México D.F. Sábado 18 de septiembre de 2004
Bombardeos aéreos estadunidenses cerca
de Fallujah matan a 60 iraquíes
Atacante suicida detona bomba en el centro de Bagdad;
13 muertos
Médicos y empresarios escapan de Irak hacia Ammán
y Damasco por temor a ser secuestrados
Por la violencia creciente, improbables las elecciones
libres prometidas por el presidente Bush
PATRICK COCKBURN THE INDEPENDENT
Bagdad, 17 de septiembre. Donde se prometió
la libertad, ahora reinan el caos y la carnicería. Un atacante sui-cida
se hizo estallar en el corazón de Bagdad matando a 13 personas.
Ataques aéreos estadunidenses cer-ca de Fallujah mataron a 60 más.
Así termina una de las más oscuras semanas en la ya de por
sí sombría historia reciente de Irak.
Entre los atentados suicidas contra la policía
iraquí y los ataques aéreos estadunidenses antirrebeldes,
han muerto unos 300 iraquíes desde el sábado anterior, mu-chos
de ellos civiles.
La
escalada violenta lanza du-das sobre las elecciones planeadas para enero,
y sobre la capacidad de Estados Unidos y del gobierno iraquí interino
de controlar al país.
Los constantes ataques con bomba y secuestros en el centro
de Bagdad erosionan cualquier optimismo que pudiera quedar ante la posibilidad
de que el gobierno del primer ministro Iyad Allawi restaure el orden en
un país cada vez más fragmentado.
La violencia y los secuestros es-tán frenando esfuerzos
de reconstrucción económica. A principios de esta semana,
Estados Unidos desvió fondos por 3 mil 400 millones de dólares,
destinados originalmente para proyectos de distribución de agua
potable y suministro eléctrico, para reforzar la seguridad y la
industria petrolera.
Muchos empresarios y médicos iraquíes han
huido a Ammán y Da-masco por temor a ser plagiados. El secuestro
esta semana de un contratista británico y dos estadunidenses evidencia
lo difícil que es para un extranjero vivir en Bagdad fuera de enclaves
fortificados.
El viernes, un vehículo repleto de explosivos estalló
junto a una fila de patrullas que bloqueaban un puente en el centro de
Bagdad. La policía trató de detener al atacante, pero éste
condujo su vehículo y se perdió entre los autos estacionados.
"Vi carne humana y sangre en la calle y huí", dijo Mouayed Shehab.
Hay mercados muy grandes en esta zona de Bagdad todos
los viernes, incluido el famoso de libros de la calle Al Muthanabi, donde
los vendedores prácticamente tapizan la calle con su mercancía.
Metros más adelante hay mercados que venden todo
lo imaginable, desde especias hasta aves y pe-rros guardianes. La policía
de Bagdad hizo disparos al aire y los compradores huyeron despavoridos.
Los uniformados habían bloqueado el puente sobre
el Tigris como parte de un intento por sellar la calle Haifa, centro de
la violencia reciente, del lado occidental del río, donde fuerzas
estadunidenses e iraquíes se afanaban en una operación de
búsqueda que desencadenó varios tiroteos esta mañana.
La calle Haifa, con modernas torres de viviendas y viejos
callejones, es un notorio barrio sunita donde con frecuencia son emboscadas
las fuerzas estadunidenses.
Este barrio también está a unos cuantos
cientos de metros de la Zona Verde, donde tienen oficinas los estadunidenses
y los miembros del gobierno interino iraquí.
Las fuerzas de seguridad arrestaron a 63 sospechosos en
las redadas en la calle Haifa, incluso sirios, sudaneses y egipcios. También
afirman haber encontrado depósitos de armas, lo cual no es gran
cosa pues en Irak la mayoría de las familias tiene una o dos pistolas.
Los horrores se han extendido fuera de la capital. Este
viernes, temprano, la policía halló el cadáver de
un occidental de cabello ru-bio que fue sacado del río Tigris en
la aldea de Tethrib, 64 kilómetros al norte de Bagdad.
Era alto, fornido, tenía las ma-nos atadas a la
espalda y recibió un disparo en la nuca. Su descripción no
concuerda con ninguno de los occidentales secuestrados.
Sufrir, ejercicio diario
Desde luego, los iraquíes sufren. La fuerza aérea
estadunidense ha intensificado sus acciones para destruir posiciones insurgentes
desde el aire, y así evitar operaciones terrestres que incrementen
las ya altas bajas entre sus soldados.
En este caso, el blanco de los ataques aéreos fue
un complejo en la aldea Fazan Shnetir, a 19 kilómetros de Fallujah.
El ejército estadunidense dijo que atacó un mitin de militantes
leales a Abu Musab Zarqawi, en que se planearían ataques contra
las fuerzas ocupantes.
Los habitantes de Fazat Shnetir fueron vistos más
tarde cavando fosas para enterrar cadáveres en grupos de cuatro.
Un vocero del Ministerio de Salud, Saad Amili, dijo que
44 personas murieron y 27 resultaron heridas en ataques en Fallujah, y
que entre los heridos hay 17 niños y dos mujeres. El piso del hospital
de Fallujah estaba anegado en sangre. Los parientes lloraban de dolor y
clamaban venganza.
La verdad sobre quiénes mueren a causa de los ataques
aéreos estadunidenses es difícil de determinar, pues los
militantes islámicos hacen muy peligroso para los periodistas ir
a lugares bajo ataque.
Los cadáveres son sepultados rápidamente
y los insurgentes heridos no suelen ir a atenderse a hospitales públicos.
Pero cuando las víctimas pueden ser verificadas, se constata que
son en su mayoría civiles inocentes.
Este resurgimiento de la violencia hace que sea cada vez
más im-probable la celebración de elecciones libres en enero,
prometidas por George W. Bush, que no garantizan una salida del atolladero.
Pero de no celebrarse, habrá más semanas como la que acabamos
de ver.
La familia del ingeniero británico secuestrado
en Bagdad hace dos días pidió anoche su retorno a salvo.
Kenneth Bigley, de 62 años, casado y con un hijo, fue plagiado junto
con dos colegas estadunidenses. El encargado del Exterior británico,
Jack Straw, contactó a su familia y explicó lo que está
ha-ciendo "para resolver la situación".
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
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