México D.F. Sábado 28 de agosto de 2004
La mano de Washington, en el indulto de Posada
Doble moral de Estados Unidos en materia de terrorismo
CARLOS FAZIO/I
El indulto otorgado por la presidenta saliente de Panamá,
Mireya Moscoso, a cuatro asesinos confesos cubanoestadunidenses a una semana
de dejar su cargo, exhibe una vez más la política de presiones
y la doble moral de Estados Unidos en materia de terrorismo.
Todo
indica que las "razones humanitarias" expuestas por la mandataria panameña
para liberar a Luis Posada Carriles, Pedro Crispín Remón,
Gaspar Jiménez y Guillermo Novo Sampoll, todos con largo prontuario
de terroristas internacionales, obedecieron a un pedido que le formulara
en noviembre anterior, durante una visita a Panamá, el secretario
de Estado estadunidense, Colin Powell.
Tras ser indultados, los cuatro mercenarios de origen
cubano detenidos, enjuiciados y condenados en Panamá por planificar
un atentado contra el presidente Fidel Castro en el contexto de la Cumbre
Iberoamericana, en noviembre de 2000, partieron en un vuelo privado hacia
Miami y fueron recibidos como "héroes" por la mafia terrorista agrupada
en la Fundación Nacional Cubano-Americana y su escisión,
el llamado Consejo Cubano por la Libertad.
Aunque el vocero del Departamento de Estado, Adam Ereli,
negó que Washington haya participado en un cabildeo para obtener
el perdón de sus viejos guerreros sucios de los años del
terrorismo de Estado en América Latina y el Caribe, el gobierno
de George W. Bush los considera "luchadores por la libertad" (freedom
fighters).
Por razones de imagen política de la administración
Bush, se prevé que la estancia de los cuatro mercenarios en la llamada
"República de Miami" será breve. Pero es indudable que el
verdadero quid de la cuestión está relacionado con la urgente
necesidad del inquilino de la Casa Blanca de recuperar el voto de los cubanoestadunidenses
del estado de Florida, que había perdido luego de un reciente decreto
que impuso drásticas medidas contra la isla y causó el enojo
de los exiliados cubanos. Ahora, la mafia anticastrista de Miami tendrá
razones para "agradecerle" el gesto.
En el trasfondo del grave incidente di-plomático
cubano-panameño no dejan de asomarse las manos de Roger Noriega
y Otto Reich, furibundos anticastristas, con largo historial en la política
de acciones clandestinas de Washington, función que desempeñaron
antes para los gobiernos republicanos de Ronald Reagan y George Bush padre.
Il Condottiero y la gobernante piadosa
El "humanitarismo" de la presidenta Moscoso contrasta
con el frondoso perfil criminal de Luis Faustino Clemente Posada Ca-rriles,
más conocido como El Calambuco de Cienfuegos, El Bambi
y El Condottiero (mercenario), un químico azucarero que colaboró
con la dictadura de Fulgencio Ba-tista y salió al exilio en 1961.
Aunque no participó, fue miembro de la Brigada
2506 que desembarcó en Bahía de Cochinos, y aparece como
agente militar y de inteligencia de un team de infiltración
de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés)
en el anexo de la investigación sobre el asesinato del presidente
de Estados Unidos John F. Kennedy.
Con entrenamiento en Fort Benning en técnica militar,
táctica de espionaje, sabotaje, manejo de explosivos, demolición
y armas de fuego, se enroló luego como tripulante en el buque madre
de la CIA, Ve-nus. Destinado a Venezuela en 1967, organizó
los servicios de inteligencia de la temida DISIP, y entre 1971 y 1973 fue
jefe de operaciones de la Dirección General de Se-guridad, que incluía
la contrainteligencia.
En la época en que el ex presidente de Venezuela
Carlos Andrés Pérez se desempeñó como ministro
del Interior, Posada era el famoso comisario Basilio de la DISIP.
Poco después montó en Caracas la Agencia
de Investigaciones Industriales, compañía privada que serviría
de pantalla para operaciones encubiertas de la CIA, incluidos varios intentos
de asesinato contra Fidel Castro.
En 1976 participó en el atentado con bomba contra
una nave de la línea aérea Cubana de Aviación que
explotó en pleno vuelo poco después de haber despegado de
Barbados, donde perecieron 73 personas, y en la planificación del
asesinato del ex canciller de Chile Orlando Letelier, en la ciudad de Washington.
Detenido en Venezuela, en marzo de 1985 logró fugarse
de la cárcel de máxima seguridad de San Juan de los Morros.
La fuga fue organizada por la Fundación Na-cional Cubano-Americana,
de Jorge Mas Canosa, en el contexto de la operación Irán-contras
del teniente coronel Oliver North, quien le brindó un santuario
seguro en la base militar de Ilopango, en El Salvador.
En compañía de Félix Rodríguez,
otro terrorista de origen cubano -el mercenario número 2718 de Playa
Girón, quien participó en el interrogatorio violento a Ernesto
Che Guevara en La Higuera, Bolivia, y luego se desempeñó
como "trabajador civil" del Pentágono en Vietnam del Sur-, y bajo
la nueva identidad de Ramón Medina, Posada estuvo encargado de organizar
el suministro aéreo a los contras nicaragüenses en la
guerra secreta del presidente Reagan contra los sandinistas y apoyar las
actividades de contrainsurgencia en distintos países de Centroamérica.
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