.. |
México D.F. Domingo 22 de agosto de 2004
¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Federico e Ignacio
Una bella y trágica historia de amor
HAY HISTORIAS DE amor particularmente bellas en
las que la intensidad de sus protagonistas rebasa la tragedia que las enmarca.
Una de esas historias es la del poeta granadino Federico García
Lorca y el torero y dramaturgo sevillano Ignacio Sánchez Mejías,
identificados no sólo por sus respectivos talentos y sus admiraciones
recíprocas, sino además por la presencia de la cantante y
bailaora Encarnación López Júlvez La Argentinita,
amante de Ignacio y hermana espiritual de Federico.
AGOSTO
ES EL mes más cruel en la historia de la tauromaquia porque
en él han acaecido numerosas muertes de toreros y ni el granadino
ni el sevillano pudieron escapar a tan extraño mal fario. Ignacio
muere el 13 de agosto de 1934 a consecuencias de la cornada en el muslo
que dos días antes le infiriera Granadino, de Ayala, en la
plaza de Manzanares, a un mes de haber vuelto a los ruedos, y Lorca dos
años después, el 18 de agosto de 1936, fusilado en Víznar,
Granada, por esbirros de la Falange. Pero el amoroso legado de un inmenso
lamento por el amado muerto, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías,
les sobrevivirá para siempre.
SI BIEN EL actor Enrique Borrás leyó
por primera vez en público la enorme elegía el 4 de noviembre
de 1934 en el Teatro Español de Madrid, el Llanto es publicado
hasta marzo de 1935 en las Ediciones del Arbol, de la revista Cruz y
Raya, dirigidas por el agudo ensayista y amigo común José
Bergamín, quien presenció la cornada en Manzanares.
DETRAS DEL LLANTO ¿qué
hay? De entrada, la desbordante inspiración de un poeta, pero no
a partir de su valoración de la fiesta de los toros, sino del amor
y la admiración por un torero y por la amante de éste. Se
trata pues de un vibrante poema al amor, más que de una obra literario-taurina
propiamente. Y si apuramos la lectura, por encima del afecto prevalece
la subyugación desbocada del poeta por Ignacio, alter ego
macho de Federico, heroísmo de carne y hueso al que Lorca sólo
ha tenido acceso a través de su poesía, ensayos y teatro,
pues como le dice en una carta a su amigo Carlos Morla: "...soy un inútil
y un tontito en la vida práctica".
LOGRADO ARREBATO LIRICO de amor, pasión,
dolor y de rabia frente al voluntarismo del ausente, lo primero que sorprende
del Llanto es que tenga una dedicatoria, y que ésta no sea
a la viuda o a la hija del torero muerto, sino a... la amante. Se trata
de una dedicatoria de escándalo, entonces y ahora, 70 años
después. Federico, virilmente congruente con sus afectos, escribe:
"A mi querida amiga Encarnación López Júlvez", sabedor
de que sólo esa mujer comparte con él, como nadie, todos
los sentimientos por el diestro caído.
NO
SE PREOCUPA Lorca del qué dirán, ni de posibles reclamaciones
entre sus gitanos, ni de causar una pésima impresión a los
deudos de Ignacio sino que, lúcido y apasionado, determina que es
a su entrañable camarada, a la amante, a la otra, a la que supo
contener el corazón atrabancado y tierno del torero -y de paso el
de él-, a quien debe dedicar tan encendidos versos.
POCAS SEMANAS ANTES de su asesinato, García
Lorca aún sostendrá en la memorable entrevista con Luis Bagaría
del diario El Sol: "Creo que los toros es la fiesta más culta
que hay hoy en el mundo", y no porque a Federico lo subyugue dicho espectáculo,
sino porque percibe en éste unas resonancias demasiado ricas y demasiado
antiguas como para invalidarlo por cruel y sanguinolento, o abominar de
él por haberse llevado al amor de su amada Encarna, "comadre
e mi arma", como solía decirle a La Argentinita. Ya hablaremos
de este mujerón.
|