México D.F. Lunes 9 de agosto de 2004
Existencia "anormal", por comprometida con su
vocación, de una promisoria torera
Mi meta ser la y el mejor de cuantos se visten de luces,
dice Hilda Tenorio
Piensa las 24 horas en el toro pero también lleva
el primer lugar en la escuela
LEONARDO PAEZ
En mi casa nunca hubo ambiente taurino. Mi padre, médico
y sicoterapeuta, había ido a una docena de corridas en toda su vida
y yo presencié unas tres novilladas de niña, en las cuales
lloré, antes de decidirme a ser torera, confiesa Hilda Tenorio Patiño,
nacida en Morelia hace 18 años, estudiante aventajada de preparatoria,
la menor de tres hermanos y hoy por hoy la novillera más importante
de Latinoamérica.
-¿Cómo te nació entonces una vocación
considerada tan poco femenina?
-Supongo que viendo un video con escenas de Alfonso Ramírez
El Calesero. Tendría 12 años. Experimenté unas
ansias inmensas de saber lo que pasaba delante de un toro. Mis perros obedecían,
pero un toro...
-¿Cómo combinas los estudios con la profesión?
-Con
muchos sacrificios y mucho compromiso por seguir siendo una estudiante
destacada. Tuve el mejor promedio en la primaria y en la secundaria; espero
continuar en el mismo nivel. En honor a la verdad cuando mi maestros vieron
que lo de ser torera iba en serio han sido tolerantes con mis ausencias
o me permiten presentar exámenes en otro grupo. A veces regreso
de una novillada a las cuatro de la mañana y a las ocho tengo un
examen. Otras ocasiones, antes de torear me pongo a estudiar, y así.
-¿Crees en la diferencia de géneros?
-Más bien creo en la diferencia de fuerzas de voluntad,
de carácter y de vocación en cada quien, sea hombre o mujer.
"A mí siempre me ha gustado ser la mejor en lo
que hago. En segundo de secundaria protesté porque la abanderada
de la escolta era la compañera más guapa y no la más
aplicada. Mi maestra me dijo: si en tercero sacas el mejor promedio tú
serás la abanderada. Y lo fui. La fuerza física la da el
entrenamiento no la musculatura. El toreo no es de fuerza sino de técnica,
de buena condición y sobre todo de alimentar una mentalidad triunfadora".
Callada y escuchando con atención una pareja presencia
la entrevista en el ruidoso café. Son Fernando e Hilda, los templados
progenitores de la joven torera que, a quererlo o no, se han vuelto tan
taurinos como ella, acompañándola a cada festejo donde interviene.
"Lo que no se hace con libertad no funciona", reconoce el doctor Tenorio;
"aprendí a vestir de luces a mi hija desde la primera becerrada",
aclara divertida doña Hilda, quien junto con su esposo procreó
también a un abogado de 25 años y un biólogo de 22.
-¿Qué te ha enseñado la fiesta de
los toros?
-A conocerme y a conocer a la gente, a ser más
cautelosa, sobre todo entre lo que pienso y lo que digo -contesta Hilda
con una voz apenas audible. Tengo una disminución auditiva en el
oído derecho, por lo que no oigo ni lo bueno ni lo malo, ni del
callejón o desde el tendido. Por eso los olés tienen que
ser muy fuertes para que los pueda oír.
-¿Cómo has aprendido a torear?
-A torear se aprende toreando, sea ganado bueno, regular
y malo, grande o chico, en plazas de primera o modestas, y desde luego
con las enseñanzas de mi maestro Rutilo Morales, que es muy estricto
y con quien entreno tres horas diarias. Después, con mi hermano
Carlos, el biólogo, analizo cuidadosamente tanto mis videos como
los de otros compañeros y de grandes maestros. Pero el miedo te
acompaña siempre, al grado de que a veces no puedo dormir o vuelvo
el estómago. Por eso el auténtico valor es saber dominar
el miedo pero con conocimiento de causa. Además del toreo juego
frontón o me meto a Internet para ver noticias de la fiesta en México
y el resto del mundo.
-¿No es enajenarte?
-Más bien creo que es profesionalizarte. No sólo
quiero tomar la alternativa y destacar en esta profesión tan difícil.
Quiero ser la mejor y el mejor de cuantos se visten de luces. Ignoro si
lo logre, pero en el intento pongo todo mi empeño.
-¿Suerte favorita en cada tercio?
-Con el capote la crinolina, no por femenina sino por
lo complicada y vistosa que es. A muchos no les sale ni de salón.
Me sé cerca de 50 quites. En banderillas el par doble, primero pongo
el violín y en el mismo viaje dejo el segundo par al relance. Lo
hice por primera vez el 20 de octubre de 2002 en Aguascalientes. El mes
pasado lo hizo El Fandi en Burgos y los críticos dijeron que él
lo había inventado. Y con la muleta el pase de las flores. ¿Privarme
de algo? Quizá de ciertos postres, pero no de ir a la disco o a
bailes. No sé bailar, sino quedarme quieta.
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