México D.F. Sábado 25 de septiembre de 2004
Cristina Pacheco incursiona en esa vertiente
con su libro La chistera mágica
La literatura infantil no se logra con disfraces de
niños, ni diminutivos
Quise saltar del lado de la sombra al de la luz, expresa
la colaboradora de La Jornada
Pugna la periodista por recuperar la tradición
familiar de contar relatos a los pequeños
ANGEL VARGAS
Contar una historia real o una de ficción reviste
la misma importancia para Cristina Pacheco, quien acaba de incursionar
en la literatura de corte infantil con la publicación de su libro
La chistera mágica (Alfaguara).
''Como cuenta-historias que soy, para mí no existe
diferencia entre hablar de lo real o de lo imaginario, en términos
de interés", asegura la comunicadora en entrevista.
''Implica, de hecho, la misma responsabilidad, pues en
ambos niveles uno debe comprometerse por igual con lo que se cuenta en
la historia y el correcto manejo de la palabra; hacer que todo sea creíble."
Ese es un principio que la también conductora del
programa de televisión Aquí nos tocó vivir
mantiene en esta nueva faceta recién emprendida: escribir historias
para niños.
Herramientas del lenguaje
Cristina Pacheco aclara que, contrario a lo que en primera
instancia podría pensarse, la infantil es un tipo de literatura
muy difícil de desarrollar y que demanda mayor concentración
y tiempo de los habituales, debido a que el autor debe ser lo más
claro y directo posible en su manejo del lenguaje.
Aunque
precisa que no es especialista en el tema ni gusta mucho de las teorías,
considera que la regla más importante para enfrentar este tipo de
trabajo creativo consiste en ''no tratar de disfrazarse de niño
ni pensar que hablando con diminutivos estamos más cerca de ellos".
Abunda: ''Tenemos que darles su categoría de personas
que piensan con una claridad extraordinaria. En ese sentido, debemos tener
más cuidado en cuanto a darles más herramientas del lenguaje.
Los niños se enfrentan a un lenguaje muy limitado, como nos sucede
a todos actualmente.
''La literatura -prosigue la periodista- puede darles
un cúmulo de palabras que los ayudará a describir su propia
imaginación y el mundo que los rodea.
''Estoy convencida de ello. Los escritores tenemos la
obligación de mostrarles que existe una cantidad infinita de palabras,
y eso es lo que me propongo con este libro."
De acuerdo con Cristina Pacheco, la literatura y los libros
son los medios ideales para tratar de recuperar una tradición que
se ha ido extinguiendo poco a poco en la sociedad mexicana: la de que los
padres o abuelos cuenten relatos a sus hijos o nietos.
''Los niños de hoy son un poco solitarios por el
ritmo de vida que llevamos. El hecho de que los padres estén mucho
tiempo fuera de casa por tener que trabajar ha provocado que se acabe casi
totalmente esa tradición de reunirse en familia para contar relatos.
Incluso hay ya muy poco tiempo para la conversación familiar".
Desahogo ante el dolor
La incursión en la literatura infantil de la también
autora de Mar de historias -colaboración que cada domingo
se publica en La Jornada- se dio de manera fortuita, toda vez que
la historia de La chistera mágica cumplió en un primer
momento la función de desahogo ante el dolor que le representó
la muerte de su hermana.
''Comencé a escribir este texto, no con la idea
de publicarlo, sino como algo para mí. Fue mi medio para inventar
una realidad de la niña que pude ser y no fui. No es que me queje
de mi infancia, aunque fue muy áspera y difícil, con muchas
limitaciones y dolores a muy temprana edad", indica.
''Una de las grandes bondades de la literatura y la escritura
es que siempre sirven para movernos del momento que nos está tocando
vivir o para enriquecerlo más. En mi caso fue el dolor, la cobardía,
la imposibilidad de aceptar una realidad que ya no podré cambiar
nunca. Sólo quise enfocarlo de esa manera. Lo que hice con este
libro es saltar del lado de la sombra al lado de la luz".
Mientras Alfaguara determina sí publica o no su
próximo título de corte infantil, Cristina Pacheco concluye
la charla:
''Lo que quiero con esta nueva faceta es poner una pequeña
lucecita en esas cosas tan maravillosas que existen en la naturaleza y
en nuestra vida cotidiana, y que no vemos ni apreciamos.
''Ese tipo esas cosas que cuando niño uno atesora
y que con el tiempo se convierten en una tierra mágica a la que
uno puede regresar cuando quiere."
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