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México D.F. Domingo 26 de septiembre de 2004
Guillermo Almeyra
La carrera presidencial
Como corresponde a nuestra República monárquica, en la disputa por la ocupación del palacio se mueven hasta ahora sólo los duques y duquesas y se agitan los marqueses, pero el pueblo llano se limita a reforzar las mesnadas de uno o de otro de los duques-secretarios, de los archiduques gobernadores o de la baja nobleza que puebla las cámaras. Como en toda monarquía hay también peleas dinásticas, usurpación de posiciones por las reinas o mantenidas, nobles que tratan de sacar beneficios con la mano de las multitudes que de ellos dependen. En cuanto al reyezuelo, que es vasallo obsequioso de un monarca vecino mucho más poderoso, ni siquiera puede mediar, porque su corte, el mundo de los políticos, se parece más que nada a una cesta de cangrejos, en la que cada uno ejercita sus pinzas con el de al lado.
El reino mientras tanto marcha al desastre: el petróleo, que es la principal fuente de recaudación impositiva y cuya exportación permite mantener el absurdo de una economía totalmente dependiente, en los alimentos y en la tecnología, de las importaciones pagadas con los ingresos petroleros, tiene los días contados, porque al ritmo actual de explotación hay reservas hasta 2020, que está a la vuelta de la esquina. La política para el campo y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte han despoblado al primero, llenado las ciudades de marginales no productivos, acabado con la seguridad y la autosuficiencia alimentarias de modo que cualquier gran crisis financiera (una disminución drástica del precio del petróleo) o política (un enojo de su majestad imperial estadunidense) podría tener gravísimas consecuencias sociales. El intento de rebajar al máximo los salarios reales y de destruir los sindicatos para garantizar grandes ganancias a las trasnacionales e incitarlas a venir a esta tierra de promisión (para ellas) olvida que esa política reduce el mercado interno y estimula la emigración hacia el norte y hacia las ciudades congestionadas y no tiene en cuenta que los bajos salarios corresponden a escasa cultura y baja productividad, lo cual desincentiva las inversiones que, por otra parte, prefieren ir a China, donde el mercado de mano de obra es más favorable y el mercado de bienes y servicios mucho más prometedor. De modo que al país sólo le queda la trata de esclavos, la exportación de carne humana. Porque no otra cosa es el creciente flujo de emigrantes, maltratados, despreciados, discriminados en el país huésped, y que heroicamente envían remesas (el segundo rubro de ingresos en divisas) y a costa de sus sufrimientos mantienen enteras regiones rurales, quién sabe todavía por cuánto tiempo.
A estos problemas socioeconómicos se agrega el de los recursos naturales, sobre todo el agua, que se agota por la deforestación, por el abandono de los suelos debido a las migraciones, por el crecimiento enorme de las ciudades a costa de la agricultura, por la criminal. política estadunidense que aumenta el recalentamiento del planeta y, por tanto, la desertificación de los frágiles suelos norteños, que dependen cada vez más de un riego cada vez más escaso.
Estos problemas centrales deberían ser los puntos fundamentales -junto con la lucha real contra la pobreza, creando empleos decentemente pagados y con inversiones cuantiosas en cultura y en capacitación- de un programa nacional de reconstrucción del país dedicando los recursos financieros no a la gran finanza extranjera sino al desarrollo nacional.
En la retórica de la monarquía o de los grandes duques algunos de estos puntos aparecen de vez en cuando: pero lo que no aparece son proyectos y medidas concretas para solucionar estos gravísimos problemas. ƑQué hace en efecto el gobierno para preparar la próxima eventualidad de la sustitución del petróleo como combustible, base de la energía eléctrica e insumo industrial fundamental en todo, desde los lubricantes hasta los plásticos? Ƒqué hace para abastecer a todos en agua y reordenar el territorio? ƑY dónde están las campañas de la oposición por lo menos para sensibilizar a la población y organizarla en torno a proyectos locales viables?
Por el contrario, en vez de poner en primer plano las necesidades nacionales, las urgencias populares, los problemas, el programa, todos ponen delante de todo las candidaturas. Los candidatos no ofrecen cumplir con un programa de interés general: ofrecen su figura, como estrellas de cine, y llaman a confiar en ellos, a depender de ellos. No hacen un llamado a la inteligencia popular y a la autorganización, a la construcción de sujetos y ciudadanos: buscan tener súbditos suficientes para pesar en la Corte, donde imperan los reyes de la telefonía, de la televisión, de la construcción que amasaron su fortuna, como decía Mafalda, de Quino, porque hacen harina a los demás...
Una nueva política, nuevos políticos, una nueva Constitución para refundar el país son objetivos necesarios y posibles. Si hay una migración tan masiva es porque no hay esperanzas de cambio en México y aparece, en cambio, la esperanza de driblar la muerte y poder ser explotado en el extranjero a cambio de salarios muy superiores. Sólo un fuerte movimiento social puede revertir la actual marcha hacia el precipicio y movilizar valiosas capacidades y energías que se regalan al desarrollo de la economía de quien, precisamente, es el principal explotador de México. En eso debe pensar todo demócrata. [email protected]
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