México D.F. Sábado 18 de septiembre de 2004
Celebró su 25 aniversario la bienal de
este género que se realizó en Sevilla
El flamenco: de exótica diversión de
los pudientes a expansión universal del arte
Nació donde quiso, donde pudo o donde tenía
que nacer, dice el director del encuentro
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Sevilla, 17 de septiembre. Cuenta una leyenda local
que en el siglo XIX, ''cuando Sevilla -aún entre espasmos y riadas,
pestes y ruinas- pretendía salir de su espesa decadencia y -a pesar
de todo- roneaba de ser la tercera capital de España; fue por esa
época cuando el flamenco tomó -de los gitanos- su nombre
para siempre, y se hizo arte, a la vez que profesión y mercancía".
Desde
aquella época de vaivenes sociales y políticos, el flamenco
ha ido evolucionando en todas sus formas de expresión: la música
y el cante jondo, el zapateado estremecedor, el baile que conjuga con precisión
el movimiento de las manos con las palmadas y las notas espontáneas
de la guitarra, la forma en que las mujeres mueven sus faldas con honda
carga simbólica, el diálogo apasionado de una gente que descubrió
en ese arte su propia vía de comunicación. Hoy, una tradición
de raigambre.
La Bienal de Flamenco de Sevilla celebró por todo
lo alto su 25 aniversario, con la presencia de las figuras más relevantes
del arte gitano por antonomasia, tanto los que respetan el canon de la
tradición y la llamada "pureza", como de los artistas jóvenes
que mezclan su sensibilidad flamenca con las tendencias más actuales
y diversas del orbe.
Los fervientes amantes del flamenco defienden su naturaleza
"sublime" y la singularidad de "su forma de cultura y estética",
que en ocasiones nace del "júbilo o del llanto hecha con barros
naturales por desdichados -o felices- seres humanos en esta región
del mundo". Pero hoy, el flamenco vive un momento de esplendor que se expresa
tanto en la aceptación universal de su valía como de la proliferación
de artistas que han elevado ésta arte única y excepcional
hasta la cumbre más alta de su historia.
Inspiración de artistas
Una frase del poeta granadino Federico García Lorca
escrita a principios del siglo pasado explica que la evolución del
flamenco no ha sido fácil: "En la exposición universal que
se celebró en París en el año novecientos hubo en
el pabellón de España un grupo de gitanos que cantaron el
cante jondo en toda su pureza. Aquello llamó extraordinariamente
la atención a toda la ciudad, pero especialmente a un joven músico
que entonces estaba en esa lucha terrible que tenemos que sostener todos
los artistas jóvenes: la lucha por lo nuevo, la lucha por lo imprevisto,
por encontrar la emoción intacta. Aquel joven iba un día
y otro a oir a los jóvenes cantaores andaluces, sí, él,
que tenía el alma abierta a los cuatro vientos del espíritu,
era Claudio Debussy, que andando el tiempo debía ser la más
alta cumbre musical de Europa y definidor de las nuevas teorías".
El interés del flamenco como una expresión
intensa de los instintos más puros del ser humano llevó a
artistas de otros géneros a inspirarse en su plástica, en
su cadencia musical, en sus exponentes más valiosos. Por eso la
Bienal recuperó en este aniversario obras emblemáticas de
la fotografía, plástica, poesía y dramaturgia relacionada
con el flamenco; desde los clásicos de García Lorca hasta
las visiones más recientes. Lo que confirma que el flamenco ha tenido
una evolución favorable en su acepción social en España,
pues, como escribió el poeta Fernando Quiñones: "Para las
clases culta y semiculta de España, el flamenco no era más
que cosa de gente baja, cuando no simple bandera de plebeyez y mal gusto,
o bien de alocado desenfreno de una noche para variar. Exótica diversión
de los pudientes".
Ahora la visión del flamenco ha cambiado sustancialmente,
se ha convertido en un arte de expansión universal, en un emblema
de la cultura e historia de esta región de España, pero también
en una recuperación de la importancia de su influencia.
"En la literatura española del último siglo
se pueden seguir la huella de algunos signos flamencos. Ha sido hasta ahora
algo de lo que nadie ha hablado porque los extranjeros casi siempre lo
ignoran y los españoles se avergüenzan un poco y se equivocan
al avergonzarse. Quizás podría profundizarse cuánto
hay de flamenco en lo que llamamos genéricamente andalucismo. Piénsese
por ejemplo en Juan Ramón Jiménez, y también en analizar
los límites que dividen las formas genuinas de las literarias en
las coplas de poesía tradicional, o incluso jonda de poetas como
Manuel Machado o García Lorca", se explica en una de las exposiciones
de la Bienal.
El fenómeno de la inmigración
Manuel Copete, director del Festival, explicó a
La Jornada, que "el flamenco nació con los flamencos, donde
quiso o donde pudo o donde tenía que nacer. Y a partir de entonces
fue buscando asentarse en ciudades y en pueblos, y en barrios de Sevilla,
y en sitios concretos como cafés o tertulias hasta llegar también
a las peñas flamencas". Mientras que J. L. Ortiz Nuevo, responsable
de leer el pregón, explicó: "el flamenco es algo que hacen
los flamencos. Qué sea este algo no debéis preguntarlo al
flamenco porque no será nunca el flamenco quien os conteste... Seguimos
teniendo un compromiso con el flamenco. Queremos seguir demostrando que
el flamenco quiere y debe llegarnos a través de la plástica,
de la poesía, de la crítica o de la investigación
de nuevas formas expresivas."
Entre esas nuevas formas de manifestarse, el flamenco
prestó especial atención al complejo y dramático fenómeno
de la inmigración, en un espectáculo que se inicia con una
frase del Nobel de Literatura José Saramago, "que tire la primera
piedra quien nunca haya tenido manchas de emigración en su árbol
genealógico", en lo que fue una idea original de Fernando González
Caballos, con la intención de abordar un tema crudo y de amplio
calado social en la actualidad desde el ámbito cultural, "entendido
como vanguardia y vehículo de expresión en el que se ofrece
una mirada amplia sobre la inmigración, extendiendo el concepto
de cultura hasta las generosos orillas de la tolerancia".
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