México D.F. Sábado 25 de septiembre de 2004
Pedro Morales Aché, abogado de militares
dados de baja por ser portadores de VIH/sida
El respeto a derechos no requiere "comisiones, sino
decisiones"
La efectividad de los fármacos ha propiciado
que aumenten los casos de discriminación, opina
CLAUDIA HERRERA BELTRAN
Hace 15 años el abogado Pedro Morales Aché
emprendió una lucha jurídica en favor de las personas afectadas
con el VIH/sida. Durante casi una década se ha convertido en el
principal defensor de militares dados de baja del Ejército Mexicano
por estar infectados con el virus. Sus labores como consultor legal de
organizaciones civiles en materia de derechos de las mujeres y salud reproductiva
en buena medida le han permitido financiarse como litigante en esta causa.
A unas horas de que el presidente de la República,
Vicente Fox, ordenó crear una comisión para reformar la ley
que da de baja a los elementos portadores del virus, Morales Aché
muestra sus reservas. Dice que si el Ejecutivo realmente quiere resolver
el problema tiene que elaborar una iniciativa y presentarla. "El respeto
a los derechos no requiere comisiones, requiere decisiones."
Actualmente
lleva una treintena de casos de militares y advierte que mientras no se
modifique la ley continuarán presentándose demandas, porque
los despidos seguirán. A lo largo de nueve años ha conseguido
que se otorguen amparos individuales contra la aplicación de la
ley anterior y, recientemente, la aprobación en primera instancia
de una denuncia que impugna la legislación vigente desde 2003.
La intervención de abogados y jueces ha sido necesaria
en este tiempo, porque la situación de los militares portadores
del virus ha empeorado. En el pasado eran dados de baja sin causa legal
y a partir del año pasado este procedimiento es avalado por la Ley
del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM),
que expresamente establece como causa de retiro del Ejército el
que los militares sean portadores del virus. No importa si su estado de
salud les permite seguir en activo dentro de las fuerzas armadas.
Morales Aché aborda en entrevista las implicaciones
del ejercicio de la abogacía desde la perspectiva de los derechos
humanos, pero -aclara- sin hacer un litigio con base en ideología,
sino en conocimiento jurídico. Esta tarea lo ha llevado a confrontarse
con un poder como el de las fuerzas armadas. "Mi trabajo no es en contra
del Ejército, inclusive diría que es en favor, porque se
trata de una institución que debe respetar la Constitución
y, si lo hace, sale fortalecida."
En 1984, cuando concluyó la licenciatura en la
Facultad de Derecho de la UNAM, no se imaginaba que iba a terminar litigando
en favor de los portadores de VIH, pero tenía la inquietud de que
no quería hacer una carrera clásica en la abogacía.
Textos como México, el trauma de su historia, de Edmundo
O'Gorman, que leyó cuando cursaba la preparatoria, le permitieron
comprender aspectos de la historia del país y plantearse otros objetivos.
Como director de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Salud
tuvo contacto con las primeras expresiones de la pandemia.
En 1993 decidió litigar por su cuenta y empezó
a promover juicios. El primero fue en defensa de una mujer infectada del
virus por una trasfusión sanguínea en el Hospital de Petróleos
Mexicanos. Después defendió a un grupo de pacientes a quienes
en 1996 el Consejo Nacional para la Prevención y Control del Sida
entregaba gratuitamente los medicamentos y de repente los suspendió.
Posteriormente logró, mediante un juicio, que se incluyeran en el
cuadro básico los nuevos antirretrovirales.
"Cuando empecé con esto varios de mis colegas me
decían 'estás loco. Tan fácil que es llevar juicios
mercantiles, arrendamientos'. Pero yo podría decir que si llevo
un juicio mercantil puedo ganar mucho dinero, pero no me produce la satisfacción
de llevar un caso de éstos. El derecho es un instrumento, nunca
puede tener un fin en sí mismo."
-¿Y cómo es que decide seguir este camino?
-Debo confesar que en 1989, al igual que la mayor parte
de los mexicanos, no tenía una visión del VIH. Cuando pensaba
que una persona tenía el virus me imaginaba a alguien al borde la
muerte. La primera vez que estuve frente a una persona que en esencia era
igual a mí y me dijo 'tengo VIH', me estremeció. Eso me hizo
darme cuenta de que era alguien igual a mí, que detrás de
estos casos hay historias de vida.
-¿Se identifica con el abogado que defiende a un
enfermo de sida en la película estadunidense Filadelfia?
-No, paso, porque él era discriminador y, como
yo estimo, la abogacía parte de la posibilidad de luchar por las
causas que uno estima adecuadas.
-¿Ha disminuido o aumentado la discriminación
en México?
-Creo que ha aumentado. Los nuevos medicamentos han permitido
que los portadores puedan recuperar su estado de salud de manera satisfactoria
y vivir muchos años más. Esto ha producido un efecto paradójico
de mayor discriminación, porque se ha perdido esa actitud compasiva,
de que se trata de una persona que va a morir a corto plazo.
-¿Diría entonces que ha crecido el problema?
-Estamos apenas asomándonos a todas las prácticas
discriminatorias que están arraigadas en las instituciones mexicanas.
Mientras no se descubra la cura vamos a tener más población
con VIH y debemos plantearnos cuál alternativa les vamos a dar.
Está demostrado que la exclusión, lejos de ser una respuesta,
favorece la propagación de la enfermedad.
-¿No teme enfrentarse al Ejército Mexicano?
-Hago mi trabajo y eso me lo permite la Constitución.
-Desde la lógica del Ejército tiene justificación
que una persona enferma no pueda seguir en sus filas.
-Tengo el caso de un militar que en todo el tiempo que
participó en el Ejército siempre fue primer lugar. Estoy
seguro que si no lo hubieran detectado seguramente hubiera ganado otra
vez el primer lugar. El hecho de que alguien tenga meses de haberse infectado
en nada disminuye su potencial físico. Por sí mismo, sin
medicamentos, se supone que 50 por ciento de los casos van a pasar más
de 10 años para que empiecen a mostrar deterioro físico y,
si es bien medicado, pueden pasar 15 o 20 años. Esto tiene que tomarse
en cuenta en la ley.
-¿Qué opina de la determinación de
reformar la ley que permite dar de baja a los militares y dotarlos gratuitamente
de fármacos?
-Aún no está claro este propósito.
Tengo entendido que en la reunión (que encabezó el presidente
Vicente Fox el jueves pasado) se planteó la revisión de todas
las causas de retiro de los militares por enfermedades previstas en la
ley, que son más de 200, y que no es algo específico para
el VIH. Esto implicaría un proceso muy largo de revisión.
Ahora que, si la reforma efectivamente va a suprimir la baja de militares,
considero que es favorable y consecuente con el respeto a la Constitución.
Pero tengo reservas, porque se propone crear una comisión que analizará
el tema y esto lo veo medio trampeado. Sabemos que cuando el gobierno no
quiere resolver algo crea una comisión.
Tema difícil
-¿Está formando abogados?
-Actualmente laboran conmigo tres abogadas jóvenes,
pero es un tema difícil. En alguna ocasión un colega me decía
que yo era el único abogado que conocía al cual recurrentemente
se le morían los clientes. Algunos jóvenes recién
egresados se han salido, porque me dicen que el tema emocionalmente es
muy fuerte.
-¿Qué aconseja a quienes quieran dedicarse
a estas causas?
-Primero, dominar la técnica jurídica. Si
no lo hacen la posibilidad es que empiecen a hacer ideología carente
de todo sustento legal. Además, que esto implica un compromiso social
y que aprendan que la batalla no la podemos ganar desde el principio, hay
que ir sumando puntos.
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