México D.F. Sábado 18 de septiembre de 2004
La rendición de cuentas, en espacios
públicos, para que la vea quien quiera
Con solemne sobriedad, las juntas de buen gobierno
entregaron informe anual
El trabajo por el interés común, principal
logro de los gobiernos autónomos zapatistas
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Oventic, Chis. 17 de septiembre. A pesar de una
sobriedad que en otros tiempos hubiéramos llamado ''republicana'',
la entrega del informe anual de la junta de buen gobierno (JBG), este jueves,
tiene una intensidad ceremonial. Será que son tzotziles. O será
que todos, incluidos los niños de la primaria y los adolescentes
de la secundaria, se lo toman muy en serio. Bajo sus pasamontañas,
los miembros de la junta están nerviosos de rendir cuentas ante
centenares de personas, bases de apoyo del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional que, sentadas en bancas o en el suelo, escuchan
y miran.
Guiados por un largo apuntador de maestro, los miembros
de la junta Corazón céntrico de los zapatistas delante del
mundo se turnan para leer en castellano y traducir a su lengua lo escrito
en cartulinas a mano, cuartillas a máquina y hojas tamaño
oficio impresas en computadora que cubren un muro y la mitad de otro del
amplio auditorio del caracol, techado, en semipenumbra pese a ser
de mañana y tener todos los focos encendidos.
Un acto similar se está celebrando en cada municipio
autónomo, a donde se envió una copia del informe. Y del mismo
modo, en los otros cuatro caracoles y sus respectivos municipios.
Este informe corresponde a los municipios de San Andrés
Sakamch'en de los Pobres, San Pedro Polhó, Magdalenas de la Paz,
Santa Catarina, San Juan Apóstol Cancuc, San Juan de la Libertad
y 16 de Febrero. Cada concejo autónomo presenta además el
suyo. Y todos, desplegados en la pared, son leídos en voz alta.
Allí
está, ''para quien quiera ver el informe'', explicará después
un miembro de la comisión de recepción de la JBG de Oventic.
''Compas zapatistas o de los partidos, y de las distintas religiones. Por
eso está una copia en los municipios. Para los que se interesen.
El que sea''.
Muy formal, a pocos pasos de los miembros de la junta
que van leyendo, una muchacha indígena, con camiseta azul y el rostro
cubierto con un paliacate, extiende su grabadora y capta las palabras.
Deduzco que se trata de la reportera de Radio Insurgente.
La exposición del informe enumera sus actividades
entre el 9 de agosto del 2003 y la misma fecha de 2004. Ingresos y egresos,
visitantes recibidos, "trabajos" de justicia y de acuerdo con coterráneos
de otra orientación política, incluso las opuestas al zapatismo.
Proyectos, emergencias, traslados.
Esta JBG recabó 4 millones 547 mil pesos, de los
cuales gastó o entregó para su gasto 3 millones 501 mil pesos.
El saldo actual es de poco más de un millón. Si eso fuera
todo para siete municipios, vaya que saldría barata la autonomía.
Estos números no consideran la economía de producción
y subsistencia de los campesinos indígenas, gente igual a los miembros
de la junta, que sólo saben trabajar la tierra y hoy aprenden a
gobernar.
Son los dineros y proyectos colectivos lo que se detalla:
escuelas, clínicas, talleres de artesanía y calzado. También
las emergencias. Todo un rubro se dedica a la "alimentación de Polhó",
donde unos 7 mil desplazados llevan despojados de sus tierras siete años,
sin poder retornar. Otra emergencia: el ataque contra la marcha zapatista
de abril en Zinacantán, con un saldo de 30 heridos, cuya atención
costó 146 mil 743 pesos; una cantidad algo mayor se gastó
en agua, alimento y materiales para las familias agredidas en Jechvó,
Elambó Alto y Bajo.
Ciertas cuentas no implican dinero: la junta atendió
85 casos de justicia, 15 "con otros partidos"; los acuerdos, o intentos
de acuerdo con autoridades no zapatistas (persecución de bases de
apoyo en Venustiano Carranza, problemas religiosos en Cancuc y Santa Catarina,
diferencias agrarias en Chalchihuitán, amenazas y agresiones en
Simojovel).
No se alcanza a registrar otro "gasto" de la autonomía:
el aporte de maíz para los desplazados que han hecho comunidades
zapatistas de la selva, y su transporte a las localidades de los Altos
que lo necesitan.
En 2004 visitaron Oventic 75 organizaciones nacionales
y 134 de otros países. Sólo cinco medios de comunicación
mexicanos, y 24 internacionales. En número de personas, mil 537
nacionales "de todos los estados" y 2 mil 921 extranjeros de más
de 30 países. Uno puede imaginar que la junta dedicó mucho
de su tiempo en recibir toda esta gente de fuera. No se enumera la de adentro.
Muchos de estos visitantes aportaron algo, desde 500 pesos
un estudiante del DF "para el pueblo", a 400 mil la Cruz Roja Internacional
para una tienda cooperativa. Las más de las aportaciones son de
mil o 3 mil pesos. El colectivo de solidaridad de Granada aportó
156 mil, y el de Barcelona 79 mil; 54 mil Solidaridad Directa con Chiapas,
de Suiza; un individuo alemán, Juan, dejó 16 mil pesos para
la certificación de la cooperativa Yachil Xojobal.
El gasto mayor del año fueron los más de
2 millones para escuelas autónomas y la construcción de un
microclínica. Cada municipio rebelde reporta sus proyectos, inversiones,
y acuerdos con "hermanos no zapatistas" en toda la región de los
Altos.
El primer rubro del informe se denomina "Aprendizaje de
la JBG", un testimonio autocrítico que amerita una reseña
posterior. Y todo el acto parece un examen final ante el más severo
de los jueces: la gente.
En reconocimiento a la ardua exposición y su labor
de un año, la JBG es saludada al fin con una ''diana'' de órgano
Yamaha que rompe la formalidad de la lectura y sus cantidades hechizadas.
Sigue la Cumbia de la junta de buen Gobierno, interpretada desde
un rincón por el grupo musical que anoche hizo bailar a todos después
del Grito: "Por eso es muy importante/ que sepa el mal gobierno/ que los
zapatistas somos rebeldes/ y ya tenemos nuestro gobierno".
En conversación con La Jornada, un miembro
de la comisión de recepción y vigilancia hizo un comentario
breve sobre los trabajos de la JBG: "Los compañeros han tratado
de servir a todos, sin discriminar a nadie, aunque no sean zapatistas.
Como de por sí es el esfuerzo de nuestros municipios. En salud,
el caso más común, nuestros promotores y médicos los
tratan igual a todos. Lo mismo los problemas agrarios, familiares, las
injusticias: muchos que no son zapatistas vienen con la junta, porque confían,
y cuando menos los atienden".
Con voz pausada concluye: "Empieza a haber relaciones,
no contradicciones. Los compas actúan por el bien común.
Sí, suceden pleitos y problemas, pero con respeto mutuo no hay pelea.
Hay armonía y entendimiento. Los compañeros sí están
aprendiendo ser buen gobierno".
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