.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
La Jornada Michoacán
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
Obituario

P O L I T I C A
..

México D.F. Miércoles 15 de septiembre de 2004

Carlos Martínez García

Iglesia católica: cautiva del modelo

La jerarquía católica señala repetidamente varios factores externos que dificultan su tarea, que obstaculizan el desempeño de la misión eclesiástica en el mundo contemporáneo. En ese ejercicio evaluativo, en el que reiteradamente culpabiliza a las sociedades modernas y posmodernas de corroer las conciencias de los creyentes, prácticamente no aparece la autocrítica. Más que amenazas externas, la Iglesia católica debiera considerar sus propias condiciones internas como elementos que la debilitan para alcanzar los objetivos anhelados.

Podríamos trazar el origen del modelo vertical y jerárquico del catolicismo romano en el siglo IV, cuando la Iglesia se convirtió en la fe imperial y los disidentes en tópicos de fe pasaron a ser, también, enemigos políticos del emperador. Fue entonces cuando aconteció lo que Jaques Ellul denominó la subversión del cristianismo, es decir, un cambio de paradigma que vino a ser en mucho lo contrario de una fe igualitaria y ajena al uso del poder y la espada para imponer su verdad. Con el tiempo, al maridaje con el poder político se fue agregando la supremacía del obispo de Roma sobre los otros obispados, hasta concluir con la noción de la infalibilidad del Papa en asuntos de fe y conducta. Entre los siglos IV y XV, los sucesivos papas y el centro del poder eclesiástico, Roma, contaron con los instrumentos político-militares para hacer frente a sus adversarios teológicos en Occidente y lograron vencerlos o reducirlos de tal manera que no representaran peligro importante para la hegemonía católico romana.

Recordemos que en el siglo XI tuvo lugar el llamado Cisma de Oriente, cuando las que conocemos como iglesias ortodoxas se "separaron" de Roma en el año 1054. Y pusimos entrecomillado separaron, porque desde el punto de vista de los ortodoxos fue la Iglesia de Roma la que con su pretensión de supremacía rompió una relación de iguales. Es necesario mencionar que el diferendo entre las iglesias orientales (llamadas así por su localización geográfica en el imperio romano) y la Iglesia occidental se gestó en el siglo V, cuando el obispado de Constantinopla adquirió gran relevancia y compitió con el de Roma por el liderazgo de la cristiandad. La ruptura del siglo XI fue, entonces, resultado de un largo proceso de diferendos que se agudizó por el supremacismo romano.

Es un error recurrente presentar la historia de la Iglesia católica romana como la de una institución en la que todo marchaba bien hasta que irrumpió Martín Lutero en el siglo XVI. Al reformador alemán lo antecedieron un gran número de movimientos disidentes, que lo mismo surgieron el siglo IV que en el XII, se intensificaron en XIV-XV y fermentaron la causa del teólogo germano. Las llamadas iglesias de creyentes siempre se opusieron al modelo oficial romano y criticaron acerbamente al papado como una institución ajena al espíritu evangélico del cristianismo neotestamentario.

Hoy la Iglesia católica no cuenta con los instrumentos de poder político de antaño. A regañadientes se las tiene que ver con el mundo contemporáneo a partir de sus propias fuerzas y recursos. Esto sucede, en términos generales, porque somos conscientes de que en algunos lugares todavía cuenta con apoyos de los gobiernos locales o nacionales, pero ésos están lejos del esplendor que tuvieron en otras épocas de la historia. Lo que sí queda del Medievo en la Iglesia católica romana es la institución papal, y de ésta se deriva una organización verticalista, autoritaria y cerrada incapaz de aceptar cambios porque la estructura que la organiza es tenida por divina. El clericalismo ahuyenta la participación de los feligreses. Estos, por su parte, tienen ante sí una amplia variedad de propuestas religiosas en las que no nada más se les concibe como espectadores, sino que son generadores y partícipes de la difusión del nuevo credo.

No nada más en la Iglesia católica está en crisis el modelo clerical tradicional, lo mismo sucede en confesiones protestantes llamadas históricas. Pero es en el catolicismo donde la crisis es mayor. Siguen disminuyendo los interesados en el sacerdocio. Los sacerdotes existentes en México, según datos del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Milenio Semanal, 13/9), tienen en promedio 57.3 años. Mientras que a misa dominical asiste 10 por ciento de los católicos mexicanos. La cúpula clerical está más interesada en convivir con los grandes empresarios y los políticos del momento, que en atender con vocación de servicio a la feligresía católica. Y luego se quejan de la lejanía del pueblo católico, que emigra hacia otros grupos que sí llenan sus expectativas efectivo-espirituales.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm

Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Coordinación de Publicidad
Tels: (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00 Exts: 4900 y 4104

Email
Coordinación de Sistemas
Teléfonos (55) 91 83 03 11 y 91 83 03 77

Email

  © Derechos Reservados 2003 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados. Derechos de Autor 04-2003-08131804000-203.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa del titular.
El título y contenido se encuentran protegidos por la legislación de la materia en la República Mexicana.