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México D.F. Martes 31 de agosto de 2004
El padre de la ciclista la define obediente,
disciplinada y entregada al deporte
Con la medalla no debe cambiar la vida de Belem, afirma
Camilo Guerrero
La pedalista se convirtió en subcampeona olímpica,
pese al ambiente adverso, expresó
JORGE SEPULVEDA MARIN
Ciudad
Nezahualcoyotl, 30 de agosto. La calma ha vuelto al fraccionamiento
Rey Neza, a la calle de Aculman convertida el viernes en salón de
fiesta; el lugar ideal para recibir a la subcampeona olímpica de
ciclismo Belem Guerrero Méndez.
Y aunque la vida de la reina de la bicicleta y su familia
no ha vuelto a la normalidad, por las múltiples citas que deben
cumplir aquí y allá, su padre Camilo se da tiempo para hablar
de su exitosa hija.
Describe a Belem como niña obediente, disciplinada,
a quien su madre, Elena, ha sabido conducir por el sendero de la honestidad
y el triunfo, pese a las tentaciones nocivas de su medio.
De oficio mecánico, desde hace 40 años,
aunque padre de enorme corazón, Camilo recuerda que desde niños
a sus cinco hijos -Daniel, Camilo, Rafael, Isabel y Belem-, les inculcó
practicar algún deporte, de allí que la pedalista se haya
hecho gimnasta a los cuatro años, y a los seis estuvo en natación,
para finalmente decidirse, con el apoyo familiar, sobre todo de su progenitor,
por el ciclismo.
A los 13 años participó por primera vez
en un campeonato nacional y cosechó algunos éxitos. "Pintaba
bien", dice don Camilo.
Fue así como emprendió el camino que 27
años más tarde la llevó a colocarse la corona de olivo
en Atenas 2004 y colgarse la presea de plata de la prueba por puntos, gracias
a la atinada estrategia que le dictó su entrenador cubano Oscar
Echavarría.
La subcampeona de la Copa del Mundo nació el 8
de marzo de 1974 en la Gustavo A. Madero, en San Bartolo Atepehuacán,
pero a los dos años de edad su familia se mudó al barrio
Benito Juárez, en este municipio mexiquense, y hace apenas unos
años estrenaron una casa de dos pisos en el fraccionamiento Rey
Neza.
La medalla no cambiará su vida
Trabajador incansable en un taller automotriz a "los cuatro
vientos" (en la calle), Camilo asegura que ni la vida de su familia ni
la suya deben cambiar tras la hazaña lograda por su hija. La pedalista
había dicho el viernes que con o sin medalla quiere seguir siendo
la Belem de siempre, la que todos conocen, porque la educación que
ha recibido en su casa la circunscribe a ser como es: sencilla, modesta,
entregada a su deporte, aunque en el futuro le gustaría formar una
familia.
-Quizá, aunque no lo quiera, ahora tenga más
clientes porque sabrán que si encaminó a su hija a una medalla,
deberá arreglar muy bien los automóviles.
-No había pensado en eso, aunque debo decirte que
desde antes algunos clientes iban con sus familias y decían "miren,
él es el papá de Belem", lo que me llena de orgullo. Pero
no, me gustaría que todo siguiera igual que siempre, porque como
haya sido, con todas las dificultades, la verdad es que hemos sido felices
y así debemos seguir".
Camilo platica que ha gozado y sufrido con las victorias
y los reveses de la campeona centro y panamericana. Y es que cada día
la ve salir montada en su jaca desde la puerta de su casa, cuando apenas
empieza a clarear el día, para ir a rodar por las carreteras cercanas,
rumbo a Puebla, Cuautla o Pachuca, según le toque.
En otras ocasiones, cuando tiene competencias importantes,
se concentra por semanas en Zinacantepec o se va a La Marquesa para mantenerse
concentrada en Xalatlaco, donde tiene una cabaña de madera y disfruta
del contacto con el bosque, la naturaleza y a ratos disfrutar la tranquilidad
de la soledad.
En su hermano Daniel, la pedalista no sólo ha encontrado
una mano que le arregle sus bicicletas, sino la extensión del apoyo
fraterno de su familia, porque, como dice Camilo, "la verdad es que esos
canijos siempre se han llevado muy bien. Se aguantan mucho, sobre todo
porque ella le pide que le deje bien las bicicletas.
"Luego hasta pienso, caray, pues eso era lo que le hacía
falta a ésta, tener más confianza con un hermano, que a veces
los competidores no pueden tener con otra persona. Pero lo mejor de todo
¿sabes?, es que todo le ha salido bien".
Parte importante del triunfo es el papel de Oscar, el
entrenador cubano, quien obviamente es considerado como parte de la familia
Guerrero Méndez, aun antes de ser autor intelectual de la medalla.
Para Belem la vida ha cambiado, porque además de
la alegría espiritual que le dio ganar una presea olímpica,
le esperan premios económicos, así como ser parte de un fideicomiso
fundado en su honor para iniciar a los niños en el pedalismo, además
de recibir una casa, regalo comprometido públicamente por el gobernador
mexiquense, Arturo Montiel, a través del director del deporte de
esa entidad, Crisóforo Zárate.
Al final, dice Camilo, con cierto dejo de nostalgia: "todos
los sacrificios, las carencias, las puertas que se le cerraron, las que
se abrieron, todo ha valido la pena, porque ahora ya ganó una medalla.
Vieras cómo pensaba en eso".
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