y políticas,
las grandes huelgas y las acciones de comunistas y anarquistas con una
extraordinaria participación de mujeres.
-Dentro de ese escenario en Argentina ¿Cómo
llega a la Guerra Civil española?
-En 1936 me casé con Bernardo y nos volcamos al
movimiento de solidaridad con España. En Argentina se produjo una
enorme movilización de solidaridad con la república Española.
Un día Bernardo llegó con la noticia de que un grupo de compañeros
pensaba alistarse en las Brigadas Internacionales para ir a combatir a
España y yo decidí acompañarlo. Fueron tan fuertes
aquellos momentos que relatar esto me llevó muchas páginas
en mi libro de memorias Banderas, pasiones camaradas. Mi vida en
España fue una experiencia trágica y hermosa a la vez.
-¿Cómo recuerda aquellos momentos?
-Varios amigos me ayudaron con el pasaje y viajamos en
tercera clase del barco Olimper en 1937 junto a un grupo de españoles,
italianos y otros. En 30 días íbamos a estar en Amsterdan,
pero no puedo dejar de mencionar que cuando llegamos a Río de Janeiro
en tránsito hubo una enorme conmoción, porque vimos en la
primera plana de los periódicos la foto del dirigente brasileño
Carlos Prestes cuando lo llevaban a un tribunal militar. Había dirigido
un heroico levantamiento y marcha en 1935 en su país. También
Rodolfo Ghioldi, de nuestro partido en Argentina, que lo acompañaba
en su acción, era llevado en confinamiento a la isla Fernando de
Norhona. La figura de Prestes marcó la historia de Brasil.
-¿Encadenamientos de hechos que marcarían
la historia del mundo?
-Sí, es cierto. De Amsterdan fuimos a París,
donde estuvimos con el Socorro Popular Francés y la delegación
de la República Española. Recuerdo entonces que fuimos a
la Exposición Universal, y vimos allí el cuadro Guernika
de Pablo Picasso que presidía el pabellón de la República
Española y que reflejaba el brutal bombardeo de la Legión
Cóndor alemana el 26 de abril de 1937 sobre la pequeña ciudad
del país Vasco que provocó la muerte de miles de sus habitantes.
De París fuimos a Perpignan para resolver problemas de documentos
y luego a Crebere, la última ciudad francesa. No olvidaré
nunca el trayecto desde allí hasta Port Bou, Cataluña. A
nuestro paso en el tren, muchos campesinos levantaban las guadañas
con que segaban el trigo para saludarnos, y nosotros llorábamos.
Allí en Barcelona comenzamos a vivir la guerra. Al principio vimos
toda la gente en las ramblas colmadas y parecía que no pasaba nada,
pero rápidamente las alarmas advirtiendo los bombardeos nos llevaron
a la realidad. Fuimos a Madrid, donde un bombardeo -del que nos salvamos
milagrosamente- destruyó el Socorro Rojo y de allí a Valencia,
donde estaba el gobierno de la Republica, a hacernos cargo de nuestras
tareas. Estábamos en el terreno donde se libraba una batalla, no
sólo contra el enemigo interior sino contra la intervención
directa de Alemania e Italia: Bernardo como corresponsal de Nueva España
y yo en el Socorro Rojo.
-¿Cómo se vivía a nivel popular aquel
momento?
-Eso era lo más inolvidable. Vimos aquel pueblo
que con o sin armas, descalzos o con alpargatas, sin alimentos muchas veces,
estaba allí resistiendo, defendiendo a su patria invadida. Vimos
campos ensangrentados, ciudades destrozadas por los bombardeos, mujeres
y niños asesinados en los caminos. Las obras de arte, símbolo
de una cultura que en su época de oro asombró al mundo arrasadas
o entregadas por los facciosos al enemigo en retribución de servicios.
-¿Cuánto tiempo estuvieron ustedes en España?
y aunque es difícil preguntarle ¿a quiénes recuerda
más cercanamente?
-Dos años estuvimos allí. Y fueron tantas
las bellas personas con las que compartimos la vida en aquellos momentos
límites de la guerra que es difícil olvidarlas. Hay nombres:
Amparo, Conchita, Matilde Landa, apasionada militante que fue fusilada
después por los franquistas. Difícil olvidar al comandante
Carlos del quinto regimiento que estaba con nosotros y junto a él
María, mujer excepcional, fina, de apariencia frágil, valiente,
generosa. Mucho tiempo después supe su nombre: nada menos que Tina
Modoti. Con ella me unió una fuerte amistad, inolvidables charlas.
Salíamos juntas de nuestro alojamiento en la Calle Conde de Carlés,
hacia la Sede del Socorro Rojo, en la calle Márquez de Montornéz
y regresábamos, un poco amparándonos una a otra, tomadas
del brazo y yo enmudecía ante la lucidez de aquella mujer con tanta
valentía y sensibilidad. Extraordinaria fotógrafa que luego
debió sufrir tanto cuando mataron a su compañero Juan Antonio
Mella. Todo eso lo seguí yo desde lejos. Ella amaba México
profundamente. Nosotros pudimos ver de cerca el rostro de lo que era la
República y de aquella guerra. Anduvimos entre los campesinos y
en la zona industrial en Cataluña, entre estudiantes e intelectuales.
Quiero destacar en este recuerdo la acción cultural de Rafael Alberti,
Teresa León y León Felipe, que llevaron la cultura a los
niveles más populares. Hicieron lo que antes había hecho
Federico García Lorca. Iban con carretas haciendo obras de teatro,
en las escuelas en los campos. Hay tanto que decir sobre todo lo que se
hizo a pesar de que muchos países ayudaron al dictador Francisco
Franco. Fue una traición terrible ayudando a los ejércitos
de Hitler y Mussolini frente a los que ayudaron a La Republica, como México
y la Unión Soviética. Yo digo que si en esa guerra hubiera
triunfado la República Española no hubiera habido una Segunda
Guerra Mundial.
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