.. |
México D.F. Sábado 25 de septiembre de 2004
Leonardo García Tsao
Una historia pequeña
Ya es sabido que el festival de Sundance esconde tras
esa fachada de independiente otra forma de promoción hollywoodense,
amparada en lo que los gringos llaman hype, o sea el elogio
exagerado a cargo de los medios. Así, Sundance ha sido una plataforma
de lanzamiento de talentos dudosos, supuestos independientes que no tardan
en integrarse a la industria conservando poco de su pose de autores. Ahí
están los casos representativos de Kevin Smith o Edward Burns, cuya
filmografía posterior ha sido independiente sólo de la calidad.
Por ello uno se acerca con cautela a cualquier título
que haya obtenido algún reconocimiento en Sundance. Pero hay excepciones.
Una de ellas es The station agent, estrenada aquí con el
demasiado descriptivo título de Descubriendo la amistad.
Después de haber ganado tres premios en el festival de Robert Redford,
la opera prima del actor Tom McCarthy recorrió el circuito
mundial de festivales incluyendo el Festival Internacional de Cine Contemporáneo
organizado aquí por Cinemex a principios de año, exhibiendo
sus discretas pero apreciables cualidades.
En esencia, Descubriendo la amistad describe el
encuentro entre tres personajes solitarios. El principal de ellos, un enano
llamado Finbar McBride (Peter Dinklage), ha encontrado la forma ideal para
aislarse de la sociedad pues un compañero de trabajo le ha heredado
una abandonada estación de tren, en un lugar perdido de Nueva Jersey,
que le permitirá dedicarse a su obsesión vital: la observación
documentada de trenes. Lo que no calcula es la proximidad de un puesto
ambulante de hot dogs, administrado por el cubano Joe (Bobby Cannavale),
un tipo empeñado en hacerse su amigo; ni tampoco su encuentro accidental
con Olivia (Patricia Clarkson), una cuarentona que casi lo atropella un
par de veces con su camioneta.
La película no es exactamente original. Esa recuperación
de un ser ermitaño que se margina por sentirse anormal, puede interpretarse
como una versión realista de Shrek. De hecho, la dinámica
entre Finbar y Joe es muy similar a la establecida entre el ogro verde
y el burro: el primero se mostrará muy renuente a aceptar la encimosa
y locuaz amigabilidad del segundo. Asimismo, el trío de inadaptados
será completado por una mujer que, en este caso, no se trata de
una princesa dormida sino una señora abandonada por su marido tras
la muerte de su hijo.
Si bien el guión de Descubriendo la amistad,
debido al propio McCarthy, se desarrolla sobre situaciones caprichosas,
tiene el mérito de no sentirse forzado gracias a su tono de bonhomía,
a la simpática naturaleza de los personajes. Desde luego, es fundamental
el tratamiento digno de Finbar. Si bien el protagonista es objeto de curiosidad
y de burla por su condición de enano, McCarthy no lo mira con condescendencia.
La sobria interpretación de Dinklage incluso le otorga una dimensión
romántica que no se había visto desde Frankie Starlight
(1995), el poco conocido melodrama de Michael Lindsay-Hogg. (Por lo general,
el cine ha utilizado a los enanos como símbolo de extrañeza
o elemento cómico.)
Tal vez la película se quede corta en sus aspiraciones
emotivas. Por lo menos, la relación con Olivia se siente truncada
por una reluctancia a irse a fondo, no obstante la siempre solvente actuación
de Clarkson. Sin embargo, Descubriendo la amistad es esa rareza:
si bien se inscribe en el temible género del feel-good movie,
o sea esa película calculada para dejar contentito al público,
logra ganarse sus buenos sentimientos sin recurrir al apapacho final u
otras trampas sensibleras.
DESCUBRIENDO LA AMISTAD
(The Station Agent)
D y G: Tom McCarthy/ F. en C: Oliver Bokelberg/ M:
Stephen Trask/ Ed: Tom McArdle/ I: Peter Dinklage, Bobby Cannavale, Patricia
Clarkson, Michelle Williams, Raven Goodwin/ P: SenArt Films, Next Wednesday
Productions. EU, 2003.
|