Son mujeres del sureste mexicano y de Centroamérica
Pobreza, explotación y violencia enfrentan sexoservidoras en las 舠zonas de tolerancia舡 en Chiapas
舦 La policía 舠prepotente舡
舦 Los militares 舠llegan a hacer desmadre舡, dicen

Texto y fotos de Gaspar Morquecho

 

El mercado sexual en Chiapas lo podemos considerar como un mercado 舠regional, internacional y de frontera舡 en la medida que en él confluyen trabajadoras sexuales de Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala. Estas sexoservidoras sin fronteras alternan con las mexicanas de Veracruz, Tabasco, Campeche y de diversas regiones de Chiapas. La mayoría de ellas son mestizas pero las hay también indígenas. Son menores de edad, jóvenes, adultas y mayores de edad. Las sexoservidoras sin fronteras quizás son uno de los resultados de las guerras centroamericanas y que además tienen en común con las mexicanas haber crecido durante la ya prolongada crisis económica que ha empobrecido significativamente a las mujeres y, en este caso, a las mujeres del sureste mexicano y de la región centroamericana. Al final, signo de los tiempos de la globalización y el neoliberalismo.

La oferta sexual en Chiapas se realiza en diversos espacios como puede ser una calle, una plaza pública, un restaurante, un cine o en las llamadas Zonas de Tolerancia. Estas últimas se crearon durante el gobierno de Patrocinio González Garrido y fue un fallido intento que pretendió mejorar la imagen de las ciudades, de 舠limpiarlas舡 sacando de ese espacio a las 舠mujeres de la calle舡, apartarlas, recluirlas y tenerlas bajo control. Sin embargo funcionan y son en verdad 舠zonas de tolerancia舡 pues ahí trabajan como sexoservidoras menores de edad, indocumentadas o no, que se desempeñan en un ambiente de violencia donde se alternan el machismo, el mujerismo, el sexo, el alcohol y las drogas.

La 舠tolerancia舡 no es casual. Si bien el mercado se encarga de articular la circulación de mercancías, es necesario destacar el papel que juegan las sexoservidoras como instrumento para que las mercancías se realicen dentro del mercado sexual. En éste se consumen productos de las industrias químico farmacéuticas, del látex, de bebidas alcohólicas y de las drogas, como también de la industria textil y del calzado. Esto explica por qué, en un momento dado, una firma cervecera apoye un taller de información dirigido a las sexoservidoras, preste un espacio y lleve refrescos y bocadillos.

Por otra parte, el trabajo de la sexoservidoras además de generar empleos directos que ocupan cantineros, meseros, responsables de seguridad y las trabajadoras domésticas que algunas de ellas contratan para su servicio; ellas son una fuente segura de ingresos para el dueño o dueña del antro, el taxista, el casero y para su 舠amorcito舡. Pero también son fuente de empleos indirectos: una vez que el gobierno del estado delegó en los Ayuntamientos el control sanitario de las trabajadoras sexuales, éste tiene que gastar en médicos, laboratoristas, enfermeras y en policías.

Socialmente, el mercado sexual, las zonas de tolerancia y la presencia de las sexoservidoras generan conflictos en los pequeños poblados como Altamirano (21 mil 948 habitantes) donde las mujeres/madres/esposas se confrontaron con las mujeres/madres/sexoservidoras. En esta lucha, las amas de casa sólo lograron el desplazamiento de las trabajadoras sexuales fuera del poblado temporalmente. Hoy las sexoservidoras se despeñan en las cantinas del poblado siguiendo el mismo patrón de las ciudades con mayor población. Sin embargo, algunas amas de casa, como por ejemplo de Comitán (105 mil 210 habitantes) prefieren que sus maridos se vayan a hacer 舠sus cosas a la zona舡 a que estos 舠tengan una amante舡.

En estas zonas de tolerancia podemos encontrar una pareja, al parecer, indisoluble: el machismo/mujerismo. Hombres/clientes revestidos de civil, funcionario público (agente de migración, policía, militar); el sexoservidor/sexoservidora; el patrón/patrona o el dueño/dueña del lugar en un ambiente de violencia cotidiana donde la peor parte les toca a las mujeres, a sus cuerpos y a sus hijas/os. Es un lugar donde también se recrea el sistema patriarcal como explicó una mujer feminista.

En la Zona Rosa de Comitán


Nos encontramos con las trabajadoras sexuales, algunas son menores de edad y otras rebasan los 40 años. Son delgadas, robustas, altas, bajitas, de piel clara, morenas, mulatas o negras y con algún tatuaje en el cuerpo. Sus vestidos son entallados, cortos y escotados. Otras visten de pantalón ajustado o deportivo. Algunas lucen muy arregladas y con celular al cinto, otras, visten más informales. Cualquiera de ellas puede pasar inadvertida en la calle como un ama de casa, una empleada o estudiante... algunas de ellas también lo son.

Es día de revisión médica. Llegan las chicas al consultorio médico y no pueden ocultar los estragos de la última jornada: unas cansadas, aburridas y otras que, con una borrachera cruda festejan los detalles y hacen el recuento de la jornada: las que salieron a un 舠convivio舡 se la amanecieron y no aguantan la resaca. Otras se burlan de la fulana que salió como 舠cucaracha fumigada舡 o de zutana que 舠verguearon por metida舡. No faltan en su narración las rivalidades y las 舖madrizas舗 entre ellas. Otras, serias y silentes, esperan pacientes su turno para pasar con la doctora que ocupa de dos a tres minutos en cada revisión. Una de ellas es una mujer con ocho meses de embarazo. Dos más llegan acompañadas con sus pequeños y arreglados hijos que ya caminan.

Al parecer es 舠temporada baja舡. Las sexoservidoras se quejan: 舠está de la patada, anoche no me hice ni una variedad (una encuerada)舡, explicó una chica que tendrá que cubrir los 40 pesos de la consulta y 150 pesos más si le toca el análisis en el laboratorio. Las chicas no hablan mucho: 舖no soy chambriosa舗, dijo una de ellas, sin embargo poco a poco nos enteramos que fichan, bailan y se van a la cama. Todas están informadas de los riesgos que conlleva su trabajo y del papel que juega el condón: 舖quieran o no (los clientes) lo hacemos con condón舗, dicen.

Frente al consultorio médico - en uno de cuyos muros se lee: 舠Nadie sabe hasta cuando vivirá. Pero de nosotros depende que nuestra vida sea más digna usa CONDÓN舡-, está el Liviston. Charli y su mujer atienden el lugar. El Charli dice ser el propietario. El espacio de la cantina no tiene más de 24 metros cuadrados con unas seis mesas. Allí trabajan seis mujeres y sus cuartos están al lado. Para Charli el ambiente 舠está bien舡 y afirmó que a la 舠zona舡 llegan más civiles que militares, que hace falta más seguridad y le gustaría que el área estuviera cerrada como en Tuxtla 舠para evitar problemas舡. Según él, las mujeres bajo su servicio pagan 10 pesos por 舠ocupada舡 de cuarto, les paga 10 pesos por cerveza que consumen y pueden salir con sus clientes del Liviston si pagan mil 500 pesos. Las chicas dicen que 舠llegan a levantar hasta mil 500 pesos y 舖ocuparse舗 hasta en diez ocasiones en una jornada de trabajo舡. Durante el día las trabajadoras pueden ir a la ciudad.

De los hechos de violencia más recientes en la 舠Zona Rosa舡 de Comitán, las autoridades municipales mencionaron la muerte de un 舠chofer del ayuntamiento舡 y un enfrentamiento a tiros entre policías y soldados. Por su parte, las sexoservidoras recuerdan la trifulca que armaron un grupo de jóvenes que se enfrentaron a los de 舠migración que fueron por las centroamericanas舡. Una de ellas contó que entre los clientes 舠hay de todo... cuando están borrachos se pasan舡 y se lamentó, 舠así es la vida de una cabaretera, andar siempre con una sonrisa aunque nos esté llevando la chingada舡; refiriéndose a los militares dice que son 舠los que llegan a hacer desmadre舡 y demandó más seguridad y condones. En cuanto a los jóvenes estudiantes que asoman por el lugar afirmó, 舠a los niños los mandamos al kinder舡. Una de las sexo servidoras, madre de dos niñas -a las que cuida la abuela-, dijo que se decidió por ese trabajo pues en casa 舠había puro atraso舡, se salió con una amiga y 舠acaba de empezar舡.

Una de las chicas que detuvieron durante el operativo de anoche señaló a la policía como 舠prepotente舡. Esta joven no 舠cree en el amor舡 y afirmó que 舠ningún hombre la sabe mover舡. Burlona dijo que su detención fue por 舠ejercer la prostitución sin sanidad舡 y que le advirtieron que 舠para la próxima舡 pagaría una multa de mil 500 pesos. Al preguntarle por el gay que andaba por ahí comentó: 舠¡Ah, los putitos! A esos los vienen a buscar los soldados舡.
Mientras pasa la consulta, desde el callejón y a la orilla de la carretera, las mujeres coquetean o les hacen señas con el dedo a los chóferes que van de paso. Los traileros les contestan con un claxonazo. Otras hacen trato con algún cliente tempranero. Dos más no resisten y van por sus 舠chelas pa舗la cruda舡. Llega doña Flor y denuncia a una chica que no quiere pasar a revisión y ésta dice gritando que ella 舠sí se cuida舡 que 舠sin condón no hay nada舡 y que además 舠acaba de llegar舡. Doña Flor, es una mujer fornida y ama de casa que, junto con su marido, se encargan de administrar uno de los establecimientos de su suegro.

Los antros lucen fachadas multicolores y nombres como Villa Cariño o La Sirena. Son locales con un acceso más o menos amplio, con poca o nula ventilación y mínima iluminación de día y de noche. Cuentan con un área de cantina donde se consumen bebidas alcohólicas y otra de habitaciones de tres por tres metros, con muros de ladrillo y techo de lámina. Ahí sólo cabe una cama y un mueble guardarropa; con una puerta y sin ventanas. Por lo general, las sexoservidoras comparten los sanitarios con los clientes. En Comitán, la 舖zona rosa舗 - con veintidós antros-, carece de los servicios de agua entubada y drenaje. Se abastece de agua con camiones cisterna y las aguas negras se depositan en una fosa. Este problema subsiste en Altamirano.

Son las cinco de la tarde. Por fin, después de tres horas la doctora terminó la consulta. Llegaron sesenta y seis sexo servidoras, de las cuales cinco no tuvieron para pagar la revisión médica. Al final de la jornada, los trabajadores del municipio comentaron: 舠hoy estuvo calmado pues había gente extraña, otros días no respetan ni a la policía y nos llevamos puras mentadas de madre舡. Rumbo a Comitán la doctora dijo preocupada: 舠tengo que reportar que hubo cuatro casos de enfermedades venéreas舡. 舠El Castillo del Rey舡 organiza de rato en rato luchas calientes en lodo, máscaras contra bikinis. Cerca de ahí, se ubica el Centro Tecnológico de Comitán.

En El Palmar, la Zona de Tolerancia en Altamirano.

Es miércoles y hace frío. La población se prepara para la fiesta de cada año. En esta población las mujeres organizaron dos movimientos para cerrar los 舠centros de prostitución舡, uno en 1992 y otro en 1998. En éste último, las mujeres causaron graves daños al local, fueron demandadas y se libraron órdenes de captura en su contra. Su movimiento solamente logró alejar del poblado el antro. Actualmente la 舖zona de tolerancia舗 está ubicada a la salida de Altamirano, rumbo a Comitán y a unos 200 metros de una instalación militar, la 11ª. CINE Campo militar de la 39 F. En El Palmar 舑único centro-, doña Remedios y a su esposo son los encargados del negocio de don Chelino y viven ahí con sus tres hijos. En el local, de unos 200 metros cuadrados de construcción, hay ocho cuartos 舠para el servicio舡.

Ahí trabajan dos jóvenes sexo servidoras. Una es tzeltal y se acercó a escuchar lo que doña Remedios nos decía del trabajo y sus dificultades. La indígena es de una comunidad de Altamirano y con un año de haberse iniciado, 舠me fui con otra muchacha pues no tenía dinero para mantener a mi hijo pues su papá se fue al Ocosingo舡, dijo. Esta indígena se protege y usa los condones que compra o que el IMSS le obsequia. Tiene veintiún años y cobra cien pesos por sus servicios, diez por cada 舖ficha舗y paga diez pesos por cada 舖ocupada de cuarto舗. Ella atiende tanto a los soldados como a los 舠civilones舡 que llegan al lugar. En Comitán ha trabajado en calles y plazas y 舠alquila cuarto舡 en las posadas.

Doña Remedios es de Chilón y se siente insegura en ese lugar. Dice que en Yajalón hay 舠más protección y apoyo del municipio舡. Más tarde se presentó con la otra chica. Es de Chilón, con 18 años de edad y madre de una hija que, 舠decepcionada y con necesidades se botaron por ese rumbo舡. En su casa saben que ella es mesera y no piensa en el futuro. Según ella, estos días han 舠estado mal舡 y a veces se 舠ocupa舡 sólo una o tres veces. Sus clientes dijo, 舠se portan bien y otros mal... te quieren agarrar lo que quieren y a mi no me gusta舡. Cobra 150 pesos y no se ocupa con borrachos y si el cliente no acepta el condón 舠¡Se va!, pues sé que me puedo morir por el SIDA舡. Para ella acostarse y sentir otros cuerpos sólo tiene un sentido, son 舠clientes舡. Las dos viven en el lugar y dan servicio las 24 horas. En uno de los cuartos, sobre la cama, está Luis de unos dos años de edad, él es hijo de la tzeltal.

En San Cristóbal de Las Casas

Hoy es viernes al medio día. A esas horas -de lunes a viernes -, las sexoservidoras acuden al Consultorio Médico Municipal para su revisión semanal. Dependiendo de la temporada ahí se revisan de ochenta a ciento veinte mujeres que se desempeñan en los ocho centros nocturnos que hay en la ciudad. Se estima que la mitad son mexicanas y que proceden de Tabasco, Veracruz y de diversos municipios de Chiapas, incluidas las de San Cristóbal. Las demás son mujeres centroamericanas que se mueven de plaza en plaza por su cuenta y riesgo.

Nancy, es una chica tapachulteca de 19 años, sonríe después que el doctor no la pudo revisar por estar en 舠su mes舡. Ella estudió secundaria y dijo que hace cinco meses empezó a trabajar: 舠yo entré por el dinero... me gustó más este trabajo, es más fácil舡. Ella trabaja de seis de la tarde a la una de la mañana. Nancy cobra 100 pesos 舠por bailar y desnudarse sobre la mesa舡, 300 por ir a la cama, 20 pesos por ficha y paga 20 por 舖ocupar el cuarto舗. Al día hace de seis a once 舠ocupadas舡 y afirmó que gana hasta mil pesos diarios. Dijo recibir buen trato del propietario del antro y de sus clientes y que usa condón. Nancy se va con dos de sus compañeras. Van de compras y como 舠anda de cruda舡 a tomar algo caliente. Otra chica se quejó de que en el laboratorio no hay material para los análisis y tiene que 舠舖ir a pagar舡 en uno privado.

La tarjeta o cédula de control sanitario han sido un instrumento de control para algunos dueños de los antros que, al tenerlas en su poder, evitan que las chicas busquen otro centro de trabajo, así como el control de los condones ha sido otra fuente de ingresos para el propietario del 舖club nocturno舗.

Las Maruxas: sexoservidoras indígenas

En San Cristóbal un pequeño grupo de mujeres indígenas tzotziles tiene como base dos de las principales plazas de la ciudad. Son mujeres que cobran por sus servicios 50 pesos, que pagan 20 por la renta del cuarto y que ganan 舠cuando les va bien舡 hasta 700 pesos diarios. La mayoría se 舠arregla con la policía舡 para que no las detengan.

Sólo Andrea tiene su cédula y acude puntualmente a la revisión. Ella contó que al morir su esposo emigró a la ciudad de Las Casas, que una mujer tenejapaneca la inició hace tres años y que lo hace por 舠necesidad舡 pues de ella dependen sus cinco hijos. Ella luce su traje tradicional y trabaja de las dos de la tarde a las nueve de la noche. Sus clientes son indios y mestizos y varias veces ha ido a parar al 舠bote舡: 舠son malos los polecías... me jaloteaban, me pegaron... quieren coger gratis舡, denunció. Otro problema de Andrea son las rivalidades con sus colegas mestizas que no acuden al control médico: 舠el sábado me golpearon pero yo también les pegué舡, dijo. Ahora Andrea está dispuesta a denunciarlas para que, como ella, acudan a la revisión médica semanal. Doña Enedina es la mujer que les renta los cuartos.

En las cabeceras municipales de San Andrés Larraínzar, Oxchuc y Ocosingo, algunas jóvenes estudiantes venden servicios sexuales para sostener sus estudios y según el médico del consultorio municipal, en San Cristóbal también hay trabajadoras sexuales indígenas de Palenque, Las Margaritas y de Benemérito de Las Américas.

En algún centro nocturno y sus ambientes


Es casi media noche y la variedad ha comenzado. El animador invita a los clientes a consumir y presenta a las chicas que bailan en la pista al ritmo de una ruidosa pieza y resbalan su cuerpo en el 舠tubo舡 para luego desprenderse de su ropa poco a poco. Los clientes son hombres de todas edades, trabajadores y profesionistas que llegan, por lo general, en grupos. Para incrementar el consumo de bebidas los meseros invitan a los parroquianos para que 舠inviten舡 a su mesa a una de las chicas. Así podrán 舠fichar舡 y ganarse otros pesos por bailar y desnudarse sobre la mesa o si el cliente va al cuarto.

Para un agente de 舠seguridad privada舡, en los antros se vive un ambiente de corrupción y violencia producto de la 舠combinación de perico (cocaína), mariguana, alcohol y mujeres舡, donde las trabajadoras sexuales llevan la peor parte. Mujeres que en busca de 舠seguridad o algún privilegio andan con el patrón, con algún líder, un agente de policía o funcionario público舡. Hombres que 舠disfrutan de todos los servicios en el antro sin desembolsar un quinto舡. En algunos de estos centros nocturnos, las trabajadoras sexuales han sido obligadas o se han prestado a vender drogas. Su condición de indocumentadas, un ingreso adicional o su adicción, posibilitan que las mujeres se involucren o las involucren en ese comercio.
Para este agente, el 50 por ciento de los usuarios son militares que desafían al rondín de la policía militar que recorre los antros para detener a los uniformados que sorprendan. Algo que puede resultar extraño cuando es común ver a las chicas merodeando las instalaciones de la 31 Zona Militar en Rancho Nuevo, ofreciendo sus servicios.

Miriam vive en Tuxtla y trabaja en la Zona Galáctica

Hace calor en Tuxtla Gutiérrez; aquí en un diario local se anuncian unos dieciséis servicios de 舠edecanes舡 o 舠masajistas舡 que se pueden contratar por vía telefónica y garantizan 舠absoluta discreción舡. En esta ciudad vive doña Miriam; ella es centroamericana y llegó a Chiapas hace 33 años, cuando tenía apenas18 y las guerras arreciaban en la región. Se casó a los 21 y su marido la abandonó 舠cuando agarró a una hondureña舡 que 舠le ganó舡 a Miriam 舠por su cabello largo y el ojo verde舡. Según ella, este fue el motivo por el cual empezó a trabajar como sexo servidora en la costa de Chiapas. Embarazada de su hija, entró por 舠necesidad舡, dijo. La paradoja de esta familia es que mientras Miriam se expone todos los días a una infección, su hija y su nieta son las que padecen el SIDA. La joven fue infectada por su primer compañero, el que murió antes de nacer su hija.

Para doña Miriam la vida sigue. Estudia secundaria, va a la 舠zona舡 de viernes a domingo y trabaja de las 11 de la mañana a las 8 de la noche para 舠sostener la casa y a la familia舡. Para ella la 舠mejor época舡 fue la de 舠sin condón舡. Ahora ella se 舠hace como cinco al día舡, selecciona a sus clientes, sirve 舠a puro señorón舡 y los trata 舠como mujer de hogar舡. Ella sólo hace sexo 舠por donde Dios manda... ¡Que me caiga un rayo de día si miento!舡 Su tarifa mínima es de 100 pesos.

Miriam que cuida su cuerpo y de sus pechos 舠mamó su hija舡, ha trabajado en Tapachula, Huixtla, Comitán, Villa Flores, Tuxtla Gutiérrez, Villa Hermosa, Matamoros, Nogales, Monterrey, Carolina del Norte, Los Ángeles y Texas: 舠taloneaba unos 15 días y me regresaba舡. Dice que se da a respetar, que no se mete con los dueños, menos con los meseros y que nunca dio un servicio en su casa. Tampoco le han faltado problemas: en Villa Flores fue acusada de robar 60 mil pesos a un cliente, ni se ha librado de severas ITS.

Miriam 舠ganaba mucho, se vestía bien y ayudaba hasta diez personas de su familia舡. Sin embargo, afirmó que ese dinero esta 舠salado舡 y que su vida ha sido un calvario: 舠Fui el Cristo en mi familia, cargo con esa cruz y por ahí voy舗. A sus 51 o 52 años de edad con una hija y una nieta, Miriam 舠ya quisiera tener un sueldo舡 para no ir a la zona.

En la Zona Galáctica

Acompañamos a Miriam a la Zona Galáctica. En este lugar trabajan unas 130 mujeres. Se trata de un área completamente enmallada que guarda un conjunto de 16 módulos con 11 cuartos cada uno. Los módulos fueron concesionados a particulares, los cuales cobran una renta a las sexoservidoras. La policía municipal se encarga de la seguridad. Al ingresar se pasa por un riguroso cacheo. La tarifa de entrada es de cinco pesos. Después de la creación de la zona de tolerancia durante el gobierno de Patrocinio González Garrido -con la pretensión de 舠limpiar las calles y plazas de la capital del estado de Chiapas -, las trabajadoras sexuales protestaron cerrando el lugar pues el ayuntamiento capitalino cobraba 15 pesos la entrada que, en ese entonces, representaba casi el cincuenta por ciento de lo que las sexoservidoras cobraban por su servicio, por lo cual disminuyó el flujo de clientes. Además, demandaron que los servicios de salud municipal las dotaran de los condones necesarios para ejercer su trabajo sin riesgos, y mayor vigilancia y seguridad.

El Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez es además, el responsable de la revisión semanal de las sexoservidoras. En el lugar hay una unidad de salud municipal donde se revisa a las trabajadoras sexuales y les toman la muestra de sangre para el laboratorio. Algunas de las mujeres viven en el lugar y otras, como Miriam, van y vienen de la ciudad a la zona. Su cuarto en el módulo es de tres por tres metros y cuenta con baño completo. El techo es de lámina de asbesto y cuenta con dos ventilas. Hay agua corriente y electricidad. El mobiliario: una cama, una pequeña mesa y un ventilador.

Las mujeres -en su mayoría mayores de 30 años-, esperan en la puerta a los clientes, los que, a las dos de la tarde, se reducen a un puñado de trabajadores y a un grupo de estudiantes. Una de las trabajadoras protestó, 舠mejor me voy mejor a Campeche allí sí se gana舡. Suavizó Miriam: 舠Más tarde esto hormiguea de hombres y cuando llegan los militares pagan bien舡.

No han faltado los hechos de violencia en la Zona Galáctica, por ejemplo, el año pasado una mujer fue asesinada y se señaló a un militar como el presunto autor del crimen: 舠La mujer alcanzó a pedir auxilio mientras el responsable del crimen huía sin ropa. Dejó abandonado su uniforme en el cuarto de la mujer舡, afirmó un oenegenero: 舠llevamos el caso a la Comisión Estatal de Derechos Humanos para que intervinieran las autoridades sin obtener ningún resultado... el militar entró uniformado, con una arma, cometió el crimen, salió desnudo y no hubo quién lo detuviera舗.

Al ir a despedirnos de Miriam la encontramos lista para desempeñar sus labores, se había puesto un vestido largo ligeramente entallado, se arregló el pelo y el maquillaje. Se le veía contenta y se despidió diciendo, 舖pues ya estoy aquí, el lugar a donde yo vengo a descansar.舗

La presencia militar y el incremento del mercado del sexo

Así como las fiestas anuales de las ciudades y las ferias de los pueblos que concentran a la población en una serie de festejos o el corte de la caña, en Pujiltic, reúne a una población extraordinaria que son los cortadores de caña, y en ambos casos circula un mayor volumen de dinero, también se incrementa el número de trabajadoras sexuales.

Con la población extraordinaria de militares 舑 que ha oscilado entre 15 y 60 mil efectivos-, que se desplazaron a Chiapas desde 1994, sin duda que el comercio sexual en la entidad se incrementó considerablemente. No hay zona de tolerancia en la que no se mencione a los militares como asiduos usuarios que 舠pagan bien舡, los que 舠llegan a hacer desmadre舡 o que a alguno de ellos se le implique en el asesinato de una trabajadora sexual en la Zona Galáctica.

Además, con la ocupación militar del territorio zapatista - en las zonas Altos, Norte y Selva de Chiapas -, las sexoservidoras se desplazaron de la ciudad al campo y recorren las cañadas para ofrecer sus servicios en las posiciones militares. Jóvenes mujeres a las que los lugareños les llaman 舠las pintaditas舡 por el visible y llamativo maquillaje en sus rostros. Por otra parte, se abrieron nuevos antros en poblaciones donde no había, como es el caso de Pantelhó, lo que ha provocando el malestar y la protesta de las mujeres del poblado y que recuerdan, 舠cuando los hombres querían hacer sus cosas se iban a San Cristóbal舡.

Esto nos lleva a hablar de otros 舠daños colaterales舡 causados por la presencia militar en Chiapas: la violación de mujeres indígenas en Altamirano, de las indígenas embarazadas por militares en la comunidad Tierra y Libertad del municipio de Tila. También y debido al incremento de antros y de la prostitución, un mayor índice de alcoholismo entre la población masculina.

*Con información y apoyo de: Adela Bonilla, Alied Bencomo, Conchita Wayas, Imelda Martínez, Kenia Martínez, Laura Piña, Paty N, Yolanda Castro, Arturo Vázquez, Eleazar Flores, Fernando Trujillo, Gabriel Fernández y, por supuesto, la que nos brindaron las trabajadoras sexuales. Gracias a todas y a todos.

 

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