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México D.F. Lunes 20 de septiembre de 2004
José Ortiz, oreja
Herrerías empieza a buscar el abrigo de las tablas
LUMBRERA CHICO
Cuando un toro marrajo está a punto de abandonar el mundo de la fiesta brava pero siente que todavía le quedan fuerzas para tratar de escapar de su lidiador, porque no ha recibido el castigo suficiente, olvida los capotes y la muleta que rodean su agonía y se aleja, como dijera el gran Pepe Alameda, "buscando el abrigo de las tablas". Esta imagen sólo tiene un significado: el animal, después de la batalla en el ruedo, ha llegado al límite de su resistencia. No puede más.
Así lo explicaba ayer, afuera de la Monumental Plaza Muerta (antes México), pero delante del pórtico de la famosa taquería El Villamelón, un aficionado que, al igual que este anticronista, decidió sumarse al boicot y no ver la tercera función de la que puede ser la última temporada de novilladas que organiza Rafael Herrerías, de quien dijo sin asomo de dudas: "está buscando las tablas, no tarda en doblar".
Para sustentar su predicción afirmó que, de acuerdo con datos que obran en poder de la Comisión Taurina del Distrito Federal -acéfala tras la renuncia de Carlos Mendoza-, en junio del presente año Herrerías propuso al gobierno de Andrés Manuel López Obrador subarrendarle el coso de Mixcoac por un total de 27 millones de pesos. Así, las autoridades capitalinas se convertirían en empresarias taurinas y él percibiría una utilidad de 10 millones de pesos que repartiría entre sus socios y le reportaría una cómoda ganancia más. Pero le dijeron que no.
El Gobierno del Distrito Federal (GDF), dijo, no estaba interesado en organizar corridas de toros ni arriesgar los impuestos de los contribuyentes en una aparente actividad lucrativa que está muy lejos de serlo. Sin embargo, antes de rechazar la oferta de Herrerías, los representantes de López Obrador obtuvieron un dato escalofriante. Resulta que durante la temporada 2003-2004 Herrerías vendió un total de 98 mil boletos -desde sol general hasta barrera de primera fila de sombra- a lo largo de 20 funciones, incluyendo la inauguración y la del 5 de febrero. Esto habla de su apabullante fracaso.
Si el 5 de febrero vendió 40 mil boletos y en la corrida inaugural 20 mil, quiere esto decir que en las 18 ocasiones restantes atrajo únicamente a 38 mil espectadores, esto es, a 2 mil 100 cada tarde, o sea, prácticamente a nadie. Por eso tuvo la peregrina idea de transferir su ruinoso negocio. Este, agregó el informante, es el primer crujido de la rama. Si el GDF triunfa en el juicio de amparo interpuesto por Herrerías, y los jueces confirman que los derechos de apartado pertenecen al público -como lo decretó López Obrador-, el cacique de Insurgentes, sin duda, hará las maletas. Por lo pronto, mantendrá la plaza hasta junio de 2005, fecha en que vence el contrato de arrendamiento. ƑY después?
Mientras conversábamos en El Villamelón, dentro del redondel el novillero José Ortiz cortaba una orejita, en una faena cuyos olés no se escucharon allí donde estábamos. Porque, además de Muerta, la México se ha convertido en una plaza afónica.
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