México D.F. Domingo 26 de septiembre de 2004
Uno de sus abogados fue atacado con arma blanca
y tuvo que ser hospitalizado
Anónimos, amenazas y ceses, constantes en el
proceso contra Medina Millet
Denuncian ola de represalias contra peritos cuyas conclusiones
favorecen al acusado
EDUARDO R. HUCHIM/ VI
Merida, Yucatan, septiembre de 2004. "Mira Bolio,
si te sigues metiendo en el caso de Medina, te voy a matar muy pronto.
Apártate lo más pronto posible de este caso, o morirás
muy pronto".
Estas palabras, registradas en una grabación de
la contestadora telefónica del domicilio particular del amenazado
constituyen uno de los muchos actos de intimidación que han rodeado
al caso Medina-Abraham. Fueron dirigidas el 5 de enero de 2000 al abogado
Rubén Bolio Pastrana, uno de los penalistas yucatecos más
prestigiados y defensor -junto con Marco Antonio Cerón Ruiz- de
Armando Medina Millet.
Denunciado
el hecho ante el Ministerio Público, se ubicó el origen de
la amenaza en el teléfono de una casa deshabitada del fraccionamiento
Los Pinos. Adicionalmente, ambos abogados yucatecos han sufrido el robo
de documentos o la revisión de sus automóviles por parte
de desconocidos, además de que, en los años 1997 y 1998 -cuando
aún gobernaba aquí Víctor Cervera Pacheco- fue común
que a las puertas del despacho de ambos se estacionaran patrullas de la
Policía Judicial.
Bolio Pastrana -quien es también notario público-
estuvo a punto de ser inmiscuido, a finales de 2001, en la constitución
simulada de una sociedad anónima, intentona de la que se enteró
de manera fortuita porque un amigo suyo que trabajaba en un banco de Veracruz,
ante el que fue presentado el testimonio respectivo, le preguntó
del asunto, extrañado porque el documento estaba firmado de manera
distinta a como lo hace habitualmente el penalista.
El abogado defensor infiere que la intención de
quienes falsificaron su firma y el testimonio respectivo era desacreditarlo
y encarcelarlo en Veracruz, con lo cual le habrían causado un enorme
daño a él y a su defendido; además de la libertad,
el abogado habría perdido la fe pública y, desde luego, no
habría podido continuar con la defensa de Medina Millet.
Acuchillado y anestesiado, pero declaró, según
la procuraduría
Las acciones contra el abogado Cerón fueron más
lejos: la noche del 9 de noviembre de 1996, cuando caminaba por una calle
de la colonia Delio Moreno Cantón, poco después de salir
de un tugurio adonde fue a recoger unas fotografías sobre el caso
que defendía y que le fueron prometidas por un hombre que nunca
llegó, Cerón fue atacado con un cuchillo y enviado al hospital
por un desconocido que lo acusó de haberlo encontrado en la cama
con la esposa de éste.
El abogado Cerón no excluye la posibilidad de que
la agresión esté vinculada con el caso, pero tampoco lo asegura,
porque carece de pruebas.
Existen, sin embargo, hechos en torno a la agresión
que no parecen dejar lugar a dudas: el agresor fue detenido y sentenciado,
pero poco después la Procuraduría de Justicia del Estado
pidió la reclasificación de las heridas causadas al abogado
-para situarlas entre las que no ponen en peligro la vida- y el agresor
quedó en libertad. La procuraduría estaba encabezada entonces
por José Manuel Echeverría Bastarrachea, quien sustituyó
a Jorge Lizcano Esperón. Este se vio obligado a renunciar a consecuencia
de las irregularidades en el caso Medina-Abraham.
Adicionalmente, la procuraduría adjudicó
a Cerón Ruiz declaraciones que nunca hizo, e inclusive logró
que se le dictara orden de aprehensión, que sólo pudo anularse
cuando el agredido obtuvo la suspensión en un amparo que interpuso.
Su argumento contundente fue que, de acuerdo con las actuaciones del Ministerio
Público, él supuestamente formuló las declaraciones
que se le atribuían cuando en realidad se hallaba anestesiado anestesia
porque estaba siendo operado en un hospital, a consecuencia de las heridas
que le produjo su agresor.
Anónimos, amenazas, ceses
Los actos de intimidación no se han detenido en
los abogados defensores, sino se han extendido a los testigos. Estos son
algunos ejemplos:
Fernando José Ríos-Covián Patrón,
jefe de la Sección de Química Forense de la procuraduría
yucateca, aceptó en enero de 2002 que durante la averiguación
previa del caso fue presionado por sus superiores para que, ante representantes
de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y del Poder Judicial
de Yucatán, sólo dijera lo que estaba en el expediente, pues
de lo contrario "tendría problemas". Además, recibió
anónimos escritos en computadora y llamadas telefónicas amenazantes.
Por esa razón guardó silencio ante irregularidades que le
constaban y sólo habló cuando en la procuraduría hubo
nuevos jefes.
Quien no guardó silencio y reveló ante representantes
de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que la necropsia a Flora
Ileana nunca se practicó, fue Marianela Espejo Salazar, subdirectora
del Servicio Médico Forense y, por ello, recibió presiones
y amenazas directamente -llamadas telefónicas, notas que aparecían
en su escritorio de la procuraduría, acusaciones de traición-
y por medio de familiares y amigos, a quienes les pidieron que la convencieran
de no meterse en problemas porque "alguien cercano pagaría" sus
errores. Además, su vehículo fue dañado en dos ocasiones
a las puertas de la Procuraduría, y su jefe, Jorge Hadad Herrera,
le ordenó que, en su audiencia ante la Comisión Nacional
de Derechos Humanos, no hablara del protocolo de la supuesta autopsia.
Adrián Waldo Capetillo, químico que dictaminó
la invalidez de la prueba de Walker que la juez Leticia Cobá Magaña
dio por buena, fue presionado por funcionarios judiciales mexiquenses para
que se desistiera de su dictamen y poco después de negarse fue despedido
de su trabajo como perito en la Procuraduría de Justicia del estado
de México, debido "al acontecimiento de la desobediencia en que
incurrió".
"Nunca pensé que los brazos del caso Medina-Abraham
llegaran al estado de México", comentó el perito al reportero
Rudecindo Ferráez García, del Diario de Yucatán.
Al publicar la entrevista, este periódico comentó que el
hecho "coloca en comprometida situación al procurador del estado
de México, abogado Jesús Alfonso Navarrete Prida, no sólo
porque es él quien firma el lunes 30 de diciembre (de 2002) la destitución
de Waldo Capetillo, en revelador documento que tenemos a la vista, sino
también porque en su puesto anterior, como subprocurador de Procesos
Penales de la República, trabajó varios años con el
jefe de peritos de la PGR, Eduardo González Mata, destituido después
de ser acusado de corrupción en el desempeño de su cargo".
Para la defensa de Medina Millet, González Mata
es el artífice del expediente que motivó la sentencia.
¿Jetatura, coincidencia o represalia?
Por su parte, el abogado Rubén Bolio Pastrana alude
a las "casualidades" que han rodeado, para mal, a varios de los peritos
que han elaborado análisis y dictámenes para la defensa de
Medina Millet. Cita, además de los mencionados, el caso de Juventino
Montiel Sosa, quien dictaminó que la trayectoria del proyectil en
el cuerpo de Flora Ileana es clásico en disparos suicidas.
Un hijo de este perito fue involucrado, en 1998, en el
asalto a una sucursal bancaria en el Distrito Federal. A pesar de no aparecer
en el video respectivo y de que los verdaderos asaltantes lo deslindaron
del hecho, pasó ocho meses en la cárcel hasta que lo absolvió
un juez.
Bolio Pastrana también menciona el caso de Carmelo
Lino Michelini Pérez, perito del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal, quien tras emitir un dictamen de balística no
fue ratificado en su puesto.
Menciona, asimismo, el caso del teniente coronel Vicente
Zárate Noble, que está incluido en otra parte de este reportaje.
El dinero como motivador
Otro perito que también fue cesado, en 1997, es
Eduardo de la Cerda González, jefe de Servicios Periciales de la
Procuraduría de Justicia de Aguascalientes, quien emitió
un dictamen de química forense en el sentido de que en el riñón
de Flora Ileana había residuos de cocaína. También
efectuó un estudio de ADN y dictaminó que la blusa que el
Ministerio Público presentó como la que llevaba la joven
al morir, no tenía sangre de Flora Ileana, es decir que la prenda
fue cambiada.
Entrevistado en el reclusorio, Medina Millet afirma que
el jefe de De la Cerda le pide que no intervenga en el caso, pero el químico
forense no acepta. Entonces llega a Aguascalientes un hombre que le entrega
un cheque en blanco y le propone que ponga "los ceros que quiera" para
que se olvide del caso. El perito rechaza la oferta y, después de
emitir su dictamen, es cesado.
-En cambio -comenta el recluso-, hay quienes de la noche
a la mañana mostraron evidente prosperidad: vehículos nuevos
y remodelación de casas, por ejemplo.
El reo se refiere así a quienes desde la procuraduría
o como testigos contribuyeron a lo que él considera "fabricación"
de su expediente y fueron recompensados por emisarios de sus acusadores.
-Sí, existe la percepción generalizada,
incluso entre quienes admiten la versión del homicidio, de que la
familia Abraham hizo correr ríos de dinero en este caso -le digo-,
pero algo similar se dice de usted, en particular de su abuelo, Juan Millet
Rendón.
-Mi abuelo no ha pagado nada relacionado con mi proceso
penal. Además, el dinero que pueda tener la familia Medina-Millet,
por ambos lados, incluido mi abuelo, no se puede comparar con el poder
económico y político de la familia Abraham.
También dos iglesias
La respuesta sobre su abuelo es una de las más
enfáticas de Medina Millet, quien añade en seguida:
-Hasta a la Iglesia han llegado la influencia y la presión
de la familia Abraham.
-¿A cuál Iglesia?
-La católica y también la ortodoxa. La mamá
de Flora Ileana es prima del obispo Antonio Chedraoui, primado de la Iglesia
Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía en México.
-Platíqueme algunos ejemplos de esa influencia.
-En 1999, mi madre viaja a la ciudad de México
y logra que cuatro organizaciones no gubernamentales y el presidente de
la Comisión de Justicia y Paz del Arzobispado de México,
Francisco Javier Acuña Llamas, firmaran una carta dirigida a la
juez Leticia Cobá Magaña, a quien le piden imparcialidad
y que respete mis derechos y garantías, nada más. No dicen
que soy inocente, sólo que la juez sea imparcial. Pues bien, el
presidente de la Comisión de Justicia y Paz dice luego que no firmó
el documento.
Este asunto motivó que Carlos Menéndez Navarrete,
director del Diario de Yucatán y católico practicante,
enviara dos cartas al cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado
de México, para comentar los hechos que rodearon la intervención
de Acuña Llamas y que generaron una "campaña de calumnias"
contra ese periódico. En una de esas misivas, fechada el 28 de mayo
de 1999, el periodista señala:
"Nos parece sensible que las autoridades eclesiásticas
nieguen públicamente el apoyo de la Iglesia católica a una
causa que defiende valores cristianos, por la desorientación inevitable
que causa entre los laicos, sobre todo en los dirigentes de las agrupaciones
piadosas; pero nos preocupa más cuando los favorecidos por esa negativa
(es decir, la familia Abraham, precisa el reportero) son personas que se
han distinguido como benefactoras de la Iglesia por su considerable, visible
apoyo económico a la construcción de centros religiosos y
sostenimiento de obras de apostolado".
El arzobispo de Yucatán, Emilio Carlos Berlie Belaunzarán,
de quien en Yucatán se dice que ha hecho una "opción preferencial
por los ricos", ha guardado silencio sobre el caso Medina-Abraham, pero
se le atribuyen actos de hostilidad al reo. Este, ministro extraordinario
de la Eucaristía en la parroquia de María Inmaculada (podía
distribuir la comunión a enfermos y durante las misas, cuando la
concurrencia era muy grande) se muestra renuente a hablar del asunto, pero
termina por aceptar que su labor de catequesis en el penal -promovió
300 primeras comuniones- fue frenada. También señala que
el 24 de diciembre de 1996, durante una misa que celebró Berlie
en la prisión, se le impidió acercarse a él para comulgar
porque había reporteros y fotógrafos. Al año siguiente,
emisarios del arzobispo le pidieron que no fuera a la misa de Navidad.
Por su parte, el obispo Chedraoui ha intervenido a favor
de la familia Abraham, incluso pidiéndole a Menéndez Navarrete
que dejara de ocuparse del caso.
Otro
hecho, relacionado con la anulación del matrimonio anterior del
hoy recluso, es que la instancia eclesiástica respectiva, a cargo
del sacerdote José Gamboa Lugo (quien ha viajado fuera del país
acompañando a Abraham Dáguer), reveló a la procuraduría
datos secretos del proceso de anulación, particularmente el término
sicopatías -atribuidos a Medina Millet y a su primera esposa-, que
han servido para imputarle al ahora prisionero la proclividad a la violencia.
Inexplicablemente, el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de la
Provincia de Yucatán no comunicó a la procuraduría
que Medina Millet había sido expresamente autorizado a contraer
nuevas nupcias.
Anteriormente, el documento en el que constan esos datos
fue sustraído del domicilio del hoy sentenciado, pero al parecer
las autoridades policiales juzgaron más pertinente poseer otro documento,
expedido por el mencionado tribunal, para integrarlo más naturalmente
al expediente.
-¿Cómo iba la Iglesia a autorizarme un nuevo
matrimonio si yo fuera un sicópata? -pregunta Medina Millet-. Lo
que pasa es que el término sicopatía no tiene la misma acepción
religiosa que siquiátrica.
Entre sicólogos y siquiatras
En el reclusorio de Mérida, pregunto al sentenciado:
-Una de las versiones que he escuchado es que actualmente
usted tiene el control del Cereso, incluso del contrabando de drogas.
-Eso está muy interesante porque yo estoy desde
hace ocho años encerrado en un cuarto, por motivos de seguridad.
-¿Cuáles motivos de seguridad?
-Yo he recibido, desde el día que entré,
amenazas de muerte.
-Entonces, ¿qué controla usted aquí?
-¿Yo? Mi alma, nada más mi alma, porque
estoy encerrado.
-¿Controla su alma?
-Mi alma, nada más
-¿Está seguro de que la controla?
-Bueno, es lo único que tengo en cuatro paredes
y solo.
-Es una pregunta derivada de los antecedentes que han
aparecido en el expediente sobre problemas anímicos...
-No, no, no.
-...Las sicopatías que usted mencionaba, por eso
le pregunto si controla su alma.
-Eso es falso, es mentira, eso es parte de todas las mentiras
y situaciones que se han dado por parte de la familia Abraham; yo aquí
le repito están todas las pruebas (me entrega dos legajos con diversos
documentos).
Lo cierto es que las pruebas siquiátricas que la
juez tomó en cuenta para elaborar su sentencia tienen una historia
truculenta que puede resumirse así:
"El acusador y coadyuvante, Asís Abraham Dáguer,
ofreció como peritos a la sicóloga Gabriela Jáuregui
Nieto y al siquiatra Roberto Flores Villasana (ya fallecido); la defensa
ofreció a la sicóloga Blanca Estela Pérez Pineda y
al siquiatra Juan Ignacio Rosales Barrera, y la procuraduría, a
los sicólogos José Paulino Dzib Aguilar y Erick Chargoy Romero
y al siquiatra José Antonio Cabañas Basalto."
En 1997, Armando Medina Millet accedió a una primera
entrevista con los peritos de Abraham Dáguer, pero luego, por consejo
de sus abogados, no aceptó hablar más que con sus propios
peritos. Esta no aceptación del reo está documentada mediante
actas circunstanciadas y oficios que el director del reclusorio yucateco,
Francisco Brito Herrera, envió a la juez cuarta de defensa social.
En estas circunstancias, sin la colaboración del
examinado, no es posible llegar a conclusiones. En particular, en un escrito
de diciembre de 1997, la sicóloga Gabriela Jáuregui Nieto,
perita de la coadyuvancia, dice a la juez:
"Para obtener resultados y emitir un diagnóstico
de personalidad, es indispensable la práctica de diversas pruebas
a la persona respecto de quien se realiza el estudio y debido a que el
señor Armando Medina Millet se negó a dar las facilidades
mínimas para la práctica de dichos estudios, me veo en la
imposibilidad de emitir un dictamen respecto de la personalidad del señor
Armando Medina Millet". Añade que, sin esa colaboración,
"no se podrá emitir diagnóstico alguno en el presente caso,
en materia de sicología".
Sin embargo, a pesar de que el reo no aceptó ninguna
de las cinco entrevistas que le solicitaron (pedían 20 horas en
total), los sicólogos y siquiatra ofrecidos por la procuraduría
concluyeron, respecto del hoy recluso, que "su agresividad (capacidad para
causar daño) es alta", su identificación criminal es alta
y su capacidad criminal es "media tendiente a la alta". En lo que atañe
a los peritajes de la defensa, cuyos autores sí pudieron entrevistarse
con el reo, fueron calificados por la jueza como "meras apreciaciones subjetivas".
Debido a lo anterior, Medina Millet presentó en
noviembre de 2001 -cuando ya había un nuevo gobierno en Yucatán-
una denuncia de hechos contra quien o quienes resulten responsables.
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