México D.F. Lunes 9 de agosto de 2004
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
El Calesero y El Saltillense
UNO DE LOS ARTICULOS más interesantes del libro sobre El Calesero, editado por el gobierno de Aguascalientes -suntuoso de presentación, pero desigual en contenido-, es el que alude a uno de los rasgos más distintivos del Poeta del toreo: su incomparable fotogenia.
"LA PLASTICIDAD O LA temeridad con el toro -se arranca el extraordinario fotógrafo taurino Armando Rosales El Saltillense- van a determinar el carácter más o menos fotogénico de una escena torera, siempre y cuando, desde luego, el fotógrafo esté en el momento oportuno y desde el ángulo adecuado para 'detener' el tiempo."
"Y ADEMAS DE las anatomías, las fisonomías, los gestos y los gustos, las expresiones de gozo o de angustia, de placer o dolor, en ese arduo acompañar el azar o desesperar ante él.
"POR ELLO, COMO fotógrafo profesional creo firmemente que el maestro Alfonso Ramírez El Calesero ha sido el capote más fotogénico en la historia de la tauromaquia, no sólo por la gran estética que implicaban sus procedimientos y la variedad de su repertorio, sino sobre todo por la elocuencia interior que imprimía a cada suerte.
"ALGUIEN DIJO Y dijo bien: 'Torear es acompasar el movimiento de los brazos a la embestida del toro, hacia donde la voluntad desea y hasta donde el corazón consiente'.
"RESULTA ENTONCES afirmación simplista el lugar común de que El Calesero 'bajaba con la muleta', ya que la frase surge precisamente al constatar las alturas fenomenales que El poeta del toreo alcanzaba con su mágico y a la vez lógico capote, tela que sólo en sus manos adquiría esa inconfundible dimensión plástica, tanto para el ojo humano como para la oportunidad fotográfica, el motivo pictórico o el instante escultórico.
"POR DIFERENCIA DE épocas no tuve oportunidad de fotografiar al Calesero de luces. Sin embargo hubo memorables circunstancias en que pude capturar su estética maravillosa en diversos festivales y en no pocas tientas, donde el maestro posaba sin posar en poéticas ejecuciones, ya con el capote o con la muleta, e incluso ejecutando limpiamente la suerte de varas.
"PERO LA PRIVILEGIADA expresividad de El Calesero incluía su rostro, demudado, analítico, sereno, expectante o satisfecho, ya fuera en el patio de cuadrillas, en el burladero o en el callejón, saludando en el tercio o recorriendo en anillo con aquel garbo tan suyo.
"ADEMAS, EN DIVERSAS entrevistas al maestro capté con mi cámara las líneas que surcaban el semblante sosegado de un hombre esencialmente bueno y feliz, agradecido con Dios por el don que le otorgó de crear y por haber podido plasmar ese arte en los ruedos del mundo, 'como testimonio del artista supremo'.
"NUNCA OLVIDARE SU cálido saludo de siempre: 'Maestro Saltillense', acompañado de una afectuosa palmada en el hombro. Nunca olvidará la historia a tan grande, inigualable y fotogénico artista."
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