México D.F. Lunes 20 de septiembre de 2004
La Iglesia católica pide asumir una responsabilidad compartida en bien del país
Errores de todos han causado división y enfrentamiento político: arquidiócesis
''Es momento de sembrar la unidad, pero que sea permanente, no sólo en tiempos electorales''
JOSE ANTONIO ROMAN
La división y el enfrentamiento político que se percibe con preocupación en el país se deben a errores de todos, sin excepción, por lo que el momento difícil que vive la nación tiene una responsabilidad compartida, consideró el obispo auxiliar de la arquidiócesis de México, Marcelino Hernández Rodríguez, quien ayer sustituyó al cardenal Norberto Rivera en la misa dominical.
Entrevistado en la Catedral Metropolitana, luego de la celebración religiosa en la que se recordó a las víctimas de los sismos de 1985, el prelado dijo que ''todos los mexicanos hemos fallado y ahora debemos esforzarnos sin importar la bandera o los intereses particulares''.
Asimismo, se refirió al reciente exhorto a la unidad nacional que hiciera el presidente Vicente Fox. Dijo que esta convocatoria es positiva y que, como mexicanos, debemos responder a esta invitación venga de donde venga, pero si ésta proviene del titular del Ejecutivo, con mayor razón. Es momento, agregó, de sembrar la unidad, pero que ésta sea ''permanente'', no sólo en tiempos electorales o producto de un interés particular.
En el mismo sentido advirtió que el llamado a la gobernabilidad no debe ser sólo en épocas electorales, pues la gobernabilidad la necesita nuestra patria, pero también la familia, el hogar y el trabajo.
En la misa, en la que se promovió la campaña en favor de la donación de órganos, el obispo Hernández señaló que los hombres no pueden servir a dos amos, por lo que sirven a Dios o al dinero. En la homilía -redactada por el cardenal Rivera- se señala que Jesús recalca el peligro de endiosar las riquezas mal habidas, pero también hace ver que pueden ser redimidas, siempre y cuando se usen con creatividad para hacer el bien a los pobres, como fue el caso del administrador que malgastó los bienes de su amo, según una de las lecturas de la misa dominical.
Señaló que la actitud de un cristiano ante las riquezas materiales no debe ser la de su acumulación, sino la de un buen administrador que entregará cuentas y ser hábil para transformarlo en fuentes de trabajo y desarrollo para los demás.
Este principio, señala el mensaje dominical, entra en relación con los países y los organismos internacionales que con habilidad y responsabilidad pueden lograr el desarrollo y el progreso de los pueblos más pobres, pero que muchas de las veces optan por movimientos financieros que hunden más al tercer mundo en una mayor miseria.
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